El beso de Judas...

La frase la tomé prestada de las reflexiones de Antonio Aponte en UN GRANO DE MAÍZ, la referencia es a la oligarquía y las tentaciones permanentes en momentos de revolución y más aún con una revolución con las características de la nuestra, una revolución pacífica, participativa y protagónica y con un alto sentido de respeto a la disidencia, aunque, manipuladoramente ellos afirmen lo contrario. Esto nos lleva a que la confrontación con la oligarquía se plantee en distintos escenarios, con diferentes actores, matices e intensidad variable; tal como lo dice Aponte, los actores internos son quienes generan mayores inconvenientes; se disfrazan, se presentan como verdaderos corderitos, pero siempre haciendo el trabajo del zapador, amparados en la oscuridad, la ambivalencia y la confusión que la pasividad genera; permanentemente estos personajes actúan con sigilo, confunden y muchas veces arrastran a conglomerados enteros a un laberinto sin salida que pone en peligro el proceso.

Por su parte, la filosofía de este gobierno socialista ha sido la de permitir la confrontación asumiendo las reglas democráticas, no obstante, la derecha y sus actores jamás reconoce este mérito del gobierno, los desvirtúan y lo minimizan. La realidad les da en la cara; Venezuela es quizás el primer país del mundo en donde el gobierno electo democráticamente, luego de derrocado retoma el control y delante de todos un TSJ en manos de la oligarquía criolla habla de vacío de poder y no pasa nada, si siquiera un enjuiciado por el golpe de estado.

Así es nuestro proceso revolucionario en tránsito al socialismo; con esta flexibilidad y en medio de los bombardeos permanentes por parte de toda la estructura mediática imperial, la revolución bolivariana lucha a muerte por deslastrarse de las taras del pasado, es decir, el comportamiento capitalista, aunque se avanza, los bache y altibajos están a la orden del día y entonces la abundancia pasa a convertirse en riesgo permanente para definir con nitidez el perfil. Estos temas aunque escabrosos generalmente, siempre estarán en el tapete y se requiere de mucho olfato y de mucha solidez y convicción socialista para no dejarse arrastrar por “los cantos de sirena” que continuamente cumplen la labor de atraer y ganar adeptos para la causa del capitalismo, esa es su especialidad, confundir y doblegar a los dirigentes que asumen la revolución con dignidad; cuando no pueden desviarlos y ponerlos a su servicio los asesinan, les dan golpes de estado, promueven magnicidios y todo tipo de violencia, es la espada de Damocles que pende sobre el proceso bolivariano y es donde retumba la asquerosidad del personaje que por unas monedas entregó a Cristo al imperio Romano. Cristo no contó con el calor y el respaldo del pueblo que confundido y manipulado prefirió entregar a uno de los hombres más grandes de la humanidad a cambio de un pillo. También ocurrió con Bolívar, abandonado en su laberinto, solo en Santa Marta, “que puede hacer un pobre hombre ente el mundo entero”, frase que lacera el alma, pero que resume los temores y peligros a los que estamos sometidos, la traición, la traición, la bendita traición. La revolución bolivariana vive un momento estelar, estelar por las características de su desarrollo, estelar por la oportunidad que ofrece de marcar diferencias substanciales con la práctica capitalista, estelar porque está en el epicentro del universo y eso le duele al imperialismo como al que más. Según el autor de UN GRANO DE MAÍZ, los actos heroicos son imprescindible y dichos actos heroicos consisten principalmente en no dejarse arrastrar por las prácticas capitalistas, por los mecanismos capitalistas y por las tentaciones acechantes tras los besos de Judas.

La oligarquía es habilidosa, razón tiene Fidel cuando le señala a Chávez que tiene su Miami en el propio país, estamos llenos de mayameros que destilan por todos lados el espejismo del “milagro capitalista”, “el sueño americano” y sobran los estúpidos que creen en ello; por doquier la canalla establece sus redes, el pueblo es más lento en organizarse y años de sometimiento lo aíslan de los mecanismos que le permiten articularse, esto, aunado a “la fuerza de la costumbre”, al desconocimiento de nuevas formas de organización y actuación social, son aprovechadas al máximo por quienes desde adentro desarrollan su plan; el plan de acabar con la revolución, destruir a sus líderes y romper “con el vinculo amoroso” entre Chávez y su pueblo.

