La Tecla Fértil

Ecosistemas biológicos y acuiferos sin control por las grandes corporaciones alimenticias

El COVID- 19 no es una unidad de guerra sanitaria aislada, es un conjunto de factores que inciden en una respuesta política entre las fuerzas imperiales, porque incide en la regulación de la economía y la superpoblación, lo que implica, en que El aumento de la aparición de virus está estrechamente relacionado con la producción de alimentos y la rentabilidad de las corporaciones multinacionales.

. Cualquiera que pretenda comprender por qué los virus se están volviendo más peligrosos, debe investigar el modelo industrial de agricultura y, más específicamente, la producción ganadera. En la actualidad, pocos gobiernos y pocos científicos están preparados para hacerlo, todo lo contrario. Cuando surgen los nuevos brotes, los gobiernos, los medios de comunicación y, incluso, la mayoría de los centros médicos están tan concentrados en la emergencia por separado, que descartan las causas estructurales que están conduciendo múltiples patógenos marginados a un fenómeno global inesperado. Esto ha permitido que los animales rastreros y depredadores se muten entre sí y fortalezcan, obligando a las industrias herbicidas y zootécnicas ha preparar venenos más fuertes.

He mencionado la agricultura industrial. El gran capital encabeza el acaparamiento de tierras en los últimos bosques primarios y tierras de cultivo de pequeños propietarios en todo el mundo. Estas inversiones impulsan la deforestación y un desarrollo que conduce a la aparición de enfermedades. Tal como viene sucediendo con Jair Bolsonaro y los judíos en Las Pampas Argentinas y Patagonia que quieren desplazar a los mapuches de sus tierras originarias.

La diversidad funcional y la complejidad que representan estas enormes extensiones de tierra se están racionalizando de tal modo que los patógenos, previamente cerrados, se están extendiendo a las comunidades locales de ganado y humanos. En resumen, los centros de capital, lugares como Londres, Nueva York y Hong Kong, deben considerarse nuestros principales puntos críticos de enfermedades.

En este momento, no hay patógenos libres de la influencia del capital. Incluso los más remotos se ven afectados, aunque sea desde la lejanía. El Dengue, Kinkicuya, Ébola, el Zika, los coronavirus, la fiebre amarilla nuevamente, una variedad de gripes aviares y la peste porcina africana se encuentran entre muchos de los patógenos que salen de las zonas más remotas del interior (de los ecosistemas salvajes) hacia las zonas periurbanos, las capitales regionales y, finalmente, hacia la red global de viajes. De los murciélagos en el Congo hasta matar gente que toma el sol en Miami en pocas semanas.

¿Qué hacían tantos camellos en Australia? Absolutamente nada, víctimas del fuego y de la mano inescrupulosa de los cazadores. Cuando fácilmente podían ser trasladados al desierto sahariano.

El planeta Tierra es en gran parte un Planet Farm (planeta granja), tanto en cuanto a biomasa como tierra utilizada. El agronegocio tiene como objetivo acaparar el mercado de alimentos. La casi totalidad del proyecto neoliberal se organiza en torno a los esfuerzos para apoyar a las empresas con sede en los países industrializados más avanzados para robar la tierra y los recursos de los países más débiles. Como resultado, muchos de estos nuevos patógenos previamente controlados por ecologías forestales de larga evolución están siendo liberados, amenazando al mundo entero.

La agricultura dirigida por el capital que reemplaza las ecologías más naturales ofrece los medios perfectos para los que los patógenos pueden desarrollar los fenotipos más virulentos e infecciosos. No se podría diseñar un sistema mejor para engendrar enfermedades mortales.

Mauricio Macri, Jair Bolsonaro deberían ser sancionados por la Organización de Las Naciones Unidas, ONU, y el presidente de Venezuela por la explotación del oro y la minería en la Cuenca Acuífera del Orinoco y ese dinero obtenido no se esta reinvirtiendo en obras, como el oncológico para adultos y la finalización del ferrocarril de Caracas a Barquisimeto, Venezuela.

La expansión de los monocultivos genéticos de animales domésticos elimina cualquier cortafuegos inmune disponible para desacelerar la transmisión. Las grandes dimensiones y densidades de población facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. La alta productividad, como parte indisoluble de cualquier producción industrial, provee continuamente el suministro de nuevos materiales susceptibles al virus, y que alimentan la evolución de la virulencia. En otras palabras, el agronegocio está tan enfocado en las ganancias, que la selección de un virus que podría matar mil millones de personas se considera un riesgo que vale la pena asumir.

Estas compañías pueden externalizar los costes de sus operaciones epidemiológicamente peligrosas en todo lo demás. Desde los propios animales hasta los consumidores, los trabajadores agrícolas, los entornos locales y los gobiernos de todas las jurisdicciones. Los daños son tan extensos, que si imoputáramos estos costes a los balances de la compañía, los agronegocios, como sabemos, acabarían para siempre. Ninguna compañía podría soportar los costes del daño que causa.

