Cincuenta días de mentiras golpistas bendecidas por el cardenal Oscar Rodríguez

La resistencia nacional hondureña supera ya los cincuenta días de lucha ininterrumpida en contra del golpe de Estado. Con ocho personas muertas, cientos de heridos y golpeados y miles de personas en las calles y plazas de la resistencia, la población hondureña se mantiene más unida y fuerte que nunca reclamando la vuelta al orden democrático. Frente a la Resistencia se levantan las fuerzas golpistas, que también llevan cincuenta días de mentiras, acosando, golpeando y matando a la población. Y entre los mentirosos más detestables se encuentra el cardenal golpista Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, cuyas mentiras nos ocupamos de develar en este ensayo.

El diario La Vanguardia de España publicó el pasado 13 de julio una entrevista al cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, titulada con el nombre “No soy un cardenal golpista”, y el diario Tiempo de Honduras la reprodujo íntegramente en su edición correspondiente al pasado sábado 8 de agosto.

Las declaraciones vertidas por el cardenal Rodríguez son tan alejadas de la realidad como peligrosas para el pueblo hondureño, ya que él es de alguna manera el vocero real de la oligarquía y el principal legitimador moral del golpe de Estado perpetrado por oligarcas, políticos y militares en connivencia con sectores ultraderechistas del partido republicano de los Estados Unidos de América y de un sector de Iglesia hondureña conocido como Opus Dei. De ahí la  indignación y necesidad por desmentir públicamente, a nivel nacional e internacional, las falacias de este purpurado y desnudar sus reales intenciones.

Por ello mismo, y aunque reconocemos que la entrevista concedida al diario español es un poco extensa, procederemos meticulosamente, desmenuzando párrafo por párrafo, lo dicho por el cardenal y lo contrastaremos con la verdadera realidad por la cual lucha y se sacrifica cada día la inmensa masa de pobres de Honduras junto con sus líderes, la mayoría cristianos y cristianas que no han vendido sus conciencias a ninguno de los poderes fácticos involucrados en el asalto al Estado hondureño. 

Mentira Nº 1

    Cardenal Rodríguez:

      “Yo entiendo que los que han pintado eso [graffiti de `cardenal golpista` en las paredes de Tegucigalpa] no son hondureños. Está clarísimo”.

Los que han pintado las paredes de cuanto muro o pared ha sido posible con mensajes como “cardenal golpista”, y han gritado a más no poder consignas como “fuera, cardenal golpista”, son hondureños y hondureñas que se sienten profundamente indignados porque el señor Oscar Rodríguez se ha valido de su condición religiosa para manipular las consciencias de los ciudadanos y ciudadanas. Jesucristo nunca estuvo del lado de los poderosos sino siempre al lado de los pobres y los vulnerables, y sus fugaces encuentros con ricos le sirvieron para llamarlos urgentemente a compartir sus bienes e inscribirse en el evangelio del amor y la justicia.

Con esta frase citada textualmente del cardenal, además de mentir, también está apoyando de forma sutil pero muy claramente el discurso de los golpistas que acusan que las manifestaciones están guiadas por extranjeros, principalmente nicaragüenses y venezolanos; lo cual no es cierto. Las manifestaciones populares están llenas de gentes orgullosamente catrachas;  pobres, descalzas, gentes que las más de las veces no andan ni para comprar una bolsa de agua. Las organizaciones populares tienen que realizar constantemente jornadas de apoyo, pidiendo a la población de las ciudades que proporcionen espacios en sus casas para alojar compatriotas que han llegado de diferentes sectores del país para sumarse a las protestas permanentes, y donen alimentos y otros víveres para que los manifestantes no mueran de hambre y frío. Contrariamente, el gobierno golpista que bendice el cardenal Rodríguez ha llegado incluso a declarar toques de queda por 24 horas seguidas y hasta por 7 días consecutivos en algunas regiones para que los y las manifestantes que llegan del interior del país mueran de hambre, sed y frío en los caminos y bosques y no se les pueda socorrer. El cardenal Rodríguez, que debiera ser un defensor de la vida que nos ha dado el Creador, no sólo no ha dicho una palabra en defensa de la vida de esta gente humilde y luchadora, cuyo acceso a la alimentación es un derecho humano reconocido universalmente independientemente de cualquier situación o conflagración, sino que, sumándose al discurso oligarca, acusa a los defensores de la democracia de no ser hondureños y hondureñas, en un claro intento por distorsionar, a favor de la oligarquía golpista, la percepción de la realidad de lo que está aconteciendo en Honduras. 