¿Cómo se puede catalogar la existencia del burocratismo, la corrupción, los privilegios y todo ese conjunto de taras que conspiran contra la revolución bolivariana? Eso no puede tener otro nombre que capitalismo, el capitalismo en acción conspirando contra la instauración del sistema socialista... esta situación solo se pueden superar con movilización popular y la movilización popular la define la conciencia y el instrumento organizativo del pueblo, en este caso el PSUV, ensayo organizativo al cual le debemos aplicar el máximo cuidado y la mayor dedicación.

Estamos de acuerdo con Antonio Aponte cuando hace mención a la importancia de detectar a los enemigos internos y ubicarlos en la medida en que se define la marcha al socialismo que construimos y el tema de la propiedad se reviste de suma importancia, al igual que todo el ámbito económico en donde la diferencia entre un sistema y otro se diferencian del cielo a la tierra; la batalla se presenta en el ámbito económico entre la propiedad social y la propiedad individual, pero esto no solo es en el aspecto tangible de la misma, también la batalla está en la mente de todos y cada uno de nosotros. Dadas las características propias de nuestro proceso y nuestro país, la existencia de importantes recursos generados por la riqueza nacional, principalmente el petróleo, nos hace, como todos los sabemos, un país rentista. El desarrollo económico nuestro nos genera una carga cultural muy fuerte inclinada hacia el individualismo, esto es aprovechado por los factores internos adversos al socialismo que dejan colar sus pretensiones en el marco de ese mar de contradicciones y confusiones y lanzan sus “sesudas teorías” cargadas de entrega y traición, es el beso de judas en acción. La confusión que logren sembrar en nuestro pueblo es aprovechada al máximo para retardar las acciones socialista y con ello consolidar el tipo de propiedad social que necesitamos construir. El otro peso negativo para romper con estas ataduras al capitalismo se encuentra enquistado también en el Estado burgués y sus mecanismos; el Estado termina convirtiéndose en una especie de trituradora que acaba con todo lo que se le ponga al frente, es decir, sucede incluso con hombres de principios y conciencia revolucionaria, si se permanece estático en el sistema de cosas que establece el sistema burgués, se termina siendo un burócrata más que no podrá superar la estructura capitalista y mucho menos superarla.

Este asunto va más allá del hombre o mujer per se, es la estructura que se debe superar para crear una estructura distinta acorde con el modelo socialista, o mejor dicho, parida de la práctica socialista; surgida esa estructura, la misma tiene que ser democrática, colectiva y con un tipo de propiedad social indirecta o directa, pero que en su conjunto la propiedad social directa o indirecta supere a la propiedad privada capitalista. A través del estado debemos avanzar hacia la propiedad social indirecta y en otros casos, en una ampliación cada vez mayor, se debe llegar hasta el tipo de propiedad social de un conglomerado humano que habite un espacio, propiedad social directa, este es el reto mayor que hoy tenemos, pero quizás mayor aún es el reto de neutralizar a quienes desde adentro hacen labor perturbadora para que no lleguemos a ese nivel de propiedad social.

Los capitalistas saben muy bien que en la medida en que se vaya consolidando el modelo de propiedad socialista, el capitalismo en Venezuela está condenado a perecer, de allí el desespero, de allí su locura y el despliegue en todos los aspectos para golpear la revolución bolivariana. Otro de los grandes problemas para el Estado es deslastrarse de la misión asignada por el sistema capitalista, es decir, el Estado funcionó como una especie de caja de depósito en donde los capitalistas hacen grandes negocios y obtienen importantes ganancias. Contrataciones, suministros, prestación de servicios y toda la actividad económica que se genera en torno al Estado, movida ésta principalmente por la actividad petrolera y la inmensa cantidad de recursos que se mueven en torno a esta actividad; la complejidad de los mecanismos capitalistas hacen complicado el proceso de desmontaje de ese estado burgués, pero como decía Argimiro Gabaldón, “el camino es largo y tortuoso, pero es el camino”.

