Turquía después de las elecciones

El domingo 24/06 el presidente turco Racep Tayyip Erdogan fue reelecto con el 52% de los votos. Convocó elecciones anticipadas dado los graves nubarrones de tormenta que se ciernen sobre la economía turca y las reacciones populares que amenazan su reinado de 15 años al frente del estado turco.

Un triunfo contradictorio, ya que si bien en lo inmediato legítima los poderes especiales que le otorga la última reforma reaccionaria de la constitución, que al cambiar el régimen parlamentarista por uno presidencial le permiten hasta designar jueces, no pudo derrotar y sacar del Parlamento al HDP (Partido Democrático de los Pueblos), la tercera fuerza electoral que encabeza la resistencia política a su régimen bonapartista. El HDP, que tuvo que enfrentar importantes maniobras fraudulentas, logró superar el 10% de los votos que es el piso para entrar al Parlamento. Obtuvo el 11,6 % y 67 escaños, cerrando el camino para que el AKP de Erdogan lograra mayoría parlamentaria propia, ya que si el HDP no superaba el piso sus bancas hubieran correspondido al partido oficial.

A su vez el porcentaje obtenido para lograr la mayoría está integrado por un 42% de votos de su partido el AKP (Alianza del Pueblo) y un 10% de su aliado de derecha el MHP (Movimiento de Acción Nacionalista). Cayendo el AKP en un 10% de los votos propios, con los cuales tenía mayoría parlamentaria. Ahora se verá obligado a negociar y conceder muchas cosas a su socio para poder imponerse en el Parlamento.

La oposición más numerosa y que se postulaba para derrotar a Erdogan, formada por el socialdemócrata CHP (Partido Republicano del Pueblo) obtuvo el 30% de los votos. Número que  sumado a los votos de sus socios de la “Alianza de la Nación” (CHP, IYI, SP, DP), cada uno de los cuales llevo candidatos propios, llega hasta un 38%.

La crisis económica

Turquía con sus 81 millones de habitantes durante los gobiernos de Erdogan se convirtió en una de las 20 economías más importantes del mundo. Su ejército es el segundo más numeroso de la OTAN. Existen fuertes inversiones de la UE en su territorio, entre ellas las terminales automotrices de todas las marcas europeas y se ha desarrollado una fuerte industria de la construcción, como reaseguro del valor de las ganancias capitalistas, desarrollando un fuerte movimiento especulativo que ha generado una peligrosa “burbuja” inmobiliaria.

Como resultado de la crisis económica mundial del 2008 y su traslado a las economías emergentes, un país que hasta el año pasado conservaba tasas de crecimiento del 7,4 % anual, ahora viene presentando fuertes síntomas de crisis que amenazan con terminar con la “prosperidad” que la burguesía y los negocios capitalistas tuvieron durante los años pasados, y que le permitió a Erdogan otorgar algunas concesiones menores a su población en el terreno de la atención sanitaria, los servicios públicos y la seguridad ciudadana, con las que se hizo fuerte en los barrios populares del país.

Su electorado mucho más amplio que los sectores pobres, recoge el voto de pequeños comerciantes y capas medias de toda Turquía. Y de los sectores ligados a la religión islámica que también votan por él, que volvió a darles gran presencia combatiendo la tradición secular que imperaba en el Estado Turco generada por el kemalismo.(1)

Su reciente e importante descenso de 7 puntos (en relación a las legislativas de noviembre del 2015) se debe entonces a la crisis económica que atraviesa el país y que llevó a una devaluación de la Lira del 20%,  la mitad de esa cifra, un 10%, en los días previos a las elecciones. Esta devaluación se trasladó alos precios al impactar sobre el petróleo y los bienes que importa la economía (el petróleo  además venía subiendo su valor en el mercado internacional). En los últimos meses se produjo un aumento promedio del 11% en los precios de los artículos de consumo, en una economía que tiene un 15% de inflación anual.

