Celebremos 10 años sin la basura de RCTV

Seguimos celebrando el mes del reciclaje en Venezuela, y aunque el 17 de mayo festejamos el Día Mundial del Reciclaje, todavía hay muchísima basura saturando las calles venezolanas.

No es suficiente reciclar los residuos sólidos urbanos, pues también debemos reciclar las inolvidables montañas de basura, generadas por la contaminación mental de los medios de comunicación privados, que vienen intoxicando el cerebro y ensuciando el corazón de la sociedad venezolana.

No hay duda que Radio Caracas Televisión, fue el sagrado canal de televisión de la sagrada familia venezolana. Por eso, una bonita tradición que identificaba a los venezolanos, era sentarse en familia y visualizar todos los programas del canal RCTV, pues la familia venezolana se acostumbró a disfrutar del sano entretenimiento de RCTV, porque RCTV era el indiscutible canal de televisión de la familia venezolana.

Todos los venezolanos pasaban largas horas en sus casas, viendo con mucho volumen y a full color el canal RCTV. Hombres y mujeres. Madres y padres. Niños y adolescentes. Abuelos y abuelas. Comadres y compadres. Perros y gatos. Todos los venezolanos sintonizaban con devoción, los contenidos transmitidos por el canal de televisión RCTV.

En pocas palabras, RCTV representaba valores para la familia venezolana, cultura para la familia venezolana, y amor para la familia venezolana.

Por eso Miguelito era el niño consentido de la familia Santana. Obediente, inteligente, amigable, buen estudiante, buen hijo, y fiel oveja de Dios. No hay duda que Miguelito, era el típico muchachito que alegraba con sonrisas y travesuras, a los miembros de cualquier familia venezolana.

En una espectacular noche del año 1.992, mami y papi llegaban a casa agobiados del trabajo.

Miguelito ya había hecho la tarea del colegio, su hermana Patricia estudiaba para el examen de literatura, su hermano Juan Carlos reparaba su motocicleta, su abuela Carmen rezaba los misterios del santo rosario, y el perrito Chispa ladraba por el escándalo de los vecinos.

Las sabrosas arepas ya estaban listas, y todos se sentaron a cenar en familia, con el televisor encendido para disfrutar del sano entretenimiento de RCTV.

Mientras se pasaban la mantequilla de mano en mano, la familia Santana observaba con atención el humor de la Radio Rochela, que fue un famoso y divertido programa de RCTV transmitido el día lunes, para que las familias venezolanas empezaran la semana con una gran sonrisa en sus mejillas.

Comiendo sus arepas de maíz y bebiendo la fría Coca-Cola, la familia Santana seguía disfrutando del sano entretenimiento de la Radio Rochela y de RCTV.

La familia Santana observaba al popular Hermano Cocó en la Radio Rochela. Ellos veían los actos lascivos, morbosos y sexuales, que cometía un hombre de gran melena y vestido de blanco, en contra de unas mujeres casi desnudas, que ofrecían sus cuerpos para ver con claridad la luz celestial, mediante un despojo espiritual que el Hermano Cocó les realizaba por la espalda.

La comedia de RCTV pregonaba la prostitución, la denigración de la mujer vista como un objeto sexual, el uso de lenguaje vulgar y explícitamente libidinoso, la apología de violación física, la búsqueda de la promiscuidad, y una endiablada visión capitalista enmascarada en una parodia religiosa.

Los despojos del Hermano Cocó en RCTV, eran observados por toda la familia Santana, ya que tradicionalmente las familias venezolanas disfrutaban de RCTV, porque como usted seguramente ya lo comprendió, RCTV fue el canal de la gran familia venezolana.

Todas las semanas se repetía la misma historia. La familia Santana sentada en la mesa, viendo las agresiones sexuales del Hermano Cocó en la Radio Rochela, y el ultraje sexual de sus despojos.

Piernas, caderas, glúteos, senos, ombligos, y pelos en la sopa.

Todas las semanas se repetía la misma pesadilla. La familia Santana sentada en la mesa, viendo las agresiones sexuales del Hermano Cocó en la Radio Rochela, y el ultraje sexual de sus despojos.

Nadie decía nada. La familia Santana seguía comiendo sus arepas, bebiendo Coca-Cola y disfrutando de la Radio Rochela.

No se tocaba el control remoto, no se cambiaba el canal de televisión, y no se vomitaba el sexismo a capela.

Simplemente se consumía la violencia del contenido televisivo, porque la familia Santana estaba viendo en primera fila RCTV, que era el canal favorito de todas las familias venezolanas.

No era hipnosis, no era terquedad, no era complicidad. Era simple tradición.

Tanto va el cántaro al agua, hasta que finalmente se rompe. La convivencia empezó a cambiar drásticamente, en casa de la hermosa familia Santana.

