Paraguay el triunfo de la esperanza

“El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno”

José Marti….

En Latinoamérica el pasado 20/04/2008 se acaba de producir un nuevo triunfo para los pobres y excluidos de la sociedad; ha ganado las elecciones presidenciales del Paraguay el candidato de la Izquierda y ex obispo católico, Fernando Lugo. Poniéndole fin a más de 60 años de gobiernos que solo produjeron enormes desigualdades socio-económicas.

En forma limpia e impecable, como lo sostienen los observadores de la OEA, ganó las elecciones para optar a la presidencia de Paraguay, Fernando Lugo. Exactamente como lo vaticinaron múltiples encuestas de opinión publica. Atrás solo quedan más de 60 años de control hegemónico del poder por parte del Partido Colorado, cuyo líder en un momento llego a ser el dictador Alfredo Strossner, y que represento para el pueblo paraguayo, represión, pobreza y desigualdades de todo tipo.

Fernando Lugo Presidente Electo del paraguay, nació en San Solano, Distrito de San Pedro del Paraná. Desde muy pequeño conoció lo que es el dolor y el sufrimiento, también lo de las alegrías y las esperanzas de su pueblo natal tan excluido socialmente por años. Ingresó muy joven al noviciado de la Congregación del Verbo Divino, siendo ordenado sacerdote en 1977. Estudió ciencias sociales en roma y de regreso a Asunción la Capital del Paraguay se dedico a la docencia universitaria. Fue Provincial de su Congregación, y desde 1944 hasta el 2005 fue obispo de la Diócesis de San Pedro del Ycuamandyú, una de las regiones más pobres y abandonadas de ese país.

El nuevo Presidente electo ha sido siempre un estudioso de la Teología de la liberación, por esta razón y producto de un largo proceso de discernimiento aceptó ser el candidato presidencial en representación de una coalición de partidos y movimientos sociales de inspiración progresista y de izquierda. Cuando se conoció este compromiso político de Fernando Lugo, inmediatamente llegó desde Roma la suspensión ad divinis de su cargo como Obispo titular de su Diócesis. La curia Romana no aceptó que este sacerdote asumiera la vocación de servir a los demás desde la arena política.

El hoy Presidente del Paraguay hace unos meses dijo sobre los inicios de su ministerio sacerdotal: “En San Pedro he vivido todas las experiencias humanas. Las experiencias de dolor, de muerte, de persecución a los campesinos, de calumnia, de amenazas; pero también de triunfo, de logros, de esperanzas. Y todas ellas juntas nos elevan a la experiencia de Cristo, aquel que nos llamó a vivir con intensidad toda la gama de situaciones humanas, el Cristo Histórico, el Cristo de la fe, que vivió en el contexto de Nazaret, Jerusalén y siempre ha sido la fuente de inspiración para que el hombre y la mujer sean más humanos”.

Este es el perfil socio/político de quien gobernará el Paraguay los próximos cinco años.

Este triunfo renueva la esperanza de todo cristiano, ya que representa todo un compromiso de Justicia Social y el bien común para todo el pueblo paraguayo. Además es notable como siguen soplando los vientos de cambios progresistas por toda la América Latina tan excluida y castigada por los grandes capitales en medio de la vorágine económica neoliberal. Este cambio de épocas ha sido reconocido por los propios obispos de Latinoamérica, cuando recientemente, en la Conferencia de Aparecida en Brasil levantaron su voz para denunciar que las “desigualdades que marcan tristemente nuestro Continente, mantienen en la pobreza a una multitud de Personas”.

Desde Venezuela, saludamos este gran triunfo del pueblo paraguayo, no sólo porque en ese país se abre un nuevo porvenir en beneficio de las grandes mayorías excluidas, también porque el proyecto de país que presentó el hoy presidente electo al pueblo paraguayo, representa la esperanza y la aspiración de muchos pueblos de la América Latina que buscan superar el actual estado de miserias y, por encima, lograr que todo ser humano tenga la dignidad y la justicia que el neoliberalismo niega.

El nuevo presidente de Paraguay en su campaña explico: “Creo sinceramente que el poder es un proceso de construcción. Nosotros, como la Teología de la Liberación, hemos optado por el método de hacer ese poder, es decir, construirlo a partir de esa realidad sangrante, desafiante, de pobreza, de miseria, de exclusión que viven nuestros pueblos. El verdadero, el autentico, el genuino cambio viene desde abajo, viene desde dentro; y no desde afuera y desde arriba. El poder se construye desde la gente más sencilla que se unen por sus reivindicaciones y también en sus grandes proyectos e ideales políticos”. Bueno desde aquí lo que nos resta es decir manos a la obra.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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