Mentira Nº 2

    Cardenal Rodríguez:

      “No soy golpista. No me molesta [que me acusen de serlo], porque si de Jesús, que era hijo de Dios, le acusaron de todo, ¿qué no podrán decir de un ser humano? Es injusto que por cumplir un deber de conciencia me llamen golpista”.

El cardenal Rodríguez tiene razón al decir que no le molesta que lo llamen golpista, porque efectivamente lo es, aunque bautice con otro nombre más elegante a su club de santulones del Opus Dei que asaltaron el Estado de Honduras, llamándolo “sucesión constitucional”.

Lo que no debe  hacer el cardenal Rodríguez es valerse de su status de príncipe de la Iglesia para justificar el golpe de Estado y, luego, defenderse de los señalamientos que le hace el pueblo recurriendo a las falsas acusaciones que en su momento los opresores de su tiempo lanzaron contra la persona de Jesucristo. En el caso de Jesús las acusaciones de que fue objeto eran falsas mientras que las vertidas contra el cardenal son verdaderas y se comprueban con el menor esfuerzo intelectual posible. Y ya que el cardenal Rodríguez trata de compararse con Jesucristo no está demás desenmascararlo nuevamente en otras de sus perversiones: El Señor Jesús no habló nunca a los pobres desde los medios y espacios comunicativos de los romanos opresores, el cardenal sí habla al pueblo desde las cadenas nacionales de radio impuestas por el presidente golpista, cadenas radiales reservadas exclusivamente para los funcionarios golpistas. Ningún opositor al régimen de facto ha hablado en cadena nacional, ¿lo sabe el señor cardenal Rodríguez?

El señor Rodríguez puede cumplir su deber de conciencia al lado de los oligarcas, y los demás tenemos el deber de respetar su opinión, pero lo que no puede hacer es ponerse del lado de los violentadores del orden social y decir que habla en nombre del Dios de la vida. 

Mentira Nº 3

     Cardenal Rodríguez: 

         Yo soy el primero en rechazar el golpe de Estado”.

Esta tajante afirmación pone al descubierto la doble moral que intenta jugar el cardenal Rodríguez de cara al rescate de su condición internacional de papable. Por un lado, hacia dentro de Honduras maneja un discurso pro golpe de Estado legitimando la acción golpista de sus hermanos del Opus Dei a través de discursos suyos y de sus bien entrenados obispos auxiliares de la arquidiócesis, o sencillamente callando cuando ve que no puede hacer otra cosa mejor para beneficio de sus aliados. Por ejemplo, el silencio cómplice que ha guardado ante los muertos inocentes asesinados por los policías y militares, por el único delito de desplazarse al aeropuerto o a la frontera a esperar al presidente que un día escogieron. Por otro lado, hacia fuera de Honduras quiere manejar una imagen maquillada, más a tono con la reacción de todos los gobernantes del mundo, que a una voz se han opuesto al golpe de Estado y han pedido la restitución pronta, segura e inmediata del presidente Zelaya, y por eso ni se sonroja siquiera al decir en un medio de prensa internacional que está contra el golpe de Estado.

En realidad, el cardenal Rodríguez defiende la tesis de la sustitución constitucional promulgada por los golpistas, figura jurídica que no existe ni en nuestra constitución ni en ninguna otra del mundo, ni aparece tal término en ningún diccionario de ciencias políticas o jurídicas. El cardenal ya no engaña a nadie.  

