Política y Cibernética

La metáfora de la “aldea global” universalizada por Marshall McLuhan, cobra hoy mayor vigencia histórica y práctica que nunca. Ciertamente, este visionario no solo describió la importancia y el papel de los medios de comunicación en la historia de la humanidad y su repercusión social en el siglo XX, sino que también profetizó el comportamiento social en el mundo globalizado y del hombre electrónico, antes de la aparición de Internet. En definitiva, esta tecnología ha logrado impactar, de manera profunda, las dimensiones de la vida social, económica y cultural a escala mundial, y desde hace rato, está reinando en la esfera política, dado su inmenso potencial como instrumento para ejercer el poder.

Este recurso innovador ha revolucionado el modo de vida del individuo de manera categórica; desdibujando las fronteras geográficas e imponiendo una forma particular de hiperconectividad entre los individuos que condiciona la comunicación e interrelación. Es por ello que en los últimos años, las acciones del hombre en diversas áreas del conocimiento y la producción se viabilizan con apoyo de la informática. Sería un error desconocer la influencia y trascendencia del mundo cibernético, la información digital y la conexión del planeta en un tiempo real.

Sin embargo, existen todavía sociedades que no van al ritmo, ni acompasan la vertiginosidad del mundo tecnológico actual e intentan promover cambios a través de una visión política extemporánea, sin considerar que estamos en presencia de una nueva era mundial como resultado de la consolidación de novedosas y avanzadas formas comunicacionales que han construido un mundo realmente globalizado.

Los conceptos, categorías sociales y visión del mundo se han ido transformando en la misma medida que ha ocurrido con la forma en que se producen bienes y conocimientos. A su vez, la organización y funcionamiento de la sociedad evolucionan permanentemente. De modo que la tesis del cambio social, como conquista de la clase obrera, en la actualidad está desfasada, anacrónica, pues las condiciones de trabajo no tienen la misma connotación.

“EL FIN DE LA HISTORIA”, planteada por Francys Fukuyama a raíz de la caída de la URSS, dejando por sentado el predominio de la economía neoliberal, tiene sentido lógico si nos ubicamos en el estilo de vida involucrado en el lenguaje y ambiente masificado a través de las redes sociales, programas digitales y el paradigma subliminalmente vivo y poderoso en el mundo de la computación. La evolución de la sociedad China, cubana y otros países, se acercan siempre a los estilos de vida surgidos en el capitalismo.

Los medios masivos de comunicación y el control del estado sobre el contenido de la información permanecen como formadores y creadores de un determinado tipo de conciencia, sea cual sea su orientación ideológica. Su origen está en el uso que le da el Estado y las clases sociales dominantes. Visto así, la pretensión por lograr una sociedad libre pierde sentido, pues los medios son verdaderas armas de gran poder y juegan el papel de reproductores del modelo social imperante. Desde allí se imponen conceptos y modos de ver la historia. Las instituciones cuando son verdaderos entes del poder, pueden convertirse en instrumentos de despotismo, opresión o de respeto a la libertad individual y colectiva.


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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 orlandobalbas27@gmail.com      @orlandobalbas

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