Hace un par de días dediqué unos minutos a ver el programa con el que Marcel Granier pretende convencer a los venezolanos de que Chávez es un dictador que conduce al país a la ruina. No pude evitar, viendo a miguelito, recordar aquella entrevista que Nitú Pérez Osuna le hiciera al entonces candidato Hugo Chávez Frías.
Desde el inicio de la entrevista se pudo observar que la periodista de marras tenía más interés en expresar su odio y oposición al candidato, que en hacer una entrevista profesionalmente. Ejerciendo el papel de opositora y moderadora al mismo tiempo, intentó agredir y ridiculizar a Chávez, pero que va… mucho camisón pa’ Petra.
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente; Chávez se apresta a ser elegido presidente por segunda vez y la pobre Nitú se conforma con hacer entrevistas que nadie ve, a personajes que nadie quiere ver.

Esta es una historia que perece no tener fin; los dueños de medios, especialmente los de las plantas televisivas, están convencidos de que lograrán que el pueblo venezolano comparta con ellos, el odio visceral que le tienen a Chávez. Sin embargo, el juego va diez a cero a favor del comandante.
Por los canales de televisión hemos visto desfilar decenas de periodistas que por un tiempo han hecho suspirar al más rancio escualidismo. Pero todos, absolutamente todos, terminan arrinconados, olvidados y dejando tras de sí, las evidencias del precio que le pusieron a su ética y dignidad.
¿Dónde están Mingo, Napoleón Bravo, Orlando Urdaneta, Martha Colomina, Marianela Salazar, Patricia Poleo, Ibeyice Pacheco? ¿quién los ve o escucha?
Aún no comprenden cómo es posible que se les esfumara la fama tan rápidamente.

Hoy son otros los que transitan el camino hacia el basurero de héroes en desgracia. Giusti, Kiko y la parejita simpática de Grado 33 son quizás los mejores representantes de quienes próximamente deambularán buscando “matar un tigrito” en cualquier emisora de radio.
En estos momentos quienes disfrutan sus quince minutos de gloria, dentro del escualidismo, son miguelito y el matacuras. Día a día hacen el trabajo que ya hicieron en su momento Mingo, Martha y tantos otros; por lo que no es difícil adivinar que les depara el futuro.
Nadie parece usar la cabeza en ese submundo de la oposición que dirigen los dueños de medios. Tenían fuerza en las instituciones, contaban con el respaldo de un denso sector de la sociedad, gozaban de cierta credibilidad y tenían partidos políticos fuertes; pero tiraron todo por la borda. Creyeron que podían tapar el sol con sus programas y mediatizar a todo un pueblo con sus mensajes,
Se equivocaron y se los chupó la bruja.

Alexis Arellano
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