Conozca lo que dijo un pobre mortal en el encuentro con su propia conciencia

Parecería que el único aporte “crítico” resultante del “Encuentro de Intelectuales, Democracia y Socialismo” del Centro Internacional Miranda (CIM) fuera la calificación del liderazgo del Presidente Chávez como un “híper-liderazgo”. Creo (y conste que he leído algunas opiniones del Encuentro publicadas en aporrea) que en dicho Encuentro se hicieron varios planteamientos críticos constructivos para el avance del proceso revolucionario, mezclados con venenos ideológicos que desde hace tiempo vienen rondando al proceso y que es necesario enfrentarlos de una vez (saludos al “Debate Socialista” y “Un Grano de Maíz” por emprender esta tarea).

Definitivamente, lo que se concluye como lectura política del Encuentro (seguramente no fue la intención de algunos de sus participantes pero sí de sus organizadores) es lo señalado arriba: la crítica al supuesto “híper-liderazgo de Chávez”.

En política nada es inocente o neutro. Lo primero que se me viene a la mente es que detrás de la terminología “técnico-política” de algunos de los exponentes en el Encuentro, lo que se lee entre líneas es un reclamo de una fracción de la izquierda por compartir “a juro” el liderazgo del proceso con el Presidente Chávez (o incluso sin él). La dirigencia del PPT, como buen “partido de cuadros” como se autocalifican, inmediatamente salió a la palestra pública exigiendo el “liderazgo compartido” del proceso. ¡Qué oportunos los camaradas del PPT para darle significado político, sin muchas curvas, al debate planteado!

Al contrario de nuestros aliados del PPT,  los intelectuales en cuestión hacen un uso más sofisticado de su discurso. A través de hipérbolas y manejos lingüísticos, comparaciones históricas irrespetuosas de todo rigor científico, expresan su desagrado –más bien frustración- ante su situación de auto-aislamiento o de no concreción de sus ideas en la direccionalidad del proceso. Los camaradas intelectuales en cuestión tienen todo el derecho de pretender formar parte de la dirección del proceso revolucionario venezolano, pero señores y señoras: si son verdaderos revolucionarios ¡gánenlo en buena lid! Así como la ganó Chávez, con humildad, amor al pueblo, creatividad, iniciativa, claridad, amplia visión, estudio y sacrificio.

Pero no. Mejor es utilizar la “estrategia mediática”, hacer escándalo, llamar la atención, para señalar sutilmente pero manipuladoramente al líder como único responsable de las deficiencias del proceso, muchas de éstas derivadas de fenómenos sociopolíticos estructurales. Entonces, cuando se les responde, también críticamente y por la vía mediática, oh no, ¡que líder tan prepotente y tan autócrata! Son patéticas las posiciones, por ejemplo, de Vladimir Villegas. Cualquier parecido con la derecha es pura coincidencia.

Cualquier líder –incluyendo a Chávez- puede equivocarse. De hecho nuestro líder se ha equivocado varias veces. Pero la diferencia de nuestro Comandante con un Stalin a la cabeza de la burocracia soviética, es del cielo a la tierra. El primer auto-crítico ante errores, grandes y pequeños, ha sido nuestro líder. Además, nunca, nunca, se ha vivido un sistema de libertades tan amplio como el que se vive en estos momentos en Venezuela. Nada que ver con las violentas purgas estalinistas ni persecuciones a la Oposición de Izquierda (trotskista). Todos y todas podemos hoy en Venezuela publicar libros, periódicos, revistas, tener espacios en medios comunitarios, alternativos y hasta del Estado; formar partidos políticos distintos del PSUV; organizarnos cómo queramos; vincularnos libremente al pueblo sin impedimento alguno. Dentro del mismísimo PSUV coexisten distintas corrientes internas, a todos los niveles. El argumento de que el “híper-liderazgo” de Chávez obstaculiza el avance del proceso o que la camarilla burocrática que supuestamente rodea al presidente y “no lo deja ver la realidad”, es, simplemente, pura gazmoñería pequeño-burguesa. Uno de los tantos venenos ideológicos heredados de la etapa de la izquierda sectaria de los sesenta y setenta, que nunca ha aceptado a Chávez por considerarlo un advenedizo que llegó de los cuarteles y les quitó a ellos su “destino manifiesto” a ser los líderes de la revolución venezolana.

Por supuesto que dentro de la administración pública y de la vida interna del PSUV podemos encontrar posiciones sectarias y revanchistas que cometen arbitrariedades diversas en pro de objetivos burocráticos. Pero resulta que este mal no es patrimonio de un solo sector o corriente ideológica de las tantas que ocupan espacios en este proceso. No. ¡Qué tire la primera piedra la corriente política-ideológica de izquierda que en el ejercicio de sus responsabilidades en la administración pública y la conducción de organizaciones sociales (que la han tenido y la tienen) no han cometido sus “pecadillos” de clientelismo, ineficiencia y burocratismo!

Si no entendemos que estos fenómenos son parte de una “cultura” capitalista que ha permeado a todos los sectores de la sociedad venezolana; si no nos hacemos la autocrítica sincera y nos ponemos a trabajar para combatirla con humildad; si no abandonamos la utilización de estos males para achacárselos sólo a nuestros adversarios ideológicos internos y no lo combatimos dentro de nosotros mismos y de nuestro entorno inmediato; si no avanzamos en algunos o todos estos aspectos, seguramente estaremos contribuyendo a la división, al desencanto, a la inmovilización del pueblo. En fin, a colocarnos objetivamente al lado del interés del enemigo histórico.

El socialismo, en mi humilde opinión, se va construyendo en un proceso combinado de conciencia social y creación de la base material de la misma, que se retroalimenta e interactúa dialécticamente (valga la redundancia), en el contexto de un sistema-mundo altamente inter-dependiente.

En este sentido, la estrategia seguida en el proceso revolucionario ha sido clara. Y vaya que el pueblo llano así lo ha entendido. De esta comprensión nace y se alimenta el liderazgo del Presidente Chávez, que pese a todos los errores cometidos (y por cometer) cuenta con la fidelidad en este pueblo.

A los intelectuales en cuestión esto no les cuadra. La tesis implícita de estos intelectuales, traducidas al lenguaje popular es: dada la magnitud de los errores y desviaciones que abruman al proceso y que están apunto de liquidarlo, a estas alturas el Presidente Chávez no debería ser el líder fundamental, “el alcalde de toda Venezuela”, etc. De una posición de “híper-líder” debe bajar a sólo “líder” compartiendo ese liderazgo con otros muy “críticos”. Entonces, la dirección del proceso debería estar en manos de un colectivo cuya “amplitud”, por supuesto, no admitiría, por ejemplo, a líderes como Diosdado Cabello, especie de icono de la matriz de la “derecha endógena” y de la “nueva burguesía” (¡muestren pruebas no teorías jaladas por los pelos!), con el argumento pueril de ser repudiado electoralmente en Miranda por ¡el poderoso enclave pequeño-burgués pro-imperialista del Este de Caracas! o por la maquinaria interna del PSUV de la capital, ampliamente dominada en su momento por el clientelismo metropolitano y otras mañas, donde precisamente algunos de los intelectuales en cuestión tuvieron sus intereses puestos.

Señores y señoras del CIM: ¡A OTRO PERRO CON ESE HUESO!

¡PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE, VENCEREMOS!


* Comunicador Comunitario


rodillaentierra2021@googlemail.com



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