Gritos, peleas, resentimiento, envidias, hipocresía, traiciones, gula, sangre, lágrimas.

Los miembros de la familia Santana, transformaron la santidad de su hogar en un campo de batalla.

Mami le reclamaba a papi. Papi le reclamaba a mami. Patricia escupía a Juan Carlos, porque Juan Carlos se burlaba de Carmen, y el perrito Chispa se quedaba jadeando sin agua y sin comida.

El más perjudicado fue Miguelito, quien calladito y sumiso respetaba la decisión de sus padres, prestando muchísima atención a los despojos del Hermano Cocó en la Radio Rochela, y aunque Miguelito no entendía el mensaje subliminal de los chistes sucios, debía seguir sentadito en la mesa y disfrutar de la televisión venezolana.

En un abrir y cerrar de ojos, se pudrieron las sabrosas arepas de la familia Santana. Nadie quería sentarse a la mesa, y nadie quería compartir la misma mesa. Ya no había mantequilla derretida en los labios consanguíneos, y ya no habían litros de Coca-Cola para tragar el más amargo de los tragos.

La unión familiar se había desintegrado, y el televisor jamás se apagaba en la sala comedor, porque RCTV era el canal de todas las familias venezolanas, y todos los venezolanos disfrutaban la calidad de su programación, porque RCTV siempre fue el canal de las familias venezolanas.

Miguelito aprendió un mundo de sabiduría con RCTV, y el aprendizaje de vida recibido por el extraordinario Hermano Cocó, se hizo sentir rápidamente en su cambio de personalidad.

Miguelito se olvidó de pedir la bendición a sus padres, y se convirtió en un niño grosero y problemático. Cuando asistía a la escuela, Miguelito les subía las faldas a sus compañeritas de clases, entraba sin permiso al baño de las niñas en el recreo, faltaba el respeto manoseando a sus maestras, y acabó perdiendo el año escolar porque lo expulsaron del colegio.

Sus padres se divorciaron espiritualmente y se despojaron de sus bienes inmuebles. Miguelito fue inscrito en un plantel educativo cristiano, buscando que Jesucristo lo ayudara a recuperar la cordura infantil, y se olvidara de todas las noches de insomnio sufridas por culpa de RCTV.

Miguelito no tardó tiempo en hacer nuevas amistades, y se reunió en casa de un compañero de clases llamado Juan, para hacer la difícil tarea de geografía universal.

Sus compañeritos de clases también veían RCTV, también gozaban con la Radio Rochela, y también disfrutaban con los despojos del Hermano Cocó.

Por eso los chamitos se olvidaron de la tarea de geografía, y prefirieron ver a escondidas una película pornográfica, que el padre de Juan siempre disfrutaba después de ver la Radio Rochela.

Miguelito jamás había visto pornografía. Pero sus amiguitos le dijeron a Miguelito, que los videos eran como los despojos de la televisión.

Por miedo de ser llamado bobo y marico, Miguelito cayó víctima del morbo mundano, y decidió ver la película pornográfica a través del fenomenal VHS.

Psicológicamente muy confundido y aturdido, Miguelito perdió la paz moral y perdió la inocencia mental. El material pornográfico de RCTV había cumplido su fatal misión, y otro carajito venezolano quedó perturbado por el cochino rating y por la maldita audiencia.

Con tantas preguntas en su cabeza, y sin confianza para hablar con sus padres divorciados, Miguelito encontraba consuelo en la soledad de las revistas pornográficas, experimentando la masturbación a principios de su adolescencia, y recordando felizmente los despojos del Hermano Cocó en RCTV, como una vía de escape para no reconocer su sadismo en ascenso.

Sadismo que revolucionó su bachillerato, con los chistecitos de la muñeca de Jaimito, con el juego de la botellita morena, con el buceo de la tetera en las clases de educación física, con los besos de saliva de cigarrillo, y con el olor de las pantaletas que robaba de los bolsos de las alumnas.

En un abrir y cerrar de ojos, Miguel se transformó en un gran hombre promiscuo. Irónicamente, entró a la universidad por la insistencia de su padrastro, que había estado 15 años preso en la cárcel por cometer femicidio, y que recordaba la diversión de los despojos del Hermano Cocó en RCTV.

Miguel tenía cinco novias en la universidad, pero ninguna de ellas sabía de sus otras cuatro novias. Se la pasaba apretando el gatillo, y ganando cerezas con todas. No usaba métodos anticonceptivos, y acostumbraba a violar sexualmente a las mujeres, porque vivía bebiendo cervezas y sancochando el ganado de res.

Un día Miguel apretó tanto y ganó tanto, que dos de sus novias quedaron embarazadas. Una de sus víctimas abortó al tercer mes, y la otra víctima se casó con el ahora inexperto padre.