Mentira Nº 4

    Cardenal Rodríguez:

      “Por internet dicen que ando comiendo con los ricos. Otra mentira. Ningún fotógrafo va a las aldeas pobres que visito con frecuencia porque no es noticia.”.

Ningún otro pastor, católico, episcopal o evangélico, aparece tantas veces en las páginas sociales de los periódicos hondureños como el cardenal; bautizando o casando hijos e hijas de las familias oligarcas, celebrándole el cumpleaños a tal o cual empresario, tocando la flauta en el té de la familia tal, etc. En los periódicos hondureños hay más noticias sociales del cardenal que reflexiones cristianas de voz y pluma cardenalicia. ¿Lo sabe Roma? La feligresía católica hondureña se da muy por enterada de ello.

También es probablemente cierto que los fotógrafos no acompañan al cardenal a las aldeas pobres, pero no lo hacen precisamente porque ello no sea noticia. Algunos fotógrafos no lo harán sencillamente porque con los sueldos de hambre que les pagan los empresarios de la comunicación, que dicho sea de paso son exactamente los mismos empresarios golpistas con alguna excepción, no les ajustaría para ir y venir a y desde las aldeas lejanas. Otros periodistas tampoco lo harán porque tal vez pudiendo pagar un servicio de transporte hacia la aldea donde se encuentra el cardenal, llegarían demasiado tarde, ya que el cardenal ha solido desplazarse a las aldeas lejanas en helicópteros de los empresarios capitalinos y de la fuerza aérea de Honduras. Y en estos aparatos difícilmente habría espacio para un reportero interesado en conocer cómo viven o sobreviven los pobres de Honduras. 

Mentira Nº 5

     Cardenal Rodríguez:

         “Este es un país pobre donde la política ha hecho tanto daño...”

Cierto es que Honduras ha sido empobrecida por malas decisiones económicas y políticas pero en todo caso no es la política la que le ha causado tanto mal. Son los políticos que funcionan como testaferros de los diferentes grupos económicos quienes se han encargado de destruir esta nación digna de mejor suerte. Bien le vendría al cardenal Rodríguez leer a Santo Tomás para darse cuenta de lo importante que es la política en los pueblos y las sociedades.

Los pobres y las pobres de Honduras ya se dieron cuenta de ello, así como del peligro que ha significado dejar todo el quehacer político en manos de bandoleros disfrazados de diputados y de jerarcas militares, que nunca velaron por el bien común sino por los intereses egoístas de los oligarcas. El golpe de Estado ha constituido  el despertar doloroso del pueblo hondureño, que ya no cree más en partidos tradicionales, ni en mercaderes de la política, ni en verdeolivos traidores a los ideales morazanistas de una patria soberana conducida bajo el imperio de la ley.

Tras el golpe de Estado del pasado 28 de junio, el pueblo hondureño se ha lanzado a las calles a exigir el restablecimiento del orden democrático; no obstante su grito ha sido desoído por los golpistas, sus gargantas han sido asfixiadas por los gases de las hordas militares y policiales, y sus vidas están siendo aniquiladas por las balas de plomo y los cuchillos de los psicópatas disfrazados de asesores presidenciales del gobierno de facto. Mientras tanto, la comunidad internacional ha asumido la posición de gallo/gallina: “que retorne el presidente Zelaya pero todavía no”, “el presidente debe volver pero éste no es el momento”.

Luego de cincuenta días de lucha inclaudicable el pueblo y sus organizaciones, en un verdadero gesto de recuperación de la política nacional, ya no sólo se están preguntando si el presidente Zelaya regresará o no. Su planteamiento ahora va mucho más allá del regreso del presidente y más allá de la realización o no de la consulta popular de la cuarta urna. Si durante estos cincuenta días de lucha se le ha negado el derecho  a restituir los poderes del Estado, el pueblo entonces está siendo obligado por la realidad a llevar su insurrección popular y pacífica hacia una verdadera revolución que refunde nuestra patria.