Desde hace un buen rato el presidente viene señalando la necesidad de impulsar las empresas de servicios por parte del Estado, llámese nacional, regional o local, pero a la vez se requiere iniciar el proceso de transferencia hacia la propiedad social directa, como: los colectivos involucrados en las áreas se irían posicionando y así tendríamos a un conjunto de plomeros, herreros y trabajadores de distintas áreas y especialidades que asumirían el control y la dirección de las empresas del Estado, en un proceso de crecimiento y consolidación hasta desplazar totalmente el modelo capitalista. Para un revolucionario esto es lo común, lo lógico, para un contrarrevolucionario esto es inaceptable y a eso juegan, juegan a la demora en donde está el peligro, para citar a Eloy Alfaro, “en la demora está el peligro”, podríamos decir en la demora está Judas.

Sencillamente los pro-capitalistas pretenden que todo siga igual, que nada cambie, que sigan los ricachones adueñándose de los recursos del Estado en una hemorragia de recursos a través de las instituciones del mismo. Los defensores de estas prácticas capitalistas, disfrazados de revolucionarios, se basan, en efecto, en las llamadas “fuerzas productivas”, o mejor dicho, nos pretenden vender ese discurso, y para convencernos de ello nos dicen: “Las fuerzas productivas son los capitalistas”, los generadores de riqueza son los capitalistas, etcétera; los socialistas al contrario decimos: las fuerzas productivas son la clase obrera, los generadores de riqueza son los trabajadores, allí de entrada se establece una diferencia profunda y sustancial. Lo primero que debemos tener en cuenta es que los capitalistas son unos vagos explotadores que sin invertir medio, en la mayoría de los casos, se apropian de grandes recursos del Estado, veamos: una empresa capitalista va a un ministerio, gobernación o alcaldía y gana una licitación, dicha empresa que muchas veces es constituida en puro papel (las empresas de maletín), gana la licitación y obtiene el llamado anticipo, que según la ley (capitalista) se le debe otorgar entre el 30 y 50% de anticipo. El empresario capitalista recibe esa inmensa cantidad de dinero del estado (del pueblo), trabaja con él, explota a los trabajadores y se queda con ganancias que están siempre por encima del 30%. Negocio redondo pues; esas son “las fuerzas productivas” que promueve el capitalismo y que algunos “socialistas” intentan vendernos como la panacea, ¡mentira!, es una trampa para el pueblo, es una trampa para la revolución de la cual necesitamos zafarnos cuanto antes. Lo mismo ocurre con los seguros, los HCM, que muchos defienden como si fueran la mejor idea revolucionaria, en realidad es un tremendo negocio para los capitalistas y un pobre beneficio para el trabajador. El Estado distrae inmensas cantidades de recursos cuando la lógica socialista indica que lo deberíamos invertir en el sistema nacional de salud pública para que éste preste un óptimo servicio, como es natural en un Estado socialista. Con el dinero del estado y del propio trabajador se financian las más lujosas clínicas de las principales ciudades del país, entonces cabe preguntarnos ¿Esas son las llamadas “fuerzas productivas”?

Para no seguir colocando ejemplos, el principal reto de los revolucionarios socialistas es desmontar ese viejo estado burgués y avanzar hacia un modelo de Estado que trascienda el problema de la propiedad, la perversión de las contrataciones y el negocio redondo que sirve para corromper gente, llenarla de privilegios e incluirlos en mafias que se apoderan de los recursos del pueblo e imposibilitan llegar a la sociedad humanista y socialista que queremos. La derecha identificada y abierta por su parte juega en el terreno político electoral, intentan penetrar las bases sociales, comienzan a sacar los colores de la bandera y hasta el rojo, hablan de “una Venezuela de todos”, supuestamente inclusiva, cuando sabemos que en el fondo esconden sus pretensiones fascistas, solo quieren utilizar la masa para dar el zarpazo, eso está claro, lo lamentable es que no actúan solos, desde el lado nuestro los disfrazados juegan su papel de zapadores, perjudicial y altísimamente peligrosos.