Hay pistas espaciales que apuntan aquí. El seguimiento de contactos de infecciones vinculadas se remonta al mercado mayorista de alimentos marinos de Hunan en Wuhan, donde se vendieron animales salvajes. El muestreo ambiental parece señalar el extremo oeste del mercado, donde había estos animales salvajes. ¿Pero, cómo de atrás hay que ir para investigar y con qué amplitud debemos hacerlo? ¿Cuándo, exactamente, comenzó la emergencia? El enfoque en el mercado pierde los orígenes de la agricultura silvestre en el interior y su creciente capitalización. A nivel mundial, y en China, los alimentos silvestres están formalizados como sector económico. Pero su relación con la agricultura industrial se extiende más allá de simplemente compartir los mismos capitales. A medida que la producción industrial (porcina, de aves y similares) se expande hacia el bosque primario, va presionando todos aquellos que cultivan alimentos silvestres para que se adentren más en el bosque para encontrar animales salvajes, lo que aumenta la interfaz y la propagación de nuevos patógenos, incluido el COVID-19.

Pero esta no es una manera de actuar específicamente china. Los Estados Unidos y Europa también han servido como origen para nuevas gripes, recientemente el H5N2 y el H5Nx, y sus multinacionales y representantes neocoloniales impulsaron la aparición del Ébola en África occidental y el Zika al Brasil. Los funcionarios de salud pública de EE.UU. protegieron los agronegocios durante los brotes del H1N1 (en 2009) y el H5N2.

Bolsonaro, en Brasil a salido airoso porque empezó a talar bosques desde el corazón de Brasil con corporaciones internacionales, poniendo en peligro, los ecosistemas venezolanos y del Ecuador. El peligro de los patógeno es que las autoridades sanitarias no tienen un control sobre la distribución estadística del riesgo. No tenemos idea de cómo puede responder el patógeno. Pasamos de un brote en un mercado a infecciones en todo el mundo en cuestión de semanas. El patógeno podría quemarse. Esto sería genial, pero no lo sabemos. Una mejor preparación mejoraría las probabilidades de socavar la velocidad de propagación del patógeno. La declaración de la OMS también es parte de lo que yo llamo "teatro pandémico". Las organizaciones internacionales han muerto ante la inacción. La Liga de las Naciones (previo a la ONU) nos vuelve a la mente. El grupo de organizaciones de la ONU siempre está preocupado por su relevancia, poder y financiación. En cambio, esta organización y sus diferentes agencias podrían haber convergido en la preparación y prevención reales que el mundo necesita para interrumpir las cadenas de transmisión del COVID-19.

Existe la terrible historia del empleado de la compañía de dispositivos médicos de Miami que, al volver de China con síntomas similares a la gripe, hizo lo correcto para su familia y comunidad y exigió que un hospital local le examinara de COVID-19. Le preocupaba que su opción mínima del Obamacare no cubriera las pruebas. Él estaba en lo correcto, dado que la prueba costaba 3.720 dólares. Una demanda estadounidense podría ser una orden de emergencia que estipule que, durante un brote de pandemia, el gobierno federal pagará todas las facturas médicas pendientes relacionadas con la prueba de infección y el tratamiento después de un positivo. Queremos alentar a las personas a buscar ayuda, después de todo, en lugar de esconderse e infectar otra gente, porque no pueden pagar el tratamiento. La solución obvia es un servicio nacional de salud, con todo el personal necesario y equipado para gestionar las emergencias de toda la comunidad, de manera que nunca se desalientan la cooperación comunitaria. El uso de un brote para probar el control autocrático después del brote demuestra la inmoralidad y el carácter deshonesto de la gestión capitalista de los desastres. En relación a la salud pública, yo me posiciono al lado de la verdad y la compasión, que de hecho son importantes variables epidemiológicas. Sin cualquiera de las dos, las leyes perderán el apoyo de la población. Un sentido de solidaridad y respeto común es una parte fundamental para obtener la cooperación que necesitamos para sobrevivir juntos tales amenazas. Las cuarentenas automáticas con el apoyo adecuado -Registros de brigadas de vecinos capacidades, camiones de suministro de alimentos que van de puerta a puerta, permiso de trabajo y seguro para desempleo- pueden generar este tipo de cooperación. Todos estamos juntos en esto.

Para reducir la aparición de nuevos brotes de virus, la producción de alimentos debe cambiar radicalmente. La autonomía de los agricultores y un sector público fuerte pueden frenar la aparición ambiental de cadenas de contagio unidireccionales y las infecciones descontroladas. Introducir variedades de ganado y cultivos, y reestructuración estratégica, tanto a nivel de granja como regional. Permitir que los animales para alimentación se reproduzcan en el lugar para transmitir inmunidades probadas. Conectar la producción justa con la circulación justa. Apoyar a los subsidios de precios y los consumidores que favorezcan la producción agroecológica. Es importante que se defiendan estas medidas ante las compulsiones que la economía neoliberal impone a los individuos y las comunidades, así como las amenazas de la represión del Estado dirigidas por las fuerzas del capital.

La agroindustria como modo de reproducción social debe terminar para siempre, aunque sólo sea por una cuestión de salud pública. La producción de alimentos altamente capitalizada depende de prácticas que ponen en peligro toda la humanidad, en este caso ayudando a desatar una nueva pandemia mortal. Deberíamos exigir que los sistemas alimentarios se socialicen de tal forma que, en primer lugar, se evite la aparición de agentes patógenos tan peligrosos. Esto requerirá, primero, reintegrar la producción de alimentos a las necesidades de las comunidades rurales. También requerirá prácticas agroecológicas que protejan el medio ambiente y los agricultores en la medida que cultivan nuestros alimentos. En general, debemos sanar las fallas metabólicas que separan nuestras ecologías de nuestras economías. En resumen, tenemos un planeta para ganar.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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