El pueblo ha descubierto la importancia de la política a la hora de construir el bien común fundado en una sociedad solidaria, justa, inclusiva y fraterna tanto así que ya se dispuso a asumirla desde sus propias organizaciones y no parece dispuesto a seguir confiando en políticos, tecnócratas y militares traidores y serviles. Esta es la nueva política del pueblo, que obviamente no será bendecida por el cardenal y sus ángeles del Opus Dei, y no tardará en atacarla con las mismas palabras que para ello utiliza la oligarquía. 

Mentira Nº 6

     Cardenal Rodríguez:

      “En el comunicado [de la Conferencia Episcopal] pusimos énfasis en la búsqueda de la paz”.

La paz que busca el cardenal Rodríguez para el pueblo hondureño, y que intenta imponer desde espacios golpistas y a nombre de la Conferencia Episcopal de Honduras, es la paz del sometido, la paz del terror paralizante provocado por los aviones y helicópteros militares que continuamente sobrevolaban las principales ciudades del país el día del golpe de Estado. El pueblo hondureño ya se cansó de una vez por todas de esa falsa paz que hace morir a los pobres mientras los oligarcas y sus testaferros se dan la gran vida entre el ocio y el despilfarro.

Se equivocó  el cardenal Rodríguez al creer que con su canto de sirena adormecería los sueños de amor patrio de los hondureños y hondureñas. Honduras es una patria ultrajada por las transnacionales, desgarrada por los oligarcas, engañada por sus políticos y pastores pero sinceramente amada desde lo más profundo de los corazones de los pobres y humildes. De este amor brota la energía imparable de este pueblo que ha dicho ¡Basta Ya! 

Mentira Nº 7

    Cardenal Rodríguez:

      “En momentos de confusión es difícil encontrar documentos que ayuden a entender la verdad. Hasta el jueves después de la salida de Zelaya no conseguimos los documentos originales. Fuimos a buscarlos todos, todos. Y cuando los tuvimos convocamos una reunión plenaria de la Conferencia Episcopal para redactar el comunicado. Lo suscribieron todos los obispos”.

El cardenal Rodríguez deja al desnudo su condición de convencido de las mentiras que proclaman los golpistas del Opus Dei. Es meritorio de su parte afirmar que antes del golpe de Estado no tuvo acceso a ningún documento “que le ayudara a entender la verdad” que querían imponer los oligarcas al acusar al presidente Zelaya de corrupto, traidor a la constitución, etc. Y no tuvo acceso a ellos sencillamente porque esos documentos de soporte al golpe nunca existieron antes del mismo golpe, ni hubo ningún veredicto previo de juicio alguno que llevara a la destitución del presidente Zelaya. Reconoce el cardenal que no fue sino hasta el jueves 2 de julio, cuatro días después del golpe de Estado, que tuvo acceso a los documentos que inculpaban al presidente Zelaya; que son justamente los documentos inventados y fabricados ex post por los golpistas para justificar el golpe de Estado.

    Resulta difícil comprender cómo una persona, con una inteligencia tan lúcida y candidata al trono de Pedro, no se haya percatado a tiempo de lo que tramaron los golpistas para hacer aparecer la acción del golpe de Estado como sucesión constitucional: Primero, el mismo día del golpe de Estado cínicamente se atrevieron a dar lectura en el congreso nacional de una carta de renuncia que había enviado el presidente Zelaya y nadie les creyó, a excepción del cardenal y por eso afirmó en la cadena nacional que Zelaya ya no era presidente cuando fue capturado. Después se inventaron una orden de captura que tampoco nadie ha creído (y por prestarse a la emisión falsa e improcedente de la misma el gobierno de los Estados Unidos retiró su visa al magistrado de la corte suprema de justicia que incurrió en abuso de autoridad). Sólo el cardenal cree que esta orden de captura fue emitida antes del 28 de junio. Finalmente los golpistas se inventaron no menos de 18 acusaciones en contra del presidente Zelaya y dijeron que darían orden a la INTERPOL para su captura; y esta entidad policíaca internacional desestimó sus pedidos por incongruentes. Finalmente aparecen el fiscal golpista y el dictador Micheletti diciendo que Zelaya será capturado en cuanto ingrese al país. Mientras tanto el presidente Zelaya lleva dos intentos por ingresar a Honduras y no sólo no lo capturan sino que no le permiten ingresar. Pero el cardenal jura que estas acusaciones son verdaderas y justifican el golpe de Estado. ¡Qué disparate!  