También nos enseña Aponte en los últimos artículos publicados: Asombro y Revolución, El Maestro Allende y Contrasocialismo, algo bien importante a tener en cuenta, no podemos construir el socialismo sobre las bases del modelo capitalista, es decir, hace casi 50 años El Che lo señaló, “no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo”...Quizás haya gente que de buena fe pretenda que los burgueses y neo burgueses salgan a construir el socialismo, la Historia y los resultados nos dicen todo lo contrario, el egoísmo capitalista termina engulliéndole las iniciativas socialistas...¿Por qué? La estructura, las leyes y todo el aparataje capitalista en acción y a ello se le suma la enajenación y alienación a que han sometido a la sociedad para que actúe en base a los antivalores capitalistas, totalmente antagónicos al socialismo.

Para los capitalistas ser pobre es un delito, para los socialistas ser humilde, consciente y alejado de las perversiones consumistas es una bendición de dios. Los ricos han estigmatizado a los pobres como la causa de flagelos sociales y la descomposición de la sociedad, cuando, en realidad son ellos los responsables de los desequilibrios sociales y causantes de la descomposición de la sociedad. Compartimos la opinión de Aponte, necesitamos sorprender al mundo, es por ello que los líderes de la revolución, la vanguardia debe estar por encima, es decir, a la altura de las exigencias históricas, a la altura del reto mundial que nos plantea el momento-espacio histórico donde nos ha tocado actuar, y asimismo dar ejemplos extremos de pureza, de humildad, de odio incluso a la parafernalia capitalista. Un funcionario de la revolución debe ser el ser social menos privilegiado de toda la estructura del estado, estamos obligados a llegar a extremos de austeridad en todos los aspectos de la vida, para ello la fortaleza ideológica debe ser más fuerte que un roble.

El ingrediente que falta es la estructura del Estado, la participación del pueblo y la elevación del nivel de conciencia de todo el colectivo nacional; no puede ser una tarea de élites selectas, si se piensa así se termina actuando como los capitalistas: “dime como vives y te diré como piensas” o “quen no vive como piensa termina pensando como vive”, son frases para la reflexión, que trascienden lo retórico y se convierten en “el pan de cada día”, en el espejo que nos hace la auto crítica permanentemente y nos acicatea para corregir a cada momento. Todos sabemos que la conducta revolucionaria no es algo lineal ascendente, todos tenemos altibajos, todos padecemos de la terrible enfermedad de capitalismo que condena a la humanidad a la pobreza, a la envidia, a la mezquindad y al vacío espiritual, aun viviendo en medio de la riqueza material.

Obviamente que hablar de concesiones a la burguesía para apuntalar "las fuerzas productivas" de la burguesía se cae por su propio peso, no aguantan el más mínimo análisis serio, sobretodo si comprendemos que la fuerzas productivas están en los trabajadores, en el pueblo, en los actores sociales y las organizaciones que le dan base y fortaleza, en definitiva los verdaderos creadores de riqueza es el pueblo humilde. Lo dicho anteriormente nos lleva a estudiar seriamente el tema da la división social del trabajo que incide en la conformación de élites, de grupos de privilegiados que pululan en la administración pública, desgraciadamente. Esto se irá manifestando en la medida que la revolución vaya abrazando los valores espirituales del socialismo y a la par derrotando el hombre viejo para echar a caminar la rueda de la historia que parirá el hombre nuevo, mientras tanto, "los besos de judas", la traición y todos los que con sigilo añoran la restauración de la cuarta república estarán allí. La cosa se resuelve con mucho esfuerzo y bastante creatividad, basado en valores humanos, valores socialistas.

Patria, Socialismo o Muerte....¡Venceremos!


latojeda@gmail.com






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Luis Alberto Toro Ojeda

Publicista. Militante de izquierda. Integrante del Frente Bicentenario de Campesinos del estado Trujillo. Integrante del PSUV.

 latojeda@gmail.com      @latojeda

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