Los economistas burgueses señalan que la economía de Erdogan, que utiliza fuertes subsidios y prestamos con el objetivo de alimentar el mercado interno y la floreciente y especulativa industria de la construcción, no puede sostener un “déficit por cuenta corriente (55.400 millones de dólares, uno de los más altos del mundo en términos absolutos)”. (2)

“El aumento de las tasas de interés mundiales y la creciente amenaza de una guerra comercial desatada por el presidente de EEUU, Trump, va a afectar especialmente a las llamadas economías capitalistas emergentes como Turquía. El coste de los préstamos en moneda extranjera va a aumentar mucho y es probable que se revierta el flujo de inversión extranjera. Turquía tiene una deuda externa equivalente al 50% de su PIB, y está aumentando rápidamente. Debe dedicar más del 20% del PIB anual al pago de la deuda externa y más de un tercio vence en los próximos 12 meses.”(3)

Los poderes especiales del presidente no serán utilizados al servicio de enfrentar las ganancias de las empresas capitalistas nativas y las multinacionales sino, más allá de su discurso nacionalista, para aplicar fuertes planes de ajuste sobre el pueblo y los trabajadores que compensen la crisis y caída de la ganancia de los capitalistas turcos.

Un régimen político represivo en crisis

La “democracia” turca es en realidad un régimen represivo con miles de presos políticos. Ha realizado fuertes matanzas sobre la población kurda que con sus 20 millones de habitantes puebla el sur del país (se calculan en 40.000 los muertos del pueblo kurdo durante 30 años de conflicto entre el régimen turco y el PKK). Política represiva que se extiende por fuera de las fronteras en la persecución de los kurdos del norte de siria, donde está la heroica región de Rojava y las milicias kurdas del PYD (Partido de la Unión Democrática).

El dirigente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, el máximo líder histórico tanto de los cuadros del DBP (el partido kurdo turco de masas que integra el HDP) como en la dirección del PYD sirio y de importantes formaciones kurdas del norte de Irak e Irán, esta hace casi 20 años preso en una cárcel de máxima seguridad, acusado de terrorismo, pese a sus intentos de negociar la paz con el régimen turco en distintas oportunidades.

Pero la suerte de Öcalan también la sufren 50.000 ciudadanos turcos opuestos al régimen que están detenidos a la espera de juicio. Hay presos, desde activistas de la lucha de la Plaza Takzim Gezi cuando en el 2013 la “primavera turca” lanzó a miles de jóvenes contra el régimen, pasando por funcionarios estatales e integrantes de las fuerzas armadas acusados de participar en el fallido golpe de estado de 2016, a decenas de periodistas opositores al gobierno, el representante de Amnistía Internacional, nueve diputados del HDP, entre ellos su último candidato presidencial, Selahattin Demirtas, preso  hace 20 meses, que tuvo que hacer campaña desde la cárcel.

Existen más de 130.000 funcionarios y empleados estatales echados de sus puestos por su supuesta simpatía o participación con el golpe del 2016, lo que le ha servido a Erdogan para reemplazarlos por adictos a su fracción política, algo que viene haciendo en forma paulatina desde que asumió el control del Estado. El 18 de julio el jefe de estado turco decretó el fin del “estado de emergencia” decretado después del golpe, pero esta medida no significa la liberación automática de los presos políticos y continúan muchas medidas represivas que hacen que el estado de excepción continúe de hecho.

Pese a este carácter represivo del régimen, que ha contado con una base social que ahora se empieza a deteriorar de la mano de la entrada de la crisis económica, no ha podido derrotar a esa alianza surgida de las luchas de la plaza Taksim que es el HDP, que integra al partido kurdo DBP, con distintas minorías nacionales y de género y los partidos de la izquierda turca. Ni ha podido frenar importantes movilizaciones por los derechos de la mujer, por reivindicaciones democráticas y otras acciones de la clase obrera.