Mentira Nº 8

    Cardenal Rodríguez:

      El comunicado no lo hice yo. Todos los obispos decidieron la postura a tomar. Fuimos todos”.

 En Honduras conocemos muy bien la trayectoria política del cardenal Rodríguez y la del resto de obispos, y sabemos por ello, con certeza suficiente, que el comunicado episcopal de adhesión a los golpistas leído por el cardenal Rodríguez, es obra de él y nunca del colectivo de obispos. Y llama la atención la falta de insolidaridad de parte del cardenal al tratar una y otra vez de inculpar a los demás obispos en esta acción que sólo puede ser producto de su mente.

Los obispos de Honduras, si bien nunca han sido oficialmente curas revolucionarios, tampoco se puede decir de ellos que han vivido recostados permanente y servilmente en el lecho de los oligarcas. Sus quehaceres pastorales se han mantenido en equilibrio de fidelidad al evangelio aunque evitando chocar frontalmente con los poderes fácticos del país. Más todavía, es seguro que respecto de la crisis política que se vivía en Honduras antes del golpe de Estado, muchos de ellos no compartían totalmente las acciones del presidente Zelaya; pero de las discrepancias normales a llegar a bendecir un golpe de Estado hay una distancia abismal y perversa que los obispos de las diferentes diócesis nunca recorrieron; y no sólo no recorrieron, sino que inclusive algunos de ellos se han manifestado desde sus diócesis condenando el golpe de Estado.

Monseñor Ángel Garachana, obispo de la ciudad industrial de Honduras, sin confrontar o haciéndolo lo menos posible, se ha mantenido como servidor de los pobres y humildes de Dios. Los obispos Raúl Corriveau, Juan Luis Giason y Guido Plante, son ejemplo de personas  prudentes y humildes con carácter. Quizá por el hecho de ser misioneros de procedencia extranjera no emiten juicios abiertos sobre la realidad nacional, pero tampoco son dóciles a los dictados de la oligarquía; y no les suele faltar la inteligencia crítica para acompañar con sus palabras serias y objetivas las reflexiones sobre la realidad en los encuentros del clero o de toda la comunidad pastoral de sus respectivas diócesis. Monseñor Mauro, de la diócesis de Olancho, con su temple de gringo buenón e ingenuo se muestra siempre temeroso de las ideologías pero en la práctica es un hombre que se desvive por su pueblo, especialmente por los jóvenes, los campesinos y las mujeres organizadas en las comunidades. A Monseñor Luis Santos le corresponde pastorear una región donde están en mayor número los pobres más pobres de Honduras conviviendo con grandes familias de hacendados y cafetaleros. En este contexto, ha echado a andar el más grande programa de evangelización en Honduras centrado en las comunidades eclesiales de base, y lo ha hecho conciliando diferentes intereses y llamando a todos, ricos y pobres, a creer en la vida en la comunidad. Monseñor Solé, obispo de los campesinos y de los pueblos negros y misquitos, tampoco es un hombre de pactos con la oligarquía o con los narcotraficantes de gran calibre tan comunes en su diócesis. Es un servidor que se caracteriza por su humildad y cercanía con los más pobres. Estos obispos no serán la suma perfección, quizá el pueblo cristiano espere un poco más de palabra y acciones proféticas venidas de ellos, pero traidores a la Iglesia entendida como Pueblo de Dios nunca lo han sido y no lo son en este momento.

