El espejo roto

"El que le mira los defectos a los demás,

que primero se vea en un espejo"

Anónimo.

En su acostumbrada columna "El Espejo", que ayer como todos los lunes publica en el Diario Ultimas Noticias, el periodista José Vicente Rangel, pueden leerse algunas consideraciones suyas respecto a la ejecución de la Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP) que a través del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, adelantó el Gobierno Nacional en días pasados en la Cota 905 acá en Caracas. Señala el periodista, que la puesta en marcha de un operativo destinado a desmantelar una peligrosa banda de asesinos que operaba a sus anchas en el mencionado lugar, fue una matanza. Una matanza a cargo de funcionarios policiales que actuaron sin la presencia de fiscales del Ministerio Público. Sin órdenes judiciales que autorizaran los allanamientos practicados y que generó según él, la detención arbitraria de puros angelitos que ahora consiguen nada más y nada menos en su vocería, a quien defienda sus derechos humanos. Asegura el periodista que esa política no va a dar resultado alguno, como no sea el atropello y la arbitrariedad en la persona de estos"ilustres ciudadanos" que desde ese y otros sectores de esta ciudad y desde toda Venezuela, asesinan, roban, extorsionan, secuestran, violan y trafican droga y a quienes el Estado no debe tocar ni con el pétalo de una rosa, sino educarlos, protegerlos, incluirlos y darles una casa regalada en la Gran Misión Vivienda Venezuela. Este grito de angustia, se unió al de los inefables voceros de Provea y de otros opinadores como la historiadora Margarita López Maya, quien calificó el operativo como un regreso a la barbarie. Pero cuanto bien nos haría antes de hablar de derechos humanos, hablar de los humanos a quienes estos hampones han dejado sin derechos. Seres humanos sin derecho al libre tránsito, porque si no se han enterado hace rato los ciudadanos trabajadores y honestos de este país, hemos convertido nuestras casas en verdaderas cárceles donde tenemos que echar triple llave en rejas, puertas de seguridad e instalar cámaras de videos que por lo menos le hagan la entrada más difícil a nuestros hogares a los ladrones. Seres humanos sin derecho a la recreación, ya que no hay un solo metro cuadrado de esta ciudad que sea seguro para sentarse en la banca de una plaza o en la grama de un parque y a la que no lleguen a pie o en moto delincuentes armados a hacer de las suyas. Sin derecho a la vivienda, porque no fui yo sino el mismísimo Presidente de la República quien informó en cadena nacional de radio y televisión, que eran cientos de familias venezolanas beneficiadas por la Misión Vivienda, quienes habían sido despojadas y obligadas a mudarse de su vivienda, bajo la coacción de bandas criminales que las amenazaban de muerte. Seres humanos, sin derecho a la vida, porque no son cientos José Vicente & Cia, sino miles de venezolanos chavistas, escuálidos y ni – ni, estudiantes, trabajadores, jóvenes, niños, hombres, mujeres, amas de casa, profesionales y ancianos los que han perdido la vida a manos de los asesinos que accionan sus armas con absoluta y total impunidad contra un pueblo que lo único que quiere es que lo dejen vivir y trabajar en paz. Un pueblo que lo que más desea es no tener que recibir la llamada que les notifique, que el cuerpo sin vida, de su padre, hermano, tío, sobrino, hijo o abuelo se encuentra tendido en la morgue porque un malvado malandro le quitó la vida. Seres humanos sin derecho a la dignidad, porque son atroces y múltiples las violaciones a las que someten a nuestras niñas, adolescentes y mujeres, en esos barrios donde no existe sino la ley del más fuerte y donde a diario son sometidas a inconfesables vejaciones y atropellos, sin que ninguno de ustedes diga esta boca es mía. Hablemos de los seres humanos a los que los choros dejaron sin derecho a la propiedad robándoles todo. De los seres humanos sin derecho a la justicia, a quienes en la cárcel el pran les obliga a pagar semanalmente el derecho a seguir vivo o "el permiso" para asistir a las audiencias en los tribunales. Hablemos de los seres humanos a quienes el hampa les vulnera su derecho al trabajo, cuando los asesina para robarles una moto o un carro. Cuando en el campo les roban el ganado y sus maquinarias a los campesinos. Cuando hasta en alta mar les roban su pesca y los motores de sus embarcaciones a nuestros pescadores. Hablemos de los conductores de gandolas y camiones a quienes asesinan y roban en nuestras carreteras todos los días. Ah y por favor, no dejemos de hablar de nuestros policías honestos – que si los hay y que son la mayoría – a quienes el hampa asesina como si fueren moscas en emboscadas cada vez más frecuentes y violentas para robarles sus armas que luego se blanden contra un pueblo que está harto de que los jueces no hagan su trabajo y les otorguen beneficios a los choros en la "Cayapa Judicial" para que queden libres y regresen a asesinar a ciudadanos de bien que sirvieron de testigos, o que hastiados de sus fechorías tuvieron el valor de denunciarles ante las autoridades. Digan algo de eso por favor, porque es que no me lo imagino a usted José Vicente, agarrando con los nervios de punta un jeep para subir a su casa en el barrio "Los 70" en El Valle, rezando que en el trayecto no se prenda un tiroteo y lo alcance una bala perdida, que a quienes tenemos porte de arma legal no nos las vende CAVIM, pero que los "buenandros" compran con absoluta libertad. No lo veo ni por asomo arriesgándose a que le saquen la cartera en el metro. No lo veo llorando de impotencia a las afueras del Mercado de Quinta Crespo, después que dos hampones lo encañonen con una pistola desde una moto y le arrebaten los realitos que llevaba para comprar comida. Ni tampoco he visto que diga nada respecto a ese disparate de las denominadas "Zonas de Paz" que en tiempo reciente implementó por toda Venezuela, nada más y nada menos que su hijo José Vicente Rangel Avalos - ¿le suena? – y que devinieron en verdaderos santuarios donde el hampa seria y organizada se apertrechó para seguir matando, robando y haciéndole la vida triste a Venezuela, ahora con el apoyo de usted, que vez de estar defendiendo a los delincuentes, debería por pura decencia quedarse calladito mirándose en su espejo roto.


rubenvillafa@hotmail.es



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Rubén Villafañe


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