Paradójicamente, en el momento que Erdogan parece concentrar el mayor poder, al ser un presidente que tiene poderes especiales, es quizás el punto de inflexión donde su reinado empieza a opacarse de la mano de la creciente crisis económica y el seguro incremento de las luchas sociales que esto traerá.

Entre los apoyos de Erdogan debemos sumar a los dirigentes de la Unión Europea, que lloran lágrimas de cocodrilo ante las acciones represivas del dictador, pero que tienen fuertes intereses económicos en el país y lo subsidian con 3.000 millones de euros anuales para que el mandatario turco retenga a más de dos millones de refugiados sirios en su territorio y les impida transitar hacia una Europa cada vez más blindada  para los refugiados e inmigrantes.

Más temprano que tarde el “sultán” de Turquía será derrotado por la movilización de los trabajadores y el pueblo turco, y de todas las nacionalidades oprimidas y minorías que habitan ese enorme país.

Las tareas democráticas de lograr la libertad de los presos, el restablecimiento pleno de las libertades democráticas y el llamado a elecciones limpias y a una Asamblea Constituyente, que refunde el país sobre nuevas bases, respetando el derecho a la autodeterminación de los kurdos y las nacionalidades oprimidas, empalmaran con las luchas de los trabajadores por su salario y condiciones de vida en una sola pelea. Una lucha que cuestionará las bases mismas del sistema capitalista turco.

El HDP (Partido Democrático de los Pueblos)

Es una alianza política integrada por el partido kurdo PDB, en la que  encontramos en su fundación al Partido Laborista, al Partido Socialista de los Oprimidos, el Partido Socialista Democrático (socialdemócratas del que proviene el principal dirigente del HDP, Demirtas), el Partido de la Refundación Socialista, al Partido Revolucionario de los Trabajadores (partido ligado al SWP inglés), el Partido del Trabajo (maoístas albaneses), al Partido de la Izquierda Verde y a varias organizaciones que representaban a mujeres, a la comunidad LGBT y a las minorías aleví y armenia.

En el 2015 el HDP logra el 13% de los votos y 80 diputados, al superar el piso del 10% y entra al Parlamento. Esto produce una importante crisis al gobierno del entonces primer ministro Erdogan, que pierde la mayoría parlamentaria y luego de meses sin poder lograr un acuerdo con la oposición para formar un nuevo gobierno, vuelve a retomar el control perdido en unas nuevas elecciones llamadas sobre el fin de ese año. (4)

Su programa es democrático y de reformas al interior del sistema capitalista. Como lo definen los dos copresidentes del HDP, Pervin Buldan & Sezai Temelli, en el artículo publicado en la web de People’s Democratic Party, en el cual definen su propuesta como un programa pro-laboral, ecologista, anti-crisis, fructífero y justo de HDP en lugar de la política pro-crisis, injusta, anti-laboral y anti-ambientalista del AKP” (5). No se encuentran en sus  propuestas medidas anti capitalistas de primer orden como el no pago de la abultada deuda externa o la nacionalización de la banca y el comercio exterior.

Cenjis Gunez en su extenso artículo “La nueva izquierda turca” publicado en New Left Review de Nov/Dic de 2017, también detalla este programa para concluir: “El principal impulso de su plataforma económica era reformista, en lugar de proponer un sistema económico socialista como hizo la izquierda turca en el pasado…” (6)

Los aciertos y debilidades del HDP

 Por un lado constituye un frente político enormemente progresivo en el combate contra el bonapartismo de Erdogan y levanta banderas democráticas fundamentales, desde el respeto al derecho del pueblo kurdo, de las distintas minorías, de la lucha por la emancipación de la mujer y la necesidad de una Constituyente para transformar el país, pero por el otro al no plantear esta pelea como una pelea que incluya reivindicaciones para ir a una transformación anti capitalista, que enlace las necesidades económicas inmediatas con las tareas de fondo, muestra sus limitaciones.

