Mucho se escrito y especulado con relación a la liberación de Clara Rojas, Consuelo González y el niño Emmanuel. Este caso de liberación es eminentemente humanitario, desde cualquier ángulo que se mire; aquí ha intervenido el gobierno de Colombia, por haber permitido a la comisión del rescate el acceso a territorio colombiano; las gestiones y coordinación directa del Comandante Presidente Hugo Chávez y la aceptación de liberación por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En fin, tres escenarios con diferentes actores y acciones, pero con un solo objetivo: “la liberación de rehenes”, que aun cuando haya concurrido cualquier impensable condición, los secuestrados están sanos y salvos; y punto.
Cabe referir también en esta ocasión, los términos mezquindad y política. Mezquindad se define como cualidad o hecho propio de un mezquino y mezquino, significa avaro, tacaño, pequeño, escaso, miserable, necesitado, falto de generosidad, honestidad y lealtad. Política, entre varias concepciones encontramos que es la actividad del que participa directamente en la vida pública con un comportamiento prudente y hábil para conseguir un determinado fin. En este sentido, cuando se es políticamente mezquino se adopta una conducta tacaña, miserable, escasa, pequeña y falta de generosidad. Se han hecho aseveraciones y consideraciones sin el peso fundamental de la noticia que es la veracidad; los politiqueros de oficio y demás opinadores son mezquinos cuando restan importancia y tergiversan la mediación primordial del Presidente Chávez , quien ha dicho que si el gobierno de Colombia le permite entrevistarse con el Jefe de las FARC, Pedro Antonio Marín, alias “Manuel Marulanda” o “Tirofijo”, se abren muchas posibilidades de entrega de todos los rehenes y se abona el camino hacia la paz.
Unos opinadores hablan de grandes sumas de dinero que pudo haberse pagado a cambio de la liberación, pero no dicen cifra exacta porque ello es un invento mental malsano y han llegado al extremo de afirmar que los liberados ya estaban en una finca propiedad de un militar; no obstante, si las rehenes hubiesen pernoctado en dicha finca ¿Cuál es problema? fueron liberadas en suelo venezolano y punto. Ese militar es el Cap. de Navío Ramón Rodríguez Chacín, actual Ministro del Poder Popular para Interior y Justicia, bolivariano y revolucionario a carta cabal, que ha demostrado con su temple que las tiene consigo, cuando nuestro Comandante Chávez le ha encomendado cualquier comisión del tamaño que sea, para luego decir con regocijo castrense: “misión cumplida mi Comandante en Jefe”. Otros opinadores también han expresado que los integrantes de la columna guerrillera encargados de la entrega mostraron gestos muy cariñosos y amables con las rehenes, como si más de seis años de contacto con ellos no han sido suficientes para generar cordialidad. Además lo cordial no quita lo valiente.
También, se preguntan porqué las liberadas Clara y Consuelo se cambiaron de ropa en el helicóptero que las trasladó. Ante semejante necedad la Senadora Piedad Córdoba, respondió: “Pregúntenle a ellas”. Por otro lado, han dicho que no mostraban cansancio por la larga caminata, como si la columna guerrillera y las secuestradas venían a trote por la selva. Se supone que habían llegado mucho antes al sitio de la liberación, camuflajearse y esperar. Asimismo, han aseverado que las mujeres guerrilleras mostraban peinados como de peluquería, es decir, bien peinaditas. Esto en verdad es una elucubración, porque en las imágenes televisivas que a cada rato muestra Venezolana de Televisión, no se observa ese tipo de “peinados” y en realidad, no podría observarse ya que dichas mujeres cargaban gorras que le cubrían la cabeza. Entonces cabe preguntar ¿Cómo se puede visualizar el peinado? Estas y muchas conjeturas se han oído, pero por favor hagamos periodismo real, objetivo y veraz. Eso nos enseña la universidad.
Más de 40 millones de hermanos colombianos ansían la paz que se vio truncada hace 50 años por el enfrentamiento entre liberales y conservadores. Y hasta la próxima, si Dios quiere.
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