Soy consecuente defensor del socialismo chino. Antes de Mao Tse Tung, China tenía una agricultura incapaz de cubrir las necesidades alimentarias de sus habitantes, sin embargo, en 1949 este gigantesco país asiático inició un proceso de liberación nacional contra las oligarquías que la catapultó hacia el progreso económico.
China había sido agredida por potencias de Europa y Japón y terminó siendo despojada de varios de sus territorios como Hong Kong, Macao y Taiwán, pero con la llegada de su revolución socialista desarrolló un inmenso poder militar hasta convertirse en una potencia nuclear, y comenzó una etapa de recuperación de sus tierras mediante la presión diplomática.
Antiguamente vista como una colonia, China es hoy una república soberana y el Partido Comunista Chino es su máxima autoridad política. Como líder de Asia, este país forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU con el carácter de miembro permanente, por lo tanto es uno de los 5 países con mayor influencia en el Derecho Internacional y factor de decisión vinculante en los principales asuntos mundiales.
De la mano del líder Deng Xao Ping, en 1978 el pueblo chino entró en un nuevo ciclo de crecimiento bajo el lema de "un país, dos sistemas" que consiste en la consolidación del sistema político bajo el mando del partido comunista y la apertura de su economía socialista a través de alianzas con formas de producción privada.
Con gran éxito, esta economía mixta ha establecido a China como la segunda potencia económica mundial que se encamina al primer puesto. A diferencia del imperialismo, China respeta a los demás países. Hoy el mundo entero, incluyendo EEUU, ha sido inundado por todo tipo de productos chinos.
Ante el indiscutible éxito de estos camaradas asiáticos, la propuesta internacional es: apreciemos el ejemplo chino, consolidando la estabilidad política y avanzando a una economía productiva que priorice resultados.
