Fin de mundo


GUERRA MEDIÁTICA Y CONCIENCIA 

Por más que se quieran ocultar las horribles masacres que están cometiendo los imperialistas y sus empleados en el mundo, el avance de las comunicaciones ha derribado las murallas del silencio y las propias víctimas, armadas con teléfonos celulares de última generación, graban en vivo los acontecimientos y los suben a Internet, demostrando estos hechos cómo al capitalismo global le sale el tiro por la culata: En su afán de vender, vender y vender, han puesto en manos de millones de personas el último grito de la tecnología, pero no han logrado acallar del todo las conciencias. Esa misma globalización de las comunicaciones pone a la gente en contacto con diferentes versiones de la realidad y permite sacar sus propias conclusiones. A pesar de la disociación producida por los ataques subliminales por TV y otros medios, dirigidos a enloquecer a la gente para ponerla al servicio de intereses inconfesables, una buena parte de esas  víctimas conservan intacta su conciencia y actúan en consecuencia. Un botón de muestra lo constituyen las imágenes de los “indignados” yanquis que, en medio de la brutal represión a que los somete su propio gobierno, levantan el brazo para filmar las agresiones policiales. Seguramente allí mismo las suben a las páginas web siempre abiertas para la información de último momento.  Es una voz de millares, imposible de acallar, a menos que produzcan, como lo hicieron en Egipto y Libia y sin duda lo harán cada vez que les convenga en determinados lugares, un apagón absoluto de las comunicaciones. 

WALL STREET, Y LAS OTRAS “BOLSAS”  NO TAN BOLSAS. 

Si el capital financiero internacional fuera bolsa no tendría el sartén por el mango ni provocaría acciones y reacciones en el mundo entero. Sin embargo, se gritan consignas contra los banqueros y especuladores financieros en las calles de los Estados Unidos y países de Europa considerados la casa matriz del capital. La imagen de un manifestante con un billete en la boca como mordaza, las ocupaciones que comenzaron en Wall Street y se han multiplicado en importantes ciudades del mundo, demuestran que la gente de a pie ya sabe claramente que el elemento determinante en la situación crítica que vive el mundo hoy día es el capital. Las manifestaciones de los ocupantes no son sólo contra Wall Street, o contra la bolsa de Londres o de otras ciudades, son contra el capital mismo. El fantasma anticapitalista, repotenciado y actualizado, espontáneamente ha recobrado vida y recorre el mundo de nuevo, buscando cambios fundamentales, aunque esos cambios no se producirán sólo con manifestaciones en las calles. Hay demasiado en juego y los propietarios del mundo son capaces de todo, como ya lo han demostrado. 

Muchos partidos comunistas fueron derrotados, muchos “socialistas” se vendieron, pero el proceso revolucionario mundial va más allá de las maquinarias y se genera de manera espontánea allí donde se agudiza la crisis.  

El imperio lo sabe y el contraataque no se hace esperar. Sin escatimar gastos en espías, provocadores, infiltrados y otros elementos de la guerra actual, procuran y con frecuencia consiguen, mediatizar, reconducir, apagar o aplastar los esfuerzos revolucionarios de los pueblos. 

EL EQUILIBRIO QUE VIENE DE CHINA 

Desconozco si aún existen ingenuos que creen que China es un país socialista. Después de la muerte de Mao Zedong, las contradicciones internas de ese país se resolvieron a favor del capitalismo y ellos mismos no lo ocultan, allí está su solicitud de ser reconocidos como “economía de mercado” y cómo, con paciencia,  habilidad y su sabiduría milenaria, han logrado poner de rodillas a Estados Unidos y a Europa, fortaleciendo su propia burguesía. El capital mundial entró en China como río en conuco; sembraron, fortalecieron y cosecharon grandes empresas, pero les salió el tiro por la culata, porque a los chinos no les gusta que los colonicen, y hoy en día se da la peculiar situación de que muchísimos países le deben a los yanquis, pero los yanquis les deben a los chinos. Sacaron las industrias más contaminantes para allá, explotaron de manera implacable la mano de obra china, famosa por su bajo precio y su alta calidad (digan lo que digan los yanquis); pero una de las consecuencias actuales es que los gringos y los europeos están cada día más desempleados, pero los chinos tienen trabajo. 

China ha roto la unipolaridad y se levanta como el segundo (yo diría el primero, dentro de poco) imperio del mundo, cuyos capitales se dispersan como semillas en el extenso campo de los “mercados” del mundo, por cierto acompañados de la difusión de su cultura. Los europeos, acicateados por la crisis a que los llevaron sus propios capitalistas, se lanzan a la guerra, la antigua manera de solucionar sus problemas económicos: Invadiendo y saqueando a los demás, aunque siempre deben mantener la frente baja frente a los yanquis. Pero un grito en mandarín se levanta en el Oriente: Los chinos, que tienen trabajo y una cantidad abrumadora en reservas internacionales, pueden ahora ponerles condiciones para lanzarles, si quieren, un salvavidas económico. Las vueltas que da el mundo. 

Sin embargo, en favor del gigante asiático debo recordar que ese país no tiene ni una sola base militar en ningún territorio del mundo que no sea la misma China.  Por eso puede decirse que la primera potencia militar violenta, implacable y asesina, son los Estados Unidos, pero la primera potencia comercial, negociadora, astuta y pacífica, es China. Esos dos polos constituyen el equilibrio que puede salvar al capitalismo o, tal vez, dar un respiro a los pueblos del mundo. 

EL AJEDREZ DE FUEGO 

Sentados frente a su tablero, los cabecillas del imperio mueven sus piezas y dan sangriento jaque mate a unos gobiernos, mientras mantienen sus portaaviones, sus espías, sus organismos multilaterales y sus ofensivas mediáticas y tecnológicas emplazadas estratégicamente para inmovilizar a otros. No escatiman crímenes, que ya tienen nombre: Ayuda humanitaria, con daño colateral y hasta “fuego amigo”. Los intereses “supremos” de los grandes capitalistas transnacionales son suficiente justificación, ante ellos, para asesinar, liquidar civilizaciones enteras, hostigar, amenazar. La risa siniestra de Hillary Clinton cuando le notificaron el asesinato del héroe libio Gaddafi, demuestra cuál es la catadura de ese imperio depredador y siniestro. La misma fuerza que antaño descuartizaba a los disidentes para atemorizar a los demás, hoy lo hace frente a las cámaras de video y las transmite a todo el mundo, con el mismo fin. 

Es un juego de ajedrez, pero un mortífero ajedrez de fuego, que se cierne sobre todos los países del mundo, aún sobre aquellos cuyos gobernantes se arrastran ante las botas imperiales, porque toda opresión produce una rebelión, ellos lo saben perfectamente y actúan en consecuencia. 

Los portaaviones y las bases militares que nos rodean en el continente americano y la feroz guerra mediática y de espionaje que padecemos en Venezuela son un botón de muestra de lo que está pasando en el mundo, con la diferencia de que la voz que más alto se ha levantado y producido movimientos transformadores en el mundo es la de Venezuela. Ya otra voz, la de Libia, que intentaba crear un polo organizado de los pueblos africanos, ha sido ahogada por ahora en sangre.  

¿ALIANZAS SIN ACUERDOS MILITARES? 

Todos estamos bajo asedio militar en el mundo, de manera que ya es hora de que los gobiernos progresistas y todos aquellos que estimen su propio pellejo y el de sus pueblos tienen, obligatoriamente, que planificar sus contraofensivas, su resistencia a las invasiones que siguen, después de cumplidos los objetivos de la guerra mediática. Y tienen que hacerlo unidos. Algunos camaradas hablan de una refundación de la ONU, que es un parapeto al servicio del imperialismo, como parte del camino para romper la opresión diplomática. Más importante, y ya Chávez lo inició, es la conformación de diferentes polos de fuerza económica, política y militar, que permita a los países acosados poder defenderse en cualquier circunstancia. Aún a unos bloques regionales muy bien armados se les dificultaría vencer al imperio global, pero cada paso que avancen tiene que costarle a los guerreristas y debe plantearse la posibilidad de hacer una coalición mundial como la que se hizo contra los nazis, con el fin de derrotar la amenaza mortal que significa esa fuerza maligna desbocada.  

El mundo ha girado y los pueblos han cambiado. LA HORA DEL FIN DEL MUNDO SOMETIDO POR UN IMPERIO GLOBAL HA SONADO. La hegemonía en el mundo ha de ser de los pueblos, en un mundo multipolar y pacífico. Sí, ya sé que es muy difícil de lograr, pero es un objetivo que jamás debe abandonarse, porque lo que quiere cada ser humano en el planeta Tierra es vivir en paz. 
 

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Andrea Coa


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