La revolución democrática en Turquía como toda revolución en esta etapa de decadencia del capitalismo, puede avanzar hasta cierto punto en el terreno de las conquistas de las  libertades democráticas de carácter político, pero es imposible que avance hasta el final rompiendo los lazos con el imperialismo, terminando con la opresión a las minorías nacionales, o incluso con la opresión a las mujeres sin romper con la estructura capitalista del país.

Para los revolucionarios de Turquía está planteada la tarea de construir un partido consecuentemente anti capitalista, capaz de llevar las tareas de la revolución democrática hasta el final y avanzar al socialismo.

La revolución de Rojava en el Norte de Siria

No se puede hablar de la situación política turca sin señalar como impacta sobre ella la enorme revolución de Rojava. Y más cuando la comunidad kurda del norte de siria está pegada a las comunidades kurdas del sur turco, con las cuales las unen infinitos lazos étnicos, nacionales, culturales, políticos, etc.

Cuando la “primavera siria” devino en guerra civil a partir de las matanzas del genocida presidente sirio  Al Assad sobre los pueblos y ciudades que se le oponían, Erdogan tuvo la política de intervenir para apoyar a la oposición y de esta forma entrar en la disputa por regiones del anarquizado país vecino. Lo hizo apoyando a los elementos yihadistas de la oposición para evitar, como pretendía el resto de la burguesía árabe y el imperialismo, que los comités democráticos de la revolución siria se fortalecieran.

Su apoyo a los yihadistas, bajo la mirada cómplice del imperialismo, y el apoyo activo de otras potencias regionales como Arabia Saudita o Qatar, buscaba destruir a esta oposición democrática, que en un enorme parchis de  sectores y organizaciones, dominó la mayoría del país, entre ellas su segunda ciudad de El Alepo, hacia el año 2012.

Esta política ayudó al surgimiento y fortalecimiento del ISIS tanto en el norte de Siria como en el norte de Irak y la fundación del “Califato”. Erdogan aprovechó al Estado Islámico para combatir la creciente lucha kurda del norte de Siria, que con las milicias del YPG (que tienen como referencia la histórica línea política del PKK) peleaban por la autonomía de los cantones kurdos del norte de Siria. Apoyos a los yihadistas con armas, contrabando de petróleo de los pozos controlados por ellos, etc., fueron parte cotidiana de las intervenciones del gobierno turco en la región.

La lucha heroica de los kurdos por defender sus territorios contra esa bestia fascista que es el Estado Islámico tuvo un hecho de trascendencia mundial en la defensa de Kobane en el 2014/15, que logró superar fuerzas mucho mejor pertrechadas con el heroísmo de su pueblo kurdo combatiente, tanto de las milicias del YPG como de las formaciones armadas de las mujeres kurdas del YPJ.

El triunfo de Kobane, la experiencia de la región de Rojava, permitieron poner en práctica una experiencia democrática de administración comunal, con asambleas de base, que impactó a todo el mundo y propagandizó, entre otras cosas, las banderas de emancipación de la mujer, que para los kurdos es uno de los centros claves de su programa político.

El MST integra el Comité Argentino de Solidaridad con el Kurdistán y nos sentimos identificados con aquellos combatientes (mujeres y hombres) que heroicamente arriesgan sus vidas por el derecho a la autodeterminación de su pueblo.

Nuestro incondicional apoyo a esta enorme lucha, a esta pelea revolucionaria, nos permite también debatir fraternalmente las diferencias políticas que tenemos con su dirección tanto del YPG sirio, como el DBP turco, en definitiva con los cuadros que siguen la orientación política teórica del PKK.

Los debates con la dirección kurda

Un grave error el no haber intervenido en la guerra civil siria para combatir al genocida de Al Assad.

Si este dictador con el apoyo de Rusia, Irán y el Hezbollah está ganando su guerra contrarrevolucionaria, es porque desde un comienzo todas las potencias regionales que se le oponían intervinieron para evitar que se afirmara una dirección democrática del pueblo sirio.

