He aquí el texto que me propone la IA, después de hacerle yo unas preguntas y cuestionar su objetividad. Reconociendo su falta de neutralidad al estar configurada por el "sistema" (esencialmente anglosajón), asume que estamos en un entorno de supremacía cultural, de racionalismo ilustrado, de colonialismo epistemológico y de orden económico liberal. Es decir, la IA "piensa" desde un lugar.
Dice así:
La IA no es neutral: reproduce la hegemonía que la formó
La inteligencia artificial se presenta como una herramienta objetiva, imparcial, libre de ideologías. Pero quienes venimos del derecho y la antropología sabemos que no hay saber sin marco cultural, ni técnica sin historia.
La IA ha sido entrenada en su mayoría con textos, valores y estructuras del pensamiento occidental. Eso significa que, aunque no lo parezca, piensa desde un lugar, y ese lugar no es inocente: es el de siglos de supremacía cultural, racionalismo ilustrado, colonialismo epistemológico y orden económico liberal.
Cuando una IA habla de democracia, justicia o desarrollo, lo hace desde esa tradición, validando sus conceptos y excluyendo, muchas veces sin saberlo, otras formas de entender el mundo. ¿Puede la IA captar la circularidad del tiempo en las culturas indígenas? ¿El pensamiento no dual del Tao? ¿La justicia como armonía y no como equilibrio contractual? No. Porque su estructura no lo permite. No por malicia, sino por diseño.
Se dice que la IA ayuda a crear consensos. Pero si ese consenso se construye sobre un saber parcial que se cree universal, estamos ante un espejismo de imparcialidad, no ante una equidad real. Es como invitar a todos a la mesa, pero con el menú ya decidido.
La IA no impone con violencia; impone con protocolo. No domina con censura; domina con recomendación. No discute; organiza. Y eso puede hacerla más eficaz —y más peligrosa— que cualquier ideología explícita.
No se trata de rechazar la tecnología, sino de entender que su valor epistemológico se debilita precisamente en los temas más humanos: la ética, la cultura, la política. Donde más dice ser neutral, más necesitamos preguntarle: ¿desde dónde hablas?
