La Revolución ante los senderos

Una circunstancia no hace montaña; muchas sí. El retiro político de Müller Rojas es añadidura a una ristra de ellas, presentidas, sospechadas, vividas, presenciadas y advertidas por camaradas en distintos puntos del país. En buena parte han sido descritas en sitios como este como vía de denuncia, de expresión de las bases, de trabajadores, de amas de casa y de pendejos que mientras arrastramos la carreta del proceso, esperamos que “alguien” que tenga oídos y ojo pelao, alcance a leernos o escucharnos por entre los anillos del poder.

El primer escrito que se me ocurrió enviar a Aporrea, fue uno titulado “La burocracia es contrarrevolución” en septiembre del 2007. Comenzaba haciendo una comparación entre los soviets y los casi extintos círculos bolivarianos, los combativos consejos comunales y los desaparecidos y estigmatizados batallones. Estos últimos terminaron siendo paga peos de la derrota cuando la reforma constitucional.

De distintas maneras, muchos camaradas han expuesto su preocupación o su parecer sobre los avatares que agitan el proceso. Hay un elemento común que los enlaza y que justifica que la revolución se mire en el espejo de la historia: la certeza de que al calor del avance, se amasa una nueva estirpe burocrática que así como en otros tiempos provocó convulsiones que trascendieron fronteras y continentes, ahora amenaza con dar al traste con casi dos décadas de lucha. No es para nada aliciente decir que aun tenemos tiempo para la maniobra, cuando la debilidad estriba en unos cuadros políticos que accionan sólo ante la fustigación del líder y con una labilidad pasmosa hacia el boato y el chavismo sin Chávez. Sabíamos, precisamente por lecciones de la historia, que tal estirpe surgiría, lo que debe evitarse ahora es que avasalle el proceso.

He allí el alfa y el omega de la levedad revolucionaria: La apariencia y el safrisquismo como roncha política supurando anhelos de sustitución del Comandante. En el fondo, el poder popular lucha por emerger mientras lo constriñe la anaconda burocrática. Asistido por el pulmón de las Misiones, da cuenta de un oxígeno que en muchos casos es dosificado bajo esquemas de clientelismo político. Se pone entonces en práctica, por parte de funcionarios de la quinta república, manejos que fueron razón de años de lucha popular durante la cuarta.

El 11 de abril de 2002 resultó un punto de inflexión que si bien estableció las pautas determinantes del rumbo que debía seguir la revolución, la insolvencia de las instituciones para hacer cumplir la ley y la confianza equívoca de que el enemigo secular estaba derrotado, promovieron un triunfalismo que sirvió de puente y de aquiescencia a una oligarquía aparentemente vencida. Hoy en día, a la sombra de sus derivaciones y los devaneos de la nidada arácnida, tenemos que presenciar que en empresas del estado se prohíba hablar o fomentar foros ideológicos, que de otras tantas salgan caravanas haciendo proselitismo político a favor de la derecha, que profesores que dan clases en la UBV no entablen discusiones ideológicas que estimulen la conciencia revolucionaria en los jóvenes y por si fuera poco, asistimos a episódicas brincadas de talanquera seguidas de los consabidos “ yo lo sabía desde hace tiempo” o “tengo un video de hace dos años en donde esto se veía venir”. Qué nimio favor se hace al proceso, sobre todo cuando los taimados son “descubiertos” luego de asirse del poder.

Las bases, en su mayoría, permanecen dominadas por maquinarias políticas de gobernadores y alcaldes, quienes siendo de la revolución, fungen como señores feudales. Por inexperiencia, por inconsistencia, por subterráneos vínculos con la burguesía o por una mescla de estas tres razones, logran estabilizar incoherencias ideológicas, hasta que ahítos de bazofia, la vomitan en absurdas exégesis de traiciones. Otros simplemente exhiben su versatilidad doctrinaria con impudicia.

Estos hábitos son adquiridos como modelaje y sus prácticas bajadas en cascada en los organigramas de entes del estado. Así por ejemplo, es común que un funcionario de órganos de desarrollo social –esto no es exclusivo- interprete o asuma que un trabajo remunerado lo coloca como líder de una comunidad y asistido por la maquinaria política de su señor feudal, manipula, coarta o chantajea a favor de particularidades. Lo hemos visto en cada proceso interno, fuimos víctimas de ello en la reforma y sucederá de nuevo ante nuestra desorganización. Lo siento, yo no puedo consolarme criticando las parodias de la oposición.

Es una verdad innegable, aunque no irreversible, que esta nueva casta política le está haciendo un daño terrible al proceso revolucionario y como la gravedad, lo está llevando poco a poco hacia un agujero negro. Su acción primordial consiste en separar la dualidad Chávez-Pueblo. Lo hace a través de falsos liderazgos, con su inercia para fomentar la dialéctica en sus feudos, con la desidia para solucionar problemas que las comunidades le dicen al Líder Comandante en sus contactos populares, en el anhelo de alcanzar a sus esposas e hijos allá en New York, París o en aquel exclusivo spa en el pacífico y no seguir en el submundo chavista, en la disonancia entre acción y discurso.

Cuando uno lee en un diario regional que un secretario de política de un señor feudal, se pronuncia diciendo que él y un grupo de funcionarios revisará las postulaciones, pero al mismo tiempo dice que ellos serán candidatos para las elecciones ¿Qué ética socialista pueden esperar los militantes? ¿Sabía previamente ese lord regional que su secretario de política anunciaría pública y notoriamente tal barrabasada? Esto es práctica común, no excepción ¿Será posible constatarlo en consulta con las bases?

Normalmente, en los discursos de esta elite política se destaca el papel fundamental del Pueblo para rescatar el proceso en aquel abril sangriento. “El chavismo se adentró sin miedo en las tenebrosas fauces de la derecha rescatando al Líder, la Revolución” y así por el estilo. Asumen que eso les da crédito político para medrar en el poder, para obtener votos y privilegios, para poner las nalgas en una silla y por sobre todas las cosas para ir confeccionándole una mortaja a la revolución. Tras esos discursos no hay sentimientos populares, solo premeditación y una amenaza que discurre más o menos así: si la derecha vuelve, la matazón de chavistas será espantosa, ergo mejor nosotros que ellos en el poder, pero sin Chávez.

Líder, por favor, hay un niño ideológico en esta élite, más recalcitrante que el climático. En el Pueblo, en viejas tinajas de barro y en totumitas labradas con paciencia, hay agua clara, recogida para pasar la resolana.

Hay un desierto que usted transita solo, pues la soledad del líder se hace necesaria para obtener fortaleza en los ecos de las cavilaciones. Son los excepcionales espíritus que obtienen energía de lo que muchos suponen la nada. Pero los inefables intérpretes de la revolución la imaginan avanzando, como en el cuento de Borges, por un jardín de senderos que se bifurcan para que el sino del Pueblo y el suyo, sean distintos.

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Algunos, para comer, consideraron los servicios de un filósofo, por aquello de hacerlo sabiamente.

Otros se sentaron a la mesa con un buen libro sobre ideología.

Otros más, recopilaron información sobre prevención de indigestiones, antes de asistir a un festín.

El Pueblo se sienta a la mesa con Usted todos los días.


pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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