El matrimonio fue un desastre. Miguel era muy violento por efecto del alcohol, y cuando su esposa Gabriela se negaba a practicar los despojos en la cama, pues Miguel le pegaba con furia en su rostro.

Un día Miguel le dio una golpiza tan fuerte a su esposa Gabriela, que la mujer quedó inconsciente en la sala comedor de su casa. Los vecinos llamaron a la policía, pero la esposa de Miguel no quiso denunciar a su marido, porque no quería divorciarse y perjudicar la integridad de su hijo Pablito.

Pablito era el desafortunado hijo de Miguel, quien sufrió las consecuencias de las cicatrices emocionales de su padre. Miguel nunca le prestaba atención a su hijo, y en una oportunidad lo obligó a ver una película pornográfica, mientras estaban cenando en la noche del 24 de diciembre.

Ese lamentable hecho en casa de la familia Santana, fue el punto final de una desordenada vida conyugal. Gabriela denunció a Miguel por los reiterados casos de violencia intrafamiliar, y fácilmente pudo divorciarse de un animal caído en desgracia.

Miguel seguía obsesionado con los endiablados despojos, y volcó su vida a las cuatro paredes de los peores prostíbulos. Se la pasaba penetrando cualquier orificio carnal, y el nauseabundo placer sexual le hizo perder la última gota de dignidad.

Por obra y gracia de sus prostitutas, Miguel fue infectado del letal VIH, y sus ilusiones de seguir despojando los traseros como el Hermano Cocó, quedaron reducidas a una puñalada de enfermedad.

Llorando de arrepentimiento y dolor, Miguel decidió ahogarse en la drogadicción, y todavía se preguntaba dónde había quedado aquel Miguelito, que era un niño obediente, respetuoso y amable.

Miguel no pudo recordar ese hermoso y nostálgico pasado. Solo pudo recordar la agresividad de un interminable lunes por la noche, que mostraba a un hombre de gran melena y vestido de blanco, propasándose con muchas mujeres casi desnudas.

Sentenciado a muerte y sin el apoyo de su familia, Miguel decidió estrangular sus venas en el suicidio, y pudo despojarse de la vida terrenal escuchando la canción "Nearly forgot my broken heart".

Miguelito se suicidó porque su salud mental, había sido gravemente alterada en su infancia. La familia Santana confió ciegamente en los contenidos del canal RCTV, pensando que esos contenidos estaban pensados para el sano entretenimiento de toda la familia.

La ingenuidad de la familia Santana, no le permitió ver el satanismo de Radio Caracas Televisión, y permitieron que sus vidas fueran invadidas, por los contenidos televisivos de la perversión social.

Los despojos del Hermano Cocó en la Radio Rochela, fueron un ápice de la mediocridad y depravación de los medios de comunicación social venezolanos, que legendariamente han utilizado la vulgaridad como estrategia publicitaria, para vender sus atroces productos comerciales.

No les importa jugar con los sentimientos de los televidentes, no les importa comprometer la moralidad del público, y no les importa viciar el alma de los ciervos.

Los más golpeados por la televisión basura, han sido los niños y adolescentes venezolanos. Hoy en día, la dinámica obscena de los medios privados venezolanos, sigue destruyendo la tranquilidad de los hogares bolivarianos, y no se cansa de convertir en bestias a los hijos de la esperanza.

Supuestamente, la señal abierta de RCTV se clausuró en mayo del 2007. Pero realmente el canal venezolano RCTV, sigue transmitiendo sus contenidos a la sociedad venezolana. Basta con sintonizar canales como Venevisión, Televen, Canal I o Globovisión, para comprobar que los infernales despojos del Hermano Cocó, siguen vivitos y coleando en contra del pueblo venezolano.

Noticias tergiversadas que estimulan el odio, telenovelas que embrutecen las neuronas, concursos capitalistas para prostituir la educación, racismo con etiqueta negra, películas bélicas de asesinatos, loterías de consumismo, comiquitas de hiperactividad, y sectas religiosas que despiertan el ateísmo.

Los medios privados venezolanos son el cáncer de Venezuela. Una trampa tecnológica que sigue desorientando el porvenir de la sociedad venezolana, y continúa embrujando la sala comedor de las familias libertadas por Bolívar.

Miguelito aprendió muy tarde la lección, y es imposible reciclar la página del pasado.

Yo soy un sobreviviente del satanismo de los medios privados venezolanos, y por eso lo invito a mirar con muchísima atención, la realidad que usted coteja diariamente.

Mire a su familia, mire su trabajo, mire a sus amigos, mire a sus enemigos, mire a la gente de la calle, mire el azul del cielo, mire el silencio, y mírese frente al espejo.

Vas a quedar ciego, pero felizmente libre.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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