En contraposición a esta pléyade de pastores está el cardenal Oscar Andrés Rodríguez y sus dos obispos auxiliares de la arquidiócesis de Tegucigalpa, Juan Pineda y Darwin Andino. Justamente durante el trimestre anterior al golpe de Estado los medios de comunicación hablados y escritos, propiedad de los empresarios golpistas, que son la mayoría y los de más amplia cobertura nacional, desarrollaron una campaña mediática permanente llena de falsedades y de acoso al gobierno del presidente Zelaya y las organizaciones populares. En esta campaña el cardenal Rodríguez prácticamente brilló por su ausencia; no obstante, sus obispos auxiliares se turnaban constantemente uno y otro para estar en los periódicos y telenoticieros defendiendo y bendiciendo las mentiras de los empresarios y políticos golpistas en contra del presidente Zelaya y su gestión gubernamental.  El silencio del cardenal ya se veía sospechoso porque siempre le gusta estar en los medios y esta vez, mientras él callaba, sus auxiliares se desbocaban en contra del presidente electo democráticamente. Es importante, además, resaltar que durante estos meses ningún otro obispo del país se prestó para legitimar moralmente, desde los medios golpistas, las calumnias que se vertían contra los funcionarios del poder ejecutivo y los dirigentes populares.

Por estas razones sabemos, sin temor a equivocarnos, que la entrega de la Iglesia hondureña  a la oligarquía no es obra y gracia de los obispos hondureños sino del cardenal Rodríguez y sus ad láteres auxiliares. Más allá de todo documento firmado por la conferencia episcopal que el cardenal Rodríguez anda exhibiendo a periodistas internacionales, con el único fin de inculpar junto a él al resto de obispos, nos queda suficientemente clara la praxis de nuestros pastores y no vamos a permitir que el cardenal Rodríguez ensucie sus nombres. Con el mismo cinismo con que el cardenal Rodríguez pretende ahora negar que hubo golpe de Estado podría también, con tal de recuperar su condición de papable, decir ante los medios de comunicación internacionales que fue víctima de una apreciación equivocada de los obispos hondureños. La perversión del cardenal Rodríguez parece no tener límites.

¿Pudo el cardenal Rodríguez haber engañado a los demás obispos presentándoles documentos falsos de inculpación del presidente Zelaya para atraer la voluntad de ellos y apoyar el golpe de Estado? ¿Pudo el cardenal Rodríguez demandar de los obispos la utilización de la cobertura institucional de la Conferencia Episcopal para apoyar a los y las golpistas del Opus Dei? ¿Pudo el cardenal Rodríguez, después de pronunciarse a favor del golpe de Estado, llamar al silencio a los demás obispos y manifestarse sólo él con sus obispos auxiliares, así como lo hizo con los superiores de las órdenes y congregaciones religiosas con presencia en Honduras, al pedirles que se abstuvieran de pronunciarse sobre la crisis actual y que dejaran a los obispos hacer lo suyo?

El Cardenal Oscar Rodríguez y los obispos auxiliares Juan Pineda y Darwin Andino se constituyen entonces en el trío de la vergüenza y la indignidad, y son los que han pretendido vender la honra de la Iglesia catracha a los grandes oligarcas de la nación, guiados por las prominentes figuras del opus Dei que participaron en el golpe de Estado y ahora se han hecho del poder nacional. Estos pseudopastores deberán saber que la Iglesia hondureña no está en venta ni se ha entregado en maridaje político a los empresarios golpistas árabe/criollos. 

Mentira Nº 9

      Cardenal Rodríguez:

      “Los documentos prueban que las instituciones [del Estado que participaron en el golpe] operaron correctamente y se cumplió la Constitución”.

