¡Aquí desnudo hasta el hueso tu pesadilla, Santos!

En Colombia existe una sola dinastía que ha gobernado el país desde que los tres jinetes del Apocalipsis, Gonzalo Jiménez de Quezada, Sebastián Belalcázar y Nicolás Fermán llegaron a Bogotá en 1539. Que llegaron hediondos a chamusquina de tantos indios que quemaron: cargados de cabezas tronchadas, ahítos de desorejados, violados y mutilados. Estaban éstos, pues, tres grandes fascistas ondeando sus gonfalones de las tibias y la calavera, haciendo una representación adelantada de los valores eternos de la Europa franquista y hitleriana, hoy perfectamente sustentada por la Merkel y Rajoy.

Allí, en Bogotá, estos tres monstruos se dedicaron a procrear con furor lo que sería toda esa "bella familia" de asesinos, la que ha gobernado de siempre la Nueva Granada; una familia entrecruzada por aberraciones de sangre y asesinatos, y que a la postre dejaron a unos goditos expertos en despellejar, aperrear y quemar seres humanos (que la Inquisición se quedó bien pendeja); en desparramar odio inmenso hacia los lugareños; en propiciar soberbias y continuadas carnicerías con sevicia y misas negras; instaurando orgiásticas guerras civiles inextinguibles; traiciones espantosas, una de las más bestiales guerras civiles recrudeció el día en que asesinaron a Sucre, el 4 de junio de 1830. Desde aquel día ese pobre y maldito país nunca ha conocido la paz.

No sabíamos que este señor Juan Manuel Santos, engatusando a idiotas con el premio nobel de la paz es capaz de sufrir pesadillas. ¡Increíble! Nunca tuvo una pesadilla leyendo la historia de su país, que es como para volverse loco, para que jamás pudiese conciliar sueño alguno, pero es que él es todavía un inocente niño (supra-anormal) que duerme como un angelito, hasta que… ahora llega y descubre que ha tenido sueños húmedos también de sangre porque para él Venezuela es su más pavorosa pesadilla.

Señores lectores: Juan Manuel Santos no tiene imaginación ni sensibilidad para sufrir pesadillas, que su propia familia es la procreadora de los sicarios y gatilleros de la peor especie, que precisamente se hicieron perros falderos de Estados Unidos y dueños de los más poderosos medios de comunicación de su país para impedir que jamás se conociera el horror de todo lo que han hecho en su tierra colombiana.

Y para ello, pues, sólo basta ver de entradita la clase de amigos que se gasta: Álvaro Uribe Vélez.

Y viene ahora, en el cenit de su gloria, gracias a los nazis europeos, a coronar con ese trofeo anegado en pus y sangre con el que se pretender tapar sus matanzas y la genialidad de sus falsos positivos. Se lo otorgan (el premio nobel de la paja y otras pelusas) la Unión Europea y Estados Unidos en nombre de Quezadas, Belalcázar y Ferdermán, por los servicios prestados en todo lo que ha hecho a favor del narcotráfico y la destrucción del continente.

Eso es todo. Aquí te vamos a desnudar totalmente:

    1. Tú, Juan Manuel Santos, muy bien pudiste alguna vez tener pesadillas con los criminales de tu familia que propiciaron durante medio siglo, la violencia entre conservadores y liberales, mediante la cual ustedes, los Santos, instauraron la práctica de los "Corte de Mica", "corte de florero", formas de descuartizamiento, prácticas de antropofagia, empalamiento, aberraciones sexuales, piromanía, genocidios; "Corte de Franela" ( "vengarse de las víctimas" cortándole el cuello y por la herida sacarle la lengua imitando una pequeña corbata), "Corte Francés" (arrancarle la piel a la víctima mientras esta aún viva dejándole al descubierto el cráneo)…, "Corte de orejas", "Corte de Corbata". Todo eso, Juan Manuel Santos lo viste y lo dirigiste con miembros de tu propia familia.
    2. Tú Juan Manuel Santos eres de la especie de los hombres que -como decía Bolívar- implantaron el método de que los partidos se devoraran como caníbales.
    3. Ustedes los Santos que fueron hijos de los políticos de partido mimados por los aquellos Círculos que asesinaron a Sucre: Francisco de Paula Santander, Florentino González, Francisco Soto, Vicente Azuero, José Hilario López, José María Obando, Juan Gregorio Sarria, Andrés Noguera, los hermanos España, José Erazo
    4. Ahí está ese infierno de leyes cursis y criminales, inspiradas en el mayor farsante de América Latina, Francisco de Paula Santander, el ESTAFERMO DE LAS LEYES: "Leyes, leyes, leyes". Rábulas, rábulas, rábulas. La gran institucionalización de una democracia cuya constitución es flexible a cualquier crimen.
    5. El territorio lleno de leyes que a la final permitió la cesión de Panamá a los gringos y el establecimiento de siete bases militares de los yanquis para la abyecta frialdad de la colonización de esta tierra
    6. Del "Hombre de las Leyes", el verdadero poder quedó en la abstracción de una guerra palpitante y oscura, oculta en los resquicios del Código de turno. Todos los alzados lo hacían en defensa de la Constitución, y todas las constituciones se hacían para que se alzaran en su nombre, sin menoscabo ni perjuicio de su valor.
    7. Durante el FEDERALISMO neogranadino, quedó admitido que las insurrecciones eran un medio legítimo para cambiar los gobiernos de los Estados y se expedía por ejemplo, la ley 6a del 12 de marzo de 1867 en Colombia, que disponía: "El gobierno de la Unión reconoce que los Estados tienen por la Constitución facultad para mantener en tiempo de paz la fuerza pública que juzgan conveniente".
    8. Y todo este caos, señor Juan Manuel Santos, responde únicamente al residuo sicológico de no haber obtenido los colombianos la independencia por sus propios medios. Razón por la cual a veces se pondera más la lucha que se hizo contra Simón Bolívar que la que llevaron a cabo contra los realistas.
    9. Por eso, señor asesino y cobarde Juan Manuel Santos, el escritor norteamericano Waldo Frank sostenía en su libro "Nacimiento de un mundo" que el Hombre de las Leyes, Santander, estaba enamorado en secreto de la violencia; y añade: "violencia, crueldad y legalismo no son términos contradictorios; la ley puede ser violencia establecida y estabilizada por la razón; la crueldad de la ley es quizá la peor, porque es fría y abstracta".

Como ustedes verán, nada de lo que voy a añadir a continuación jamás le causó la más mínima pesadilla a don Juan Manuel Santos, porque él mismo es el fruto del tumor más protuberante que Nación alguna haya podido parir en mil años; un tumor tal que ha cubierto de osamentas los cuatro costados de la tierra del gran Camilo Torres, y que ha provocado tal delirio de orgasmos en los fascistas alemanes y godos por lo que acabaron solicitando para este energúmeno, el premio nobel de la paz.

¡Oh, Juan Manuel, los genios de las motosierras o "tronchadores de cabezas", no te provocaron jamás pesadillas como las que hoy sufre por culpa de Venezuela!

Si la Guerra a Muerte se hubiese llevado a cabo en territorio neogranadino no habrían jamás prosperado abominables personajes como los Álvaro Uribe Vélez, ni el "Popeye" (Wendy Chavarriaga Gil ) como tampoco el mismo Juan Manuel Santos o el Salvatore Mancuso, como tampoco el Albeiro Machado (alias ``Piedras Blancas´´ acusado de haber cometido 190 homicidios pero él mismo se indigna y reclama diciendo que fueron el doble); como tampoco el Carlos Castaño (el genio de las motosierras y jefe de los temidos "Mochacabezas") o el Rodrigo Mercado Peluffo, "Cadena" (el más grande matarife de la AUC creadas por el padre de Alvarito); o tampoco "El Osito" Edilfredo Esquivel (quien solito acribilló a más de 300 persona, y que se vanagloriaba no ser pichirre en eso de matar sino que lo suyo era más demente: ¡masacrar por cientos!); tampoco los descuartizadores Pedro Pablo Sánchez, Éver Mariano Ruiz y Albeiro Machado mejor conocidos como "Pikachú", "Coraya", "El Cruzado" y "Piedras Blancas" (quienes se ofrecían muy gustosamente para desmembrar los cuerpos de las victimas antes de enterrarlos en fosas comunes de no más de 60 centímetros de la largo por 40 de ancho y medio metro de profundidad); o tampoco el Éver Veloza alias "H.H" (el mismo mató a 80, y ordenó el asesinato de más de 2.000 inocentes; su mayor placer era torturar y decapitar a sus víctimas, arrojándolas vivas a los ríos, con el vientre abierto).

Los medios colombianos hablan con fruición, con gozoso indecible y con monstruoso placer de los "cruzados", que hacían pactos satánicos para sacarle el cuerpo a la muerte, y que para ello, a veces, tenían que meterle hasta 200 tiros a sus víctimas "porque no se morían". Un tal Tyson llevaba en su brazo un dragón tatuado al que siempre tenía que "alimentar" untándole sangre de sus víctimas.

¡Esa es la Colombia de Juan Manuel Santos y de su familia y amiguetes, y la cual nunca le ha provocado la menor pesadilla!

Nada de eso jamás, digo, le produjo una pesadillita ni de rozadita siquiera a Juan Manuel Santos, sencillamente porque él forma parte de esa banda de diabólicos asesinos; él y toda la familia Santos ha sido uno de los pilares de los falsos positivos, de cientos de masacradores, del negocio de la venta de armas a los paracos y el negocio del narcotráfico; una de las familias más ladronas y estafadoras durante los siglos XIX, XX y XXI.

(Por cierto, ayer Trump le envió un mensaje a Santos diciéndole que lo consideraba un aliado firme y leal, y podemos imaginar cómo temblaría de gozo este hermano gemelo de Alvarito, cómo sería su sonrisa melosamente arrastrada en estado congestionante y ¿???…).

Por lo que claro, lo que a él le producen orgiásticas pesadillas son:

  1. La dignidad de un pueblo que no se arrastra ante los miserables gringos.
  2. La dignidad de un gobierno que se niega a tener bases yanquis en su territorio.
  3. La grandeza de una nación que ha decidido dirigir su propio destino, y que resiste las amenazas de imperio más abominable de la historia.
  4. El pundonor de un gobierno que no se arredra ni se baja sus pantalones ante las grandes ranas plataneras del Norte.
  5. La gloria de contar con genios y líderes en nuestra historia de la calidad humana, moral y política de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, Ezequiel Zamora y Hugo Chávez Frías.
  6. La fortaleza de una nación que no tiene un ápice de su territorio con siembra de coca o de marihuana para las ingentes necesidades consumistas de drogas del imperio gringo.
  7. La honradez de un gobierno que vuelve a las fuentes gloriosas de su historia y que expone con toda su desnudez la verdadera faz del traidor y asesino que fue Francisco de Paula Santander.
  8. El proyecto de un país que acoge a los colombianos que huyen de las masacres, del hambre y del horror de los falsos positivos.
  9. Un gobierno bolivariano que atiende con salud, educación, deporte, vivienda, a las inmensas mayorías de su pueblo y también a las ingentes masas de neogranadinos que huyen despavoridos de su tierra.
  10. Y sobre todo, la existencia de un gobierno soberano e independiente, que una vez estuvo integrado a la Nueva Granada, que es su vecino más generoso; que es la genitora además de su libertad, y que ahora puede exponer con toda franqueza, la maldición de los oligarcas que dirigen Colombia. Y que esto pueda ir provocando una nueva conciencia en ese pueblo tan cercado y oprimido. Que esta nuestra resistencia y lucha pueda ir gestando un Bolívar o un Chávez, que a la larga propugne el renacimiento grandioso de lo que fue la Gran Colombia. LA PATRIA GRANDE.

Para finalizar quiero aclarar por qué el no haberse implantando la Guerra a Muerte que Bolívar llevó a cabo en Venezuela, ha sido la causa de que en el país vecino hayan prosperado esa monstruosa de los Santos, de Mancuso y Uribe, de Castaño y los "Popeye"…

Dice Indalecio Liévano Aguirre: El deseo de establecer una situación privilegiada para los americanos, aunque fueran enemigos, y una guerra sin cuartel contra los españoles, así fueran indiferentes, revela muy a las claras el propósito de Bolívar de crear una frontera definitiva entre España y América, de la cual se engendrara la conciencia americana frente a la Metrópoli. A la lucha de razas y de castas desatada por los caudillos españoles, que había hecho de la guerra de emancipación una guerra civil entre americanos, Bolívar contestaba con la guerra a muerte, destinada a transformar la lucha en una mortal contienda entre españoles y americanos, a unificar al Nuevo Mundo frente a la Metrópoli conquistadora.

Que esta forma de guerra obedeció a la necesidad de establecer una tajante separación entre España y América, para poner término al engrosamiento progresivo de las tropas realistas con nativos del continente, y evitar el paso de desertores de las fuerzas republicanas a las del monarca hispánico...

Ahora, obsérvese, que esta guerra no se llevó a cabo en territorio granadino, consecuencia por la cual allí quedaron más o menos intactos los más perniciosos elementos del pasado, de la enferma y torpe España que vino a nosotros, fuertemente adherida a las costumbres del pueblo y en gran parte a la vieja estructura feudal y administrativa de sus gobiernos. Las primeras convulsiones que iban a chocar contra el sistema republicano se dieron en Pasto, la crema más retrógrada e infernal de lo que nos llegó de la península. Allí, encastrada la sangre belicosa del conquistador con bárbaros y antiguos caníbales, se produjo una explosiva raza que tendría en jaque a Bogotá por varias décadas. Nació de aquí el mito de la rebeldía granadina representada por indios, y a estos salvajes se les harían monumentos.

Más tarde la locura de Pasto se apagó, como se apaga todo, pero quedó su abominable enseñanza, y los elementos más atroces se usarían luego en las guerras nacionales. Iba a intervenir principalmente en estas contiendas la infecta España que había quedado intacta de la hecatombe independentista. Y Boves y Morales, Calzada y Tízcar iban a quedar pálidos ante el derroche de terror y descuartizamientos que los distintos bandos se inferirían. Cuando Bolívar entró en la Nueva Granada, casi todo el mundo asustado se llamó colombiano y al "Tirano en Jefe" le tembló la mano para realizar lo que se había propuesto: extirpar la oscura e infernal herencia de la torpe España.

Entonces quedaron todos los elementos que habrían de provocar la violencia colombiana, tan parecida a la española y que lleva ya tantos muertos en este siglo -con sus perfiles grotescos y absurdos- como la guerra civil española. Hoy, aún se oye en los pueblos el macabro batir de tambores excitando al odio cada vez que cae "un combatiente". A mediados del siglo veinte, la violencia ha recrudecido. Dejo a monseñor Germán Guzmán Campos que nos hable de un genocidio en La Mesa de Limón, donde "mueren 13 personas. La cabeza de un niño de tres meses la dejan sobre una estacada frente a la del padre ensartada en otro poste de la cerca".

Esta no puede ser la gleba que se hace justicia. Hacer justicia suicidándose en sus hijos de la manera más horrible; parto bestial de la locura que campea en esta tierra. Y hay que afrontar el horror aunque nos tiemblen los ojos, y nos apriete el asco porque esto fue lo mismo que palpó el Libertador en su tromba de rehabilitación el año 13. Monseñor Guzmán refiere el siguiente relato fidedigno de un campesino: "ultimaron a una familia cuyo hijo menor de seis meses fue estrellado contra un cimiento por Luis A. Silva, quien luego lo descabezó para impedir -según sus propias palabras- que el cuerpo del 'chino', siguiera brincando "; otro fue crucificado sobre un tablón, expuesto al sol y luego rematado por los puntillones que le clavaron por los ojos... y a Jesús Anzola le quebraron los dientes con unas tenazas, le rebanaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar por sobre el piso regado de sal hasta que expiró de dolor".

¿De dónde viene esta avalancha histérica, sádica, sino de haber impedido -por puro capricho demagogo, hipócrita de los liberales desde 1828 - darle poderes a Bolívar y que éste calcinara con leyes implacables el vicio enervante del crimen del 13, que poco a poco se veía reverdecer?

Ahí está hoy Colombia, con el fruto obtenido de la abstracción de una república aérea, con sus leyes jamás entendidas, frías como la geografía de la altiplanicie, sede central del gobierno, con su plaza donde el Vicepresidente caracolea su caballo sobre los cuerpos aún convulsos de los hombres fusilados, algunos de ellos, enemigos personales; (plaza en la que para bochorno de la humanidad se ha colocado a Bolívar a sufrir los más espantosos atentados terroristas); se nos ahoga el alma, en esta barahúnda de inextricables maldades, cuyas frías leyes desencadenaron una guerra fría donde los bandos exclaman: "Qué paz del carajo, lo que importa es la victoria"; el grito maligno de la peste realista que una vez lanzaron los pastusos, la guarida infernal de la antigua España, y que luego los demagogos explotaron para convertirla en el recurso de sus alzamientos.

 

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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