La Finanza y el embrión el capital burgués

La Revolución Francesa señala la llegada de la sociedad burguesa y capitalista. Su característica esencial es la de haber logrado la destrucción del régimen señorial y de las órdenes feudales privilegiadas: cuyo objetivo era abolir en todas partes los restos de las instituciones de la Edad Media. Que haya acabado en el establecimiento de una democracia liberal es algo que concreta aún más su significación histórica. Desde este doble punto de vista, y bajo la perspectiva de la historia mundial, merece ser considerada como el modelo clásico de revolución burguesa. La Revolución Francesa plantea, pues, dos problemas. Problemas de tipo general: los relativos a la ley histórica de la transición del feudalismo al capitalismo moderno. No hace falta concretar que el feudalismo en este último sentido presenta diversos matices según la fase de su evolución y también según los países y las regiones. El papel histórico de la Revolución Francesa fue el de asegurar, por la destrucción de la feudalidad así definida, la transición hacia la sociedad capitalista. Desde el momento en que las artes y el comercio consiguen penetrar en el pueblo y crean un nuevo medio de riqueza en ayuda de la clase trabajadora, se prepara una revolución de las leyes políticas; una nueva distribución de la riqueza prepara una nueva distribución del poder.

Así como la posesión de las tierras elevó la aristocracia, la propiedad industrial eleva el poder del pueblo; este adquiere su libertad... Pero este aspecto no explica todos los caracteres de la Revolución Francesa. Las razones para que haya constituido el episodio más clamoroso, por su propia violencia, de las luchas de clase que han llevado a la burguesía al poder. Si es cierto que la nobleza y el clero perdían parte de su privilegio fiscal, también lo es que conservaban su preeminencia social y el clero su autonomía administrativa tradicional. Cambiando completamente las estructuras económicas y sociales, la Revolución Francesa rompía al mismo tiempo el armazón estatal del Antiguo Régimen, barriendo los vestigios de las antiguas autonomías, acabando con los privilegios locales y los particularismos provinciales. Así hizo posible, del Directorio al Imperio, la implantación de un estado moderno que respondía a los intereses y a las exigencias de la burguesía, el hecho esencial es que el viejo sistema económico y social fue destruido y que la Revolución Francesa proclamó sin ninguna restricción la libertad de empresa y de beneficios, despejando así el camino hacia el capitalismo. Impulsada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía invade el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todos los sitios, crear por doquier vínculos.

Los Masones no han aprendido aquella primera gran lección que fue La Gran Revolución, en la cual jugaron un gran papel Revolucionario, y devoró a la mayoría Masónica, empezando por su gran Maestre, el Orleáns; mejor dicho, por el Masón Luís XVI, para continuar con Girondinos, Hebertistas, Jacobinos, etc., y sobrevivieron algunos fue gracias al Brumario. Toda la formación del Masón y el fin público de la Masonería tiende a que logren y concedan todas las premisas necesarias para el triunfo de las Revoluciones, que después los llevan por delante. Y así como la desaparición de Napoleón permitió transformar La Revolución Real en formal, es una clásica verdad, la de que nadie destruye aquello que desea heredar: todo lo demás es un artificio sofístico, sí la lucha de clases en el área económica es, en su primer efecto, reformista y contraria por ello a las premisas teóricas determinantes, en su autentica y real trascendencia es puramente Revolucionaria. Pero, subordinándose, a la ocultación de su verdadero fin... La limitación de la plusvalía y, por tanto, de la acumulación de riqueza, en virtud de la lucha de clases, tan sólo es apariencia, un espejismo creado para provocar el movimiento Revolucionario Primario en los pueblos.

Los Rthschild, fueron jefes de aquel oculto comunismo Primario. Se apoya esta opinión en el hecho cierto de que: los más altos jefes de la Primera Internacional, ya pública, entre ellos Herzen y Heine, obedecieron al Barón Lionel Rosthschild, cuyo retrato revolucionario, hecho por Disraelí, Premier Inglés y también criatura suya, nos lo legó pintado en el personaje Sidonia, el Hombre que según el relato, conocía y mandaba, siendo un millonario, en más espías, carbonarios, Masones, Judíos, Gitanos revolucionarios, etc. Parece todo fantástico; pero está demostrado que Sidonia es el retrato idealizado del hijo de Nathan Rothschild, como también consta la batalla que libró contra el Zar Nicolás a favor de Herzen. Batalla que ganó. Sí todo lo que podemos adivinar a la luz de estos hechos es realizad, ya podríamos hasta personalizar quién es el inventor de la formidable Máquina de Acumulación, que es la “Finanza Internacional”, el cual sería el mismo que creó La Internacional Revolucionaria: algo genial. Crear con el Capitalismo la acumulación en el más alto grado, empujar a los trabajadores al paro y a la desesperación y, a la vez, crear la organización que debía unir a los trabajadores para lanzarlos a la Revolución. Sería éste el capitulo más sublime de la Historia más aún: se recuerda una frase de la madre de los cinco Hermanos Rothschild: (Si mis hijos quieren no habrá más guerra). Es decir, que son “Ellos” árbitros, señores de la Paz y la Guerra, y no los Reyes, Primer Ministros o Presidentes.

¿Cómo y por qué se alza el ignorado Trotski, ganando de golpe autoridad superior a los más viejos y prestigiosos Revolucionarios... Sencillamente, se ha casado. Junto a él viene a Rusia su mujer, Sedova? ¿Vamos a ver quien es ella? Es la hija de Givotovski, unido a los Banqueros, socios y parientes del grupo financiero de Wall Street y uno de los cinco de la Federal Reserve, que, financió al Japón, y, a través de Trotski, financió a la vez La Revolución de 1905. Ahí tienen el motivo de que Trotski, de un golpe pasase a la cabeza del escalafón Revolucionario. Y ahí tienen la clase de su personalidad verdadera. El secreto lo tenía la mujer de Lenín, la Krupskaya. Ella sabía quién era realmente Trotski; ella es quien convenció a Lenín para que aceptase a Trotski. Si no lo acepta, Lenín hubiera seguido bloqueado en Suiza; ésta ya era una poderosa razón para él y también lo fue el saber que ayuda traía Trotski a la Revolución. Supo Lenín, desde luego, que Trotski traía el dinero y poderosas ayudas internacionales; el “vagón precintado” cargado de armas, fue la demostración. Imaginen, a unos pocos hombres con un poder infinito de posesión de bienes reales, y los verá dictadores absolutos del valor de cambio; por tanto, dictadores de la producción y la distribución y en consecuencia, del trabajo y del consumo. Anarquía capaz de hacer quemar ingentes cantidades de alimentos antes de darlos a las gentes hambrientas; capaces de lo que con frase gráfica escupió Walter Rathenau: “Hacer que medio mundo se dedique a fabricar mierda y hacer que el otro medio se dedique a consumirla”.

Las reparaciones y las limitaciones económicas de Versalles no las determinó la conveniencia de ninguna nación. Al fin, en realidad, se llegó a la consecuencia práctica de imponerle a la República de Weimar hacer un Dumping fantástico si quería pagar algo de las reparaciones. Y el Dumping ¿Qué era?... sub-consumo, hambre en Alemania y paro en la misma medida en las naciones importadoras. Sí no importaban, paro en Alemania. Hambre y paro en una y otra parte; he aquí la primera consecuencia de Versalles... ¿Era o no el Tratado Revolucionario?... Se hizo más: se intentó una reglamentación igual en el plano Internacional... ¿Saben lo que la medida representa en plan Revolucionario?... Es el imponer el anárquico absurdo de hacer producir lo suficiente y propio a cualquier economía nacional, estimando que para lograrlo es indiferente su clima, sus fuentes naturales de riqueza y hasta la educación técnica de directores y obreros. Siempre fue un recurso para compensar las desigualdades naturales, en calidad del suelo, clima, minerales, petróleo, etc., entre las economías nacionales el trabajar más los países pobres; es decir, explotar más a fondo su capacidad de trabajo para suplir la deficiencia del suelo, a la cual se deben agregar otras desigualdades, que también se compensaban por tal medio; por ejemplo, la diferencia en los utillajes industriales, la reglamentación del trabajo impuesto por la Sociedad de Naciones, evocando un principio abstracto de igualdad en la jornada, era en realidad, dentro de un sistema de producción, compensada con las importaciones de los países natural e industrialmente autosuficiente.

Proclamar que la huelga es lucha por el bienestar inmediato de los trabajadores, sólo es un pretexto; un pretexto necesario para lanzarlos al sabotaje de la producción capitalista; sumando así a las contradicciones del sistema burgués la de los trabajadores; sea cual sea el volumen y el resultado de una huelga, ella es una merma en la producción. Como sabemos, fin único de toda lucha de clases en el ámbito económico es ganar más y trabajar menos; traducido a efectos económicos, es consumir más produciendo menos. Tal absurdo económico, en nuestro léxico, tal contradicción, inadvertido por los trabajadores, cegados de momento por un aumento de salarios, es automáticamente anulado por un aumento en los precios, y sí éstos se limitan por coacción Estatal, ocurre igual, la contradicción de querer consumir más produciendo menos es remediada con otra: La inflación monetaria. Y así, se provoca ese círculo vicioso de huelga, hambre, inflación, hambre. Al fin, este medio para mejorar el estado económico de una clase es ensí un empobrecimiento de la economía general; sea cual sea el volumen y el resultado de una huelga, ella es una merma en la producción. Efecto general más miseria, de la cual no se libra la clase trabajadora. A veces los trabajadores triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de la clase laboral.

Desde tiempo inmemorial se nos repite con hipocresía: “todos los hombres y mujeres somos iguales”, y desde tiempo inmemorial la desigualdad más deshonrosa y horrorosa pesa insolentemente sobre el género humano. Hoy que se pide con una voz más fuerte se nos contesta: ¡Callad, miserables! La igualdad de hecho no es más que una quimera; conformaos con la igualdad condicional: sois todos iguales ante la ley. Canallas, ¿Qué más quereís?

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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