Miente perversamente una vez más el cardenal Rodríguez. Los textos de la Constitución muestran fehacientemente que la carta magna de la nación hondureña fue violada con premeditación, alevosía y ventaja por parte de los funcionarios del poder judicial, congreso nacional, ministerio público, comisionado nacional de derechos humanos y las trágicas fuerzas armadas que planificaron y ejecutaron el golpe de Estado. Para demostrarlo es preciso detenerse en algunos artículos constitucionales: 

    Violación del artículo 242 de la Constitución. Este artículo se refiere a la ausencia definitiva del presidente de la república. Acota que “Si la falta del Presidente fuera absoluta, el Vicepresidente ejercerá la titularidad del Poder Ejecutivo por el tiempo que le falte para terminar el período constitucional. Pero si también faltare de modo absoluto el Vicepresidente de la República, el Poder Ejecutivo será ejercido por el Presidente del Congreso Nacional y, a falta de éste, por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, por el tiempo que faltare para terminar el período constitucional”.

Es claro que el artículo se refiere a una ausencia absoluta del presidente. Pero el presidente Zelaya no había incurrido de ninguna manera en alguna ausencia absoluta. El 28 de junio no se ausentó del poder sino que lo ausentaron del mismo al asaltar los militares su casa en plena madrugada, capturarlo y trasladarlo fuera del país. La carta de renuncia con la que los infames diputados pretendían crear la justificación de la ausencia absoluta no fue creída por nadie y fue desmentida de inmediato por el presidente Zelaya en el exilio. Pero el cardenal sí hace suya esta mentira de los golpistas al tratar de justificar la toma del ejecutivo por el presidente del congreso nacional, Roberto Micheletti, como sucesión democrática. El cardenal debe haber mentido a los obispos y miente ahora al pueblo hondureño y a la comunidad internacional al decir que el golpe de Estado se llevó a cabo conforme a la Constitución. Este artículo constitucional muestra lo contrario. 

    Violación al artículo 99 de la Constitución. “El domicilio es inviolable. Ningún ingreso o registro podrá verificarse sin consentimiento de la persona que lo habita o resolución de autoridad competente. (…). Exceptuando los casos de urgencia, el allanamiento del domicilio no puede verificarse de las seis de la tarde a las seis de la mañana, sin incurrir en responsabilidad”.

La casa de habitación del presidente Zelaya fue violentada por los militares, quienes a tiros redujeron a la impotencia a la guardia presidencial y penetraron a la fuerza adentro de la misma. Todavía pueden apreciarse los impactos de las balas en las paredes de dentro de la casa. El asalto se produjo a las 5 de la mañana, cuando la ley habla de proceder entre las 6 de la mañana y las 6 de a tarde. ¿No se viola este artículo de la Constitución? No, según el cardenal Rodríguez. 

    Violación al artículo 102 de la Constitución. “Ningún hondureño podrá ser expatriado ni entregado por las autoridades a un Estado extranjero”.

El presidente Zelaya fue capturado siendo objeto de todos los vituperios posibles y trasladado en un avión de la Fuerza Aérea de Honduras, sin portar nada más que su pijama, a la ciudad de San José, república de Costa Rica; donde fue abandonado en la pista del aeropuerto Juan Santamaría. Con semejante insulto a la ley y a la dignidad de un ser humano que la mayoría del pueblo hondureño había escogido como su presidente ¿todavía tiene el cardenal Rodríguez el descaro de decir que “las instituciones operaron correctamente y se cumplió la Constitución”?  

    Violación al artículo 84 de la Constitución. “Nadie podrá ser arrestado o detenido sino en virtud de mandato escrito de autoridad competente, expedido con las formalidades legales y por motivo previamente establecido en la Ley. (…) El arrestado o detenido debe ser informado en el acto y con toda claridad de sus derechos y de los hechos que se le imputan; y además, la autoridad debe permitirle comunicar su detención a un pariente o persona de su elección”.

Los militares que dieron captura del presidente Zelaya no portaban ninguna orden de allanamiento de morada ni de captura emitida por juez competente. Además, La ley manda que las capturas sean realizadas por la policía, no por el ejército. Según cuenta el presidente Zelaya, los militares que le capturaron no le presentaron ninguna nota ni fue informado de lo que ocurría y tampoco se le permitió comunicarse con sus familiares. La orden judicial que los golpistas presentan ahora fue fabricada después del asalto, luego que nadie les creyera que el presidente Zelaya había presentado una carta de renuncia a la presidencia. Sólo el cardenal Rodríguez cree que esta orden de captura procedió en tiempo y forma. 

