El golpe de Honduras y la estrategia militar del Comando Sur

La sospechosa declaración del jefe del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, unos días antes del reciente golpe militar en Honduras, revela descarnadamente la verdadera realidad geoestratégica que subyace esa grotesca operación emprendida por la oligarquía hondureña y su fuerza pretoriana que es el ejército hondureño. El programa de Educación y Capacitación Militar Internacional del Pentágono para América Latina destina anualmente 6.000 millones de dólares para asistencia, financiamiento de programas y compra de armamentos para mantener los ejércitos particulares de las oligarquías nacionales  aliadas a los Estados Unidos. Parte de dicho presupuesto está destinado al mantenimiento de una fuerza de 600 militares estadounidenses que conforman el Grupo de Tarea Bravo que tiene como sede a la base aérea de Soto Cano, Palmerolas, la cual comenzó a funcionar luego del triunfo de la Revolución Sandinista, como puesto logístico de apoyo a la contra. El objetivo de dicha fuerza de tarea, según argumenta cínicamente el Comando Sur, es promover ejercicios conjuntos y la cooperación regional y “apoyar el desarrollo democrático” en Centroamérica.

De igual manera, el presupuesto de programa de Educación y Capacitación ha formado en la Escuela de Las Américas  881 militares hondureños, entre los cuales  se cuentan no solo los generales que dieron el golpe contra el gobierno de Zelaya sino también los mandos medios,  sargentos y tropas técnicas que dirigen la represión contra el pueblo hondureño, la represión contra los periodistas de Telesur y los que  vejaron y golpearon a nuestro embajador en Honduras, vicealmirante Laguna Laguna, al embajador de Nicaragua y al embajador de Cuba. El Departamento de Estado de los Estados Unidos argumenta cinicamente  que los programas de “educación militar” y de seguridad pública para Honduras en 2009 están diseñados para “mejorar las relaciones cívico-militares y la integración y estabilidad regional,  reforzar la noción del control civil de lo militar y promover los derechos humanos,  desarrollo de papeles militares y misiones para el siglo XXI, apoyar a las fuerzas armadas latinoamericanas cuando se desarrollen estructuras de fuerza y doctrina, demostrar apoyo a los derechos humanos y subordinación a las autoridades civiles y apoyar el desarrollo democrático en Centroamérica”. Como demuestran los hechos, nada de esa farragosa argumentación es cierta: los batallones del ejército hondureño se han comportado como simples tropas de ocupación teledirigidas por el Comando Sur, el cual, conjuntamente con el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA mueven los hilos que coordinan los movimientos de la burguesía títere hondureña al igual que los que mueven a la burguesía y la oposición títere venezolana. El factor que desencadenó esta operación golpista, entre otras causas, fue la adhesión del gobierno del presidente Zelaya al ALBA y su intención de  consultar al pueblo sobre  la convocatoria a una  asamblea constituyente que permitiese -eventualmente- redactar una nueva constitución para la nación hondureña. La mera posibilidad de convocar la constituyente supone ya una amenaza para los privilegios de la oligarquía hondureña, cuya docilidad y sumisión frente al imperialismo gringo es esencial para garantizar la permanencia de las bases militares  y las tropas del Comando Sur en Honduras. La lección del Ecuador y la clausura de la base de Manta, parece haber determinado que dicho comando estableciese claramente los límites que está dispuesto a tolerar en Honduras a la democracia participativa y al avance de la política del ALBA. Sin embargo, el rechazo unánime al golpe de Estado por parte de instituciones regionales como El Grupo de Rio, el SICA, la OEA, e internacionales como las Naciones Unidas, la Comunidad Europea, el Banco Mundial, la Federación Rusa, la República Islámica de Irán, la República Popular China, entre otras, permite prever en el mediano plazo una derrota de los golpistas hondureños. Sin embargo, es necesario prever también que estos grupos fascistas no están solos; aparte del Pentágono y la CIA, cuentan con el apoyo el lobby sionista-neoconservador, las transnacionales y el bloque mediático CNN,, Fox News, New York Times, Washington Post, Philadelphia Inquirer, etc. que detentan el poder imperial en los Estados Unidos y controlan el resto del monopolio mediático privado transnacional que incluye a Globovisión, El Nacional, El Universal y otras empresas televisivas, de radio y prensa escrita que forman el partido político mediático de “oposición” en Venezuela. Ese poderoso bloque de poder imperial transnacional está al parecer enfrentado al todavía débil bloque de poder del Presidente Obama, quien controla el gobierno federal de los Estados Unidos, de la República, y sin duda goza del apoyo popular mayoritario de su pueblo, pero no controla todavía sino una parte del poder. De nuestro, lado la Alianza Bolivariana  de los Pueblos de América Latina, conducida por un grupo de líderes decididos, inteligentes y capaces, conscientes de su misión histórica, como son el Presidente Hugo Chávez, el Presidente Daniel Ortega, el Presidente Raúl Castro y los primeros ministros del CARICOM, el Presidente Evo Morales, el Presidente Rafael Correa,  el Presidente Fernando Lugo y el Presidente Manuel Zelaya, representa la solución positiva para promover la futura independencia de América Latina del poder imperial de los Estados Unidos. Lo que está en juego es la pérdida de otro importante bastión político militar, soporte en el Caribe del sistema  hegemónico fascista que ha detentado hasta ahora el control absoluto de los Estados Unidos y del mundo entero. No es posible esperar cándidamente que dicho sistema colapse por sí sólo; es posible –sin descontar una intervención directa- que manipulen a fondo la carta militar colombiana para restarle fuerza a la Revolución Bolivariana; en nuestro caso su derrota sería también el enterramiento definitivo de la esperanza que aún tiene la derecha golpista y fascista venezolana de derrocar al Presidente Chávez e incluso, quizás, motivaría el auge de las fuerzas políticas democráticas que adversan la narco-dictadura mediático-militar de Uribe y el poder de la narco-oligarquía colombiana. Es posible igualmente que para desestabilizar a gobiernos amigos, jueguen a fondo la carta antichavista de la burguesía brasileña, la argentina y la chilena que hasta ahora han torpedeado el acceso de Venezuela a MERCOSUR, como ya intentaron desestabilizar un gobierno aliado como el iraní. Hay un interrogante vital: el poder de los pueblos. La dictadura fascista de Honduras sólo podrá consolidarse si logra quebrar el poder y la voluntad del pueblo hondureño,  neutralizar al presidente Zelaya y a la nueva y brillante lideresa Patricia Rodas, cosa que hoy 30 de Junio está todavía por verse.

*Investigadores Nacionales Emeritos FONACIT-PPI, Premios Nacionales de Cultura mencion Humanidades. 

iraida.vargas@gmail.com


 


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*Mario Sanoja Obediente y Iraida Vargas-Arenas

Escritor, antropólogo y docente universitario


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