¿Cumplen hoy los periodistas su rol ante la crisis que afecta al país?

Dice un dicho popular que "entre bomberos no se pisan la manguera", sin embargo esta nueva entrega surge ante una realidad incuestionable que nos obliga, incluso como Comunicador Social, abordarla sin temor y sin corta pizas, pues ante la verdad, como también dice otro pensamiento "ni temo ni ofendo".

El principio básico de un buen periodista no solo es ser ético, objetivo, imparcial y veraz, sino también humanista, conciliador, patriota y un consecuente amigo y promotor de la paz.

Son escasos, y se cuentan con los dedos de las manos, los periodistas que vienen actuando correctamente ante la opinión pública nacional con sus buenos escritos que están dirigidos a promover la reconciliación y el entendimiento entre los venezolanos.

Por el contrario vemos que son muchos los que se hacen los ciegos o se han colocado del lado opuesto para promover lo irracional, lo ilógico, lo ilegal, lo contradictorio, incluso, ir en contra de las propias leyes, del estado de Derecho y de la Constitución.

Esto último, en lo personal, sentimos que es grave, inamisible, por cuanto se pierde la esencia misma del periodismo, la esencia clara de lo que debe ser esta noble profesión, que cada día es más reclamada por quienes están ávidos de justicia o por quienes desean vivir en un mundo lleno de paz y cordialidad.

La triste realidad nos muestra hoy en día a muchos colegas que de manera irresponsable, consientes o inconsciente, quizás con el deseo de formar parte de una élite que no les corresponde, se han pasado del lado de los que promueven el caos y la guerra, sin medir vagamente sus consecuencias.

Lo peor es que otros tantos han abandonado el país, para irse a refugiar, precisamente desde donde se nos acecha, desde donde se nos amenaza y desde donde se nos niega, el derecho de ser libres y soberanos.

Lo peor es que utilizan su conocimiento y sus destrezas en contra de los intereses de la República, quizás con una venda en los ojos que les impide ver más allá de sus propias narices, y por el contrario ponen su talento al servicio de quien promueve la barbarie y el sometimiento de los pueblos a la fuerza.

Aun cuando hemos defendido el estado legal del gobierno, no pedimos estar sujetos a los intereses oscuros que lo rodean, pues es deber de un buen Comunicador Social formular la críticas o las denuncias a que haya lugar en el momento preciso que la sociedad así lo reclame.

Que distinto hubiese sido, y quizás la patria no estuviese pasando por lo que pasa, si desde un comienzo todos los periodistas del país le hubiesen salido al paso a los desmanes, vengan de donde vengan, sin importar las reacciones de quienes transitan el camino de la ilegalidad.

El rol cuestionador que hacemos del periodista de hoy en día es tan visible que incluso han echado al cesto de la basura la denuncia cotidiana que merece el gobierno cuando no cumple con su deber, como por ejemplo enfrentar decididamente a la corrupción o por igual afrontar con severidad la delincuencia que mantiene arropada al país.

Al parecer vale más en una mayoría de periodistas promover el golpismo, lo insensato, la guerra, la invasión, antes que el estado de Derecho, la paz y la reconciliación entre los venezolanos, indistintamente de los colores políticos, raza o credo, a los cuales pertenecen.

Ante todo dejamos constancia que asumimos la crítica y los cuestionamientos que se nos puedan formular, pero sentimos que el gremio de periodistas, en estos momentos, no está cumpliendo con su misión, como el país lo reclama.

Basta ya de promover lo ilegal, lo incomprensible, los desmanes, sin ni siquiera meditar o realizar el debido análisis de todo lo que se impulsa.

Los cientos de miles y miles de lectores del país reclaman en este preciso momento un periodismo más activo, más audaz, más patriota, más cónsono con la realidad, más efectista, pero al mismo tiempo menos mediático, ceñido a las reglas sagradas que lo consagran.

Las nuevas generaciones de periodistas deben sacarse de entre los dientes ese casete que todo lo reproduce a ciegas, sin que se aplique un examen crítico y concienzudo a su contenido, antes de ser noticiado.

El periodista no puede permitir ser utilizado como trampolín por quienes pretenden defender sus intereses, a por aquellos que desean mantenerse en puestos privilegiados o de poder que la propia sociedad no se los ha concedido.

La verdadera lucha del periodista de hoy debe ser aquella que busque la reconciliación entre los venezolanos, la que evite el injerencismo, la que promueva la libertad plena y la independencia del país, pero sobre todo aquella que nos enseñe a amar cada vez más a la patria y le diga no a la guerra, para que la nación continúe transitando el camino de la paz entre venezolanos que se respetan y se aman.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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