Mentira Nº 10

    Cardenal Rodríguez:

      “La Constitución dice con mucha claridad que el jefe de Estado que proponga un cambio para poder seguir en la presidencia cesa de inmediato en su cargo.  Eso quiere decir que cuando Zelaya fue capturado por el Ejército ya no era presidente de la República. Cesó en el desempeño de su cargo”.

En ningún momento el presidente Zelaya manifestó públicamente que quería ser reelecto como presidente ni tampoco hay quien dé cuenta que en privado lo haya hecho. Sin embargo, si el cardenal Rodríguez o cualquiera otra autoridad estaba seguro de esa pretensión debió iniciar inmediatamente un juicio político que llevara a la condenación y expulsión del presidente Zelaya del poder ejecutivo. Esto nunca sucedió. El presidente Zelaya convocó a una consulta popular para saber si el pueblo estaba de acuerdo en colocar una cuarta urna el día de las elecciones del próximo 26 de noviembre.

El artículo 89 de la Constitución es claro: Toda persona es inocente mientras no se haya declarado su responsabilidad por autoridad competente”. Sin embargo, el cardenal Rodríguez condena al presidente Zelaya antes de que éste haya sido condenado por algún tribunal y, más aún, antes de que se hubiera formalizado algún juicio en contra de su persona.

Si nunca hubo acusación formal en contra del presidente Zelaya ante los tribunales tampoco pudo haber alguna condena; por lo que su arresto y captura no procede de ninguna manera. Sólo el cardenal Rodríguez se atreve a asegurar en esta entrevista  “que cuando Zelaya fue capturado por el Ejército ya no era presidente de la república”; es decir, había sido defenestrado antes de ser acusado y vencido en juicio. 

Mentira Nº 11

      Cardenal Rodriguez

      “ Para pacificar al país sería más prudente y más patriótico que [Zelaya] renunciara a regresar de inmediato”.

¿Por qué tienen que ser los pobres quienes siempre ceden y pierden? El pueblo, que en sufragio universal eligió por mayoría a Manuel Zelaya como su presidente, ahora tiene que ceder su derecho para satisfacer los caprichos golpistas de las 10 familias dueñas de Honduras. ¿A qué tipo de justicia apuesta el cardenal Rodríguez? Mientras el mundo entero repudia el golpe de Estado y exige que se haga justicia al pueblo hondureño devolviéndole el poder a quien el pueblo escogió, el cardenal demanda que ese hombre escogido por el pueblo no regrese a gobernar y le hace responsable de que haya un baño de sangre en la población. ¿Olvida el cardenal Rodríguez que las armas que matan están en manos de los golpistas mientras que el pueblo que pide el retorno del presidente Zelaya está formado por descalzos y harapientos? En el baño de sangre que ocurriría, según el cardenal Rodríguez, si el presidente Zelaya regresa, la sangre la pone el pueblo mientras que el baño [de plomo] lo hacen las fuerzas golpistas. Si el llamado del cardenal Rodríguez hubiera sido motivado por una preocupación sincera por el pueblo, ese llamado hubo de hacerlo al ejército y a sus hermanos civilones golpistas del Opus Dei.  

Mentira Nº 12

      Cardenal Rodríguez

            ¿Con qué boca se puede pedir que regrese quien ha saqueado al Estado tan impunemente?

Otra gran mentira del cardenal y la oligarquía es el tan cacareado saqueo de las arcas del Estado. Tras asaltar el Estado hace cincuenta días, las arcas del Banco Central de Honduras han provisto los recursos financieros para trasladar fondos a las municipalidades por más de 300 millones de Lempiras, reparar bordos, y pagar salarios el día exacto, 20 de julio, a todo el personal de gobierno con una suma aproximada de mil quinientos millones de Lempiras.

Si fuