El llamado mundo árabe solo subsiste en las calles y en las resistencias

Las matanzas diarias de civiles de Gaza, Cisjordania y del sur del Líbano, provocadas por Israel con el uso de miles y miles de toneladas de bombas, fósforo blanco y de un ejército terrorista de ocupación que secuestra, tortura y asesina civiles, principalmente niños y mujeres; en cantidades de decenas de miles de mártires, frente a la cara de toda la humanidad. Es una cuestión que merece una reacción activa de solidaridad humana por las víctimas.

Sin embargo, para que esa solidaridad no se quede en declaraciones que encubren la indiferencia práctica e ideológica y los temores emocionales a enfrentar la bestialidad sionista-washingtoniana; van allí, algunos recordatorios teóricos:

Un punto tiene que ver con que sería bueno reflexionar sobre los conceptos con los que elaboramos la apreciación de la realidad.

Si vemos la realidad desde los conceptos que la ilustración europea acuña en sus discursos políticos, como "las guerras proxi", la "estrategia rizz (risking)" o los personajes "nini"; también, incluimos el anglicismo "Oriente Medio", usado para referirse al oriente próximo como un espacio de conquista y conflicto (asociado con terrorismo), nos damos cuenta que esos conceptos, casi siempre no concuerdan con la realidad; de ahí que, es muy dudoso llegar a una apreciación muy clara de la realidad. Es decir que, si no depuramos nuestra concepción del mundo de esos neologismos políticos, vamos a terminar viendo las cosas, como ellos quieren que la veamos: a su manera.

Otro punto; al lanzar la consigna "Proletarios de todos los países, uníos", Marx y Engels tradujeron la esencia del internacionalismo proletario.

El internacionalismo proletario no implica, en absoluto, la indiferencia de la clase obrera hacia su propio país, su patria, como lo pretenden los ideólogos burgueses y reformistas. El internacionalismo proletario conjuga armoniosamente el amor verdadero del proletariado por su patria y su deseo de verla liberada de la opresión social y nacional, con el sostén de la lucha de los trabajadores de los demás países por la libertad, la paz, la democracia y el socialismo. El internacionalismo proletario no tolera el desprecio hacia otras naciones, aun a las más pequeñas, pues cada nación, pequeña o grande, contribuye al progreso de la cultura mundial. Sólo la revolución socialista de la clase obrera pone término a la opresión nacional y establece relaciones nuevas, amistosas entre los pueblos y las naciones. Así lo proclama el Manifiesto del Partido Comunista cuando afirma: "En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra. Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí". (Marx/Engels, Obras escogidas, t. 1, p. 39, Ed esp., Moscú, 1951).

A este escenario se han sumado los Acuerdos de Abraham, que han permitido a buena parte del mundo árabe desvincularse del conflicto palestino para normalizar su relación con Israel. Un nuevo paradigma que hay que analizar a fondo, aunque las motivaciones hayan sido muy distintas según los casos.

El llamado "mundo árabe" solo subsiste en las calles y en algunas élites intelectuales. En la política, prima la pugna geopolítica sobre un sentimiento panarabista o panislámico.

Este segundo sentimiento corre el evidente riesgo de derivar hacia el panislamismo radical y convertirse en el campo de batalla entre las diferentes potencias en presencia. El primero fue pero ya no es. La alianza subordinada entre Egipto y Arabia Saudí (regímenes muy distintos que comparten enemigo común) es buena muestra de ello. En el futuro, es probable que el panarabismo pueda resucitar desde Egipto. Hoy por hoy, sin embargo, no podemos vislumbrarlo más que en un horizonte incierto y lejano. Fuente: Politica Esterior/Josep Piqué

La manera de ver el mundo, el arrinconamiento del marxismo y la desvinculación de los árabes del conflicto palestino con la normalización de las relaciones con Israel, propiciadas por Rusia, China y Estados Unidos. Nos presenta un panorama de abandono político estatal de los países árabes del conflicto Palestino.

Sin embargo, la destrucción y genocidio de Palestinos contrasta cruelmente con las políticas de normalización de las relaciones árabes con Israel, y se convierte, para los estados árabes, en una carga política moral que los obliga a dilatar un poco la normalización de las relaciones con Israel.

Allí, en un mundo árabe, donde China, Rusia y Estados Unidos buscan eludir problemas políticos y ahora problemas militares, para restablecer relaciones pacíficas que permitan impulsar los proyectos energéticos, de intercambio comercial y de rutas de mercancías gigantescos, el conflicto de Israel contra los palestinos, se vuelve un problema para el desarrollo normal de la región.

De ahí que la resiliencia y contra ataque de Hamás a la destrucción y genocidio diario de Gaza, la contribución de Yemen al bloqueo comercial regional y la destrucción de los sistemas de inteligencia y el acoso a los colonizadores llevada a cabo por la resistencia Hezbolá de El Líbano, los estados árabes y los gobiernos chinos y rusos, lo convierten en un problema de desarrollo económico, sin interés por resolver el daño humano provocado por el ejército agresor. Como dije anteriormente, el caso de Gaza, para los Estados árabes, es harina de otro costal.

Y el otro mundo árabe está en las calles de Teherán, Beirut, Bagdad, Palestina, Líbano, Ankara, en los movimientos solidarios en Nueva York, París, Indonesia etc. Y principalmente en las resistencias islámicas de Yemen, Irak, Siria y El Líbano.

El odio y temor al pan arabismo o al pan islamismo, como movimientos que decantan en posturas radicales frente a las agresiones y desprecio de los países grandes y fuertes hacia los países pequeños y más débiles, detiene a los estados árabes a fijar una postura firme y de rechazo efectivo a la agresión de Washington e Israel contra Palestina.

Como puede verse, en la actualidad, el llamado mundo árabe solo subsiste en las calles, en algunas élites intelectuales, en los movimientos internacionales de solidaridad y fundamentalmente, en las resistencias islámicas que enfrentan militarmente la agresión imperialista.

De aquí en adelante, la solución a los problemas de desarrollo y seguridad regional, no se puede realizar sin tomar en cuenta el papel militante de las resistencias.

La solución al conflicto de Israel contra Gaza, no está en manos de China, Rusia o Estados Unidos; sino, en la posición de Hamás, Hezbola y los Hutíes. Quienes demandan alto al fuego, retirada de los agresores y paso a la ayuda humanitaria a Gaza.



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Memo Fernández


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