Cuál fue el verdadero objetivo de la visita de Pompeo a Rusia

En la reciente reunión de los cancilleres de Rusia y Estados Unidos para discutir sobre la situación internacional, particularmente sobre Irán y Venezuela, se sembraron fuertes indicios de una estrategia norteamericana que consistiría en proponerle a Rusia un acuerdo, suerte de quid pro quo, mediante el cual ellos se abstendrían de intervenir en Irán a cambio de que Rusia no interfiriera en los planes norteamericanos de intervención en Venezuela, en una especie de re-edición de la tristemente célebre coexistencia pacífica.

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Hay indicios preocupantes que hacen temer esa posibilidad, como el hecho que Estados Unidos haya pospuesto inesperadamente la entrada al Golfo Pérsico de su portaviones Abraham Lincoln, como señal del abandono de sus intenciones militares, aunado a las recientes medidas de prohibir los vuelos entre Venezuela y Estados Unidos de aviones con matrículas de ambos países, la presión ante Guaidó y la Asamblea Nacional para que autorice la intervención militar aplicando un artículo de la constitución; así como el estruendoso silencio de los medios rusos sobre el tema.

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Solo el tiempo dirá si ese objetivo era cierto o no y si lo logró.

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EL PLAN NORTEAMERICANO DE INTERVENIR ES INAMOVIBLE

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Pero hay dos cosas ciertas:

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Primero: Estados Unidos va a seguir adelante con su plan de apropiarse de la casi totalidad de las reservas petroleras mundiales para tener conseguir el dominio planetario a través del control de la energía, el cual se comenzó a implementar en el Oriente Medio en países como Irak, Afganistán, Libia, Siria, etc. desde el mismo momento en que finalizó la Guerra Fría y en el cual Venezuela pasó a ser un objetivo fundamental cuando se descubrieron sus inmensas reservas de crudo.

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Es decir, la conducta intervencionista imperial no es producto de diferencias ideológicas ni nada por el estilo. Que Venezuela sea socialista o capitalista les importa un rábano. El objetivo es el petróleo y no desmayarán en alcanzarlo, no importa los reveses que encuentren.

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SOLO LOS VENEZOLANOS PODREMOS SALVARNOS

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Segundo: A la hora de las chiquitas, y en vista de lo acontecido, la defensa del país va a ser responsabilidad de los venezolanos y sería ingenuo descansar las esperanzas únicamente en ayudas internacionales, que pueden existir, pero tienen un límite.

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Y esa defensa para mí tiene dos vertientes fundamentales en cuyo sentido hay que trabajar más aceleradamente:

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EN EL PLANO MILITAR

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  1. En el plano militar, combinando un poderoso ejército con un fuerte contingente de milicianos. Estados Unidos, después de la amarga experiencia de Vietnam que casi le cuesta el poder al establishment norteamericano, le tiene pavor a una guerra que involucre grandes contingentes de su infantería, por lo que es vital configurar una milicia de millones de efectivos, perfectamente equipados y entrenados, no solo con fusiles, sino con chalecos antibalas, dispositivos misilísticos ante aéreos y anti blindados, con entrenamiento masivo en el manejo de explosivos y con un buen número de francotiradores, por decir lo menos.

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El genio visionario de Chávez había propuesto la creación de una fuerte milicia y la constitución de una fábrica de fusiles Kalaishnikov (que tanta falta nos hacen ahora) consciente de que, al poseer las reservas mundiales más grandes de crudo, tarde o temprano tendríamos que enfrentar una amenaza militar.

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Pero como muchas de las ideas de Chávez, esta tampoco se concretó en la forma en que se necesita y tenemos que estar construyéndola sobre la marcha. Es la diferencia entre un político y un estadista. Un político tiene una visión cortoplacista, toma sus decisiones bajo una ecuación de costo beneficio, como en el caso de la milicia, que a primera vista ve como un gasto innecesario de recursos y de esfuerzo ante una "hipotética" confrontación, y que prefiere dedicar esos recursos a políticas populistas que le atraigan votos. Un estadista no piensa así, ve más allá y se anticipa a las dificultades.

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En realidad, si se hubiesen llevado a cabo los planes de Chávez de elevar la producción petrolera a seis millones de barriles diarios; de construir una amplia red ferroviaria que uniese al país; que se hubiese llevado a cabo la industrialización aguas abajo aprovechando la enorme existencia de recursos minerales y no utilizarlos para exportarlo como en el caso del arco minero; de establecer una poderosa agricultura y ganadería que nos garantizasen la seguridad alimentaria, etc., etc., la situación en nuestro país fuese totalmente diferente y viviésemos los venezolanos con una calidad de vida que sería la mejor ventana de demostración al mundo de las bondades del socialismo del siglo XXI y no tendríamos que vivir bajo esta espantosa crisis.

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EN EL PLANO INTERNACIONAL

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  1. En el plano internacional, construyendo construir una sólida política de alianzas a nivel global. Para ello hay que dejar a un lado esas posiciones de niña llorona y acuseta y esgrimir argumentos que conciten al apoyo mundial.

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Bajo el esquema actual a la inmensa mayoría de los países le sabe a casabe lo que ocurra o no con Venezuela o con Maduro. Si no les importó para nada la conducta norteamericana con la cárcel de Guantánamo, con la ruptura del pacto antinuclear, con la no firma del protocolo de Kioto, con su intervención en Libia, Siria, Afganistán e Irak, menos les importará la situación en Venezuela.

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Se necesita presentarles argumentos que demuestren como los planes de hacerse con la mayoría de las reservas mundiales de crudo, que incluyen intervención en Venezuela les afectará directamente sus principales intereses económicos en materia energética.



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Carlos Enrique Dallmeier


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