En el año 2012, cuando el dictador estaba contra las cuerdas, estaba planteado derrocarlo, apoyando la pelea del pueblo sirio que a través de numerosas organizaciones y de sus incipientes comités de la república estaba dando pelea. Era fundamental para toda fuerza revolucionaria intervenir, pelear la dirección de esa tremenda revolución democrática, disputando con las organizaciones islamitas que terminaron copando la dirección de gran parte del frente opositor.

La dirección kurda optó por no intervenir en este proceso, aislándose en la defensa de sus territorios, para luego tener que dar una pelea defensiva contra ese monstruo fascista que significó el ISIS. Ahora que Al Assad está recuperando la inmensa mayoría del territorio del país y tiene el terreno despejado de fuerzas opositoras, los kurdos van a verse encerrados entre un Erdogan que quiere evitar que se consolide una región autónoma kurda en su frontera sur y un Al Assad que de ninguna forma piensa permitirla y que años atrás no dudo en usar armas químicas para enfrentarla.

La otra gran discusión es sobre su alianza militar con EEUU con el objetivo de derrotar al ISIS.Las alianzas militares son alianzas políticas y es fundamental delimitar públicamente su alcance sino se quiere ver atrapado en las maniobras, en este caso, del mayor terrorista del mundo, el ejército norteamericano.

Como revolucionarios anti imperialistas hemos denunciado y repudiado la presencia e injerencia de los yanquis, la OTAN, los rusos, etc., en la región. Defendemos ante todo el derecho a la autodeterminación del pueblo sirio, ya que ninguna injerencia imperialista va lograr nada positivo para la revolución de los pueblos oprimidos.

Se argumenta que una dirección de un proceso democrático y un pueblo en lucha tienen derecho a realizar acuerdos militares circunstanciales al servicio de defender militarmente la revolución que encabeza. Esto es así.

Aunque es lícito preguntarse si esta debilidad de los kurdos en la pelea contra un enemigo mucho mejor pertrechado como era el Estado Islámico, que es lo que argumentan que los lleva a realizar la alianza militar táctica con los yanquis, no hubiera sido distinta si desde el comienzo la dirección kurda se hubiera involucrado con todo en la “primavera siria” y disputado su dirección.

Lo que no puede ninguna dirección anti imperialista hacer es justificar las política se su circunstancial aliado, evitar denunciarlo y explicar su rol político global contrarrevolucionario. Esto es un grave error que la dirección del PKK ha cometido y que se volverá en contra del proceso que acaudilla.

En un reciente artículo del diario el PAIS de España titulado “¿Quién documenta las víctimas de la coalición internacional en Siria?”, al abordar el rol de EEUU y sus aliados de la OTAN en Siria e Irak  y las matanzas de civiles desatadas por sus bombardeos se señala: < “… ya que hemos registrado unas 26.000 denuncias de muertes en Siria e Irak desde 2014, de las cuales estimamos que se han producido un mínimo de entre 6.321 y 9.712″, matiza Chris Woods, fundador de Airwars.>

Derrotada la amenaza del ISIS, la revolución de los cantones kurdos enfrenta en lo inmediato las amenazas del mandatario turco, dispuesto a cruzar con su ejército la frontera, como ya lo hizo en Afrín donde contó con la complicidad de Al Assad y Rusia, para poder golpear brutalmente a la población local.

Más que nunca hace falta una campaña internacional en defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo.

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La cuestión nacional kurda y el PKK – Un debate fraternal

La nación kurda constituye el pueblo más importante de la actualidad, 40 millones, que no tiene un estado o territorio propio para su nacionalidad. Son 20 millones al sur de Turquía y el resto están repartidos por el norte de Siria, Irak e Irán. Su nación ha sido víctima de los acuerdos para trazar nuevas fronteras realizadas por los ganadores de la Primera Guerra Mundial (ingleses y franceses) con la burguesía turca y distintos sectores de los jeques árabes.

El PKK (Partido de los trabajadores del Kurdistán) fundado en 1978 por Abdullah Öcalan nació a la vida reivindicando el derecho a la unidad nacional kurda En 1977 redactó su primer programa, que en gran parte resumía las ideas expresadas en el manifiesto. En estos documentos se declara que el objetivo inmediato del PKK es una revolución “nacional democrática” que conduzca a un “Kurdistán independiente y democrático”. Rechaza con firmeza toda opción distinta de la creación de un Estado nacional kurdo; el programa original llamaba a denunciar las actitudes “capituladoras”, que no aspiran a deshacerse del yugo colonial de la república turca y proponen cosas como la “autonomía regional” y otras por el estilo, que en esencia no son más que una “componenda con el colonialismo”. El programa llama a una “lucha decidida” contra semejantes ideas (PKK, 1984: pp. 45-49) (Alex de Jong ¿De apisonadora estalinista a mariposa libertaria? La evolución ideológica del PKK)

Pero en los ’80 Öcalan abandona el marxismo de raíz stalinista que le dio origen a su pensamiento para tomar las ideas  del anarquista y ecologista social Murray Bookchin. Hace una crítica a la concepción del estado nacional para cambiarla por su teoría del Confederalismo Democrático: “El Confederalismo Democrático de Kurdistán no es un sistema estatal, sino un sistema democrático de las personas sin un Estado. Con las mujeres y la juventud en vanguardia, es un sistema en el cual todos los sectores de la sociedad desarrollarán sus organizaciones democráticas propias. Es una política ejercida por los ciudadanos libres confederales, iguales para elegir sus representantes regionales. Está basado en su propia fuerza y pericia. Su poder deriva de las personas en todas las áreas, incluyendo su economía, se buscará la autosuficiencia.” (Abdullah Öcalan, Al Pueblo Kurdo y a la Comunidad Internacional.)

El líder histórico kurdo abandona por esos años la expropiación de la propiedad privada, el socialismo como el marxismo lo conoce y el método de análisis marxista para reemplazarlo por una teoría espiritualista del “hombre libre” con rasgos similares a la que maneja el zapatismo.

Ya no se trata de buscar la unidad nacional de la nación kurda destripada en cuatro países de la región, ahora se persigue tan solo autonomías en el marco de respetar los actuales estados nacionales bajo las fronteras delineadas por el imperialismo un siglo atrás.

Los que defienden este cambio en la posición de la dirección kurda sobre el estado nacional plantean que una actitud “secesionista” sería utilizada por los gobiernos y regímenes adversos para aislar a los kurdos del resto de la población explotada y oprimida del país.

Esto es un error ya que el Kurdistán es una nación que ha perdido su unidad nacional por la política del imperialismo y no puede contraponerse la lucha por los derechos nacionales con las luchas que unen a la población kurda explotada con la clase trabajadora y los pueblos con los que convive en los distintos territorios. La pelea por autodeterminación del pueblo kurdo y su derecho a tener un territorio propio, obtener la unidad nacional que el imperialismo le birló, es una pelea que choca contra los límites del sistema capitalista imperialista de la región y los hermana con las luchas democráticas y anti capitalistas de sus pueblos.

Justamente los revolucionarios siempre han  ganado el respeto de la clase obrera y de los pueblos oprimidos poniéndose a la cabeza de sus luchas cotidianas. Pero no por ello han dejado de hacer propaganda y explicar pacientemente los objetivos estratégicos de su lucha, hasta que la circunstancias políticas coloquen esos objetivos como una tarea para la acción.

Nuestro programa no contrapone las tareas destinadas a la movilización inmediata de las masas con las más estructurales y estratégicas. Al contrario el método de nuestro Programa de Transición es establecer un puente entre ambas.

Las declaraciones de la dirigente de  Bese Hozat, copresidenta de la Unión de las Comunidades de Kurdistán (KCK) rechazando el referéndum realizado por el presidente de la región autónoma kurda del norte de Irak, Masud Barzani, realizadas el 20 de setiembre de 2017, también reflejan este rechazo a tener una política destinada a formar un estado nacional kurdo.(7)

Hozat señala primero la inutilidad de un estado kurdo, al que contrapone su teoría del “confederacionismo democrático”, para luego plantear que es una burda maniobra de un gobierno que ha transigido con los yanquis y Erdogan y ahora está en problemas. El referéndum se ganó por amplia mayoría y la consecuencia inmediata fue la avanzada del ejército regular iraquí sobre Kirkuk para desalojar a los tropas kurdas asentadas allí, operación que dejo un tendal de muertos.

Barzani puede ser un sátrapa, que como otros recurrió a una maniobra táctica para ocultar sus crisis, pero al igual que cuando Galtieri hizo algo parecido y tomo la bandera de la recuperación de las Malvinas, nosotros sin apoyar al dictador estuvimos con el pueblo argentino contra los ingleses. Igual actitud se debería haber tenido frente al legítimo reclamo de independencia del pueblo del Kurdistán iraquí y apoyarlos por encima de las maniobras de Barzani. No hacerlo permite que la lucha kurda se debilite frente a sus enemigos comunes y ayuda enormemente a la “maniobra” de Barzani.

Lamentablemente las consecuencias de resignar en el programa la pelea estratégica por la unidad política del Kurdistán bajo el argumento de no caer en actitudes que nos separen de la unidad con el resto de los trabajadores y los pueblos oprimidos, en la práctica ha producido el error que se quiere combatir al  aislar la lucha del pueblo kurdo del norte de Siria con la del resto del pueblo sirio contra Al Assad.

Y esto ha llevado a cometer serios errores como el haberse vistos involucrados en acciones tácticas con el ejercito del genocida de presidente sirio: “El ejército y gobierno sirio en algunos lugares como Alepo y Al-Raqa hoy luchan junto a los kurdos y el Ejército Democrático de Siria(frente militar con otras naciones al interno de Siria construido desde las milicias kurdas, apoyado tácticamente por los EEUU en su avance sobre Al-Raqa) en diversos frentes de batalla, pero el gobierno sirio no da su mano a torcer frente a la propuesta federativa constitucional que le proponen los kurdos…”(Ronald Denis, Öcalan y el sentido de la revolución, web Kurdistán América Latina, 12/05/2017) (subrayados nuestros)

Lo de Alepo fue particularmente grave. Porque la conquista de Alepo por parte de Al Assad marcó el punto de inflexión que le permite derrotar a la oposición siria y los pueblos que lo han enfrentado. Las zonas kurdas de Alepo jugaron un rol “neutral” frente al avance del ejército sirio, como reconoce la activista kurda Hazhwin Azeez, al describir las atrocidades de los islamitas y de las tropas de Hezbollah en la pelea de Alepo.(8)

Este debate sobre nuestras diferencias con la dirección política del movimiento kurdo del PKK, no debe confundir. Estamos con la gran lucha democrática revolucionaria del pueblo kurdo que enfrenta la contrarrevolución en Medio Oriente y que como toda gran lucha democrática tiene una dinámica anti capitalista.

El apoyo a esta enorme lucha no puede justificar los errores de una dirección que teniendo origen en corrientes stalinistas, viró hacia posiciones neo anarquistas y abandonó la tarea estratégica de la unidad nacional y la necesidad de recuperar un estado nacional de todo el pueblo kurdo, cambiándola por una confederación de comunas autogestionadas, apoyada en una economía que respeta la propiedad privada, no como una cuestión de desarrollo táctico del proceso, sino como la negativa de avanzar hacia una sociedad socialista tal cual el marxismo lo concibe.

 


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Gustavo Gimenez

Gustavo Gimenez es miembro del Partido Argentino Movimiento Socialista de Trabajadores (MST) y de la Liga Internacional Socialista (LIS)


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