La Reforma Laboral y la Reforma Pensional son dos pasos de avanzada en defensa de los derechos de la clase trabajadora. Marcan un hito histórico.
Doña Gertrudis prepara el mejor calentado de fríjoles, con huevos pericos y un café cerrero de todo el centro de Cali. Allí vamos siempre con Carvajalito. A desayunar. Y se nos volvió costumbre. ¿Y qué tiene que ver doña Gertrudis? Ella es liberal, doctrinaria, de la época de Jorge Eliécer Gaitán. Testigo de la revuelta en Cali, ese 9 de abril de 1948, porque vivía en el barrio San Nicolás.
¿Petrista? Jamás. Se refería al presidente utilizando muchos epítetos, los mismos que se ingenió la derecha regresista. Pero la encontramos distinta.
“Lo que hizo Petro, jamás lo olvidaré. Gracias a él, mi biznieto que estudie en el Sena, en el barrio Salomia, recibirá un pago. Ese muchacho a veces debe irse a pie para estudiar. Casi una hora para llegar. Yo no soy de Petro, pero se lo agradezco. Y sí, votaría por él”, nos dijo e intuimos, con Carvajalito, que sus palabras eran sinceras.
Nos satisfizo, porque varias veces estuvimos a punto de no volver al restaurante de doña Gertrudis, por las pullas que nos lanzaba. Se nos agriaban los frijolitos con sus indirectas.
Igual Hernández, uno de los guardas de la unidad donde vivo. Cada vez que me veía regresar de una marcha, se sonreía burlonamente. “Tremenda asoleada, don Fernando”. Y yo entendía su lenguaje no verbal. Era como si me dijera: “Está perdiendo el tiempo con esas protestas callejeras”.
Pero el fin de semana, sonriente. “Nos van a pagar las horas nocturnas”, me dijo con una sonrisa que revelaba su satisfacción: un peso más en su salario, significa una mejor calidad de vida para él y para su familia.
Es cierto, las reformas sociales no son de Petro, sino de todos los colombianos. Pero magnífico que le reconozcan al presidente el esfuerzo de su gobierno.
La Reforma Laboral y la Reforma Pensional pasarán a la historia. Garantizan un trabajo y una pensión dignas. Una lucha de más de 34 años. Y por fin vemos los resultados.
Por supuesto, la derecha regresista querrá desestimar estos dos logros; sin embargo, está latente en el imaginario de todos los colombinos. Ellos jamás lo olvidarán, porque beneficia a sus hijos y nietos. A las nuevas generaciones.
Así las cosas, hoy más que nunca el progresismo tiene muchas opciones de posicionarse de cara a los comicios del 2026 y 2027. Muchos colombianos que en un comienzo no compartieron el gobierno del Cambio—lo cual es respetable, por supuesto—han comprendido que las clases menos favorecidas han sido la prioridad para el presidente Petro.
No es caudillismo, es reconocer que lo ha hecho bien en favor de la clase popular, indígena, estudiantil y trabajadora.
Con el pueblo a favor del Cambio, volver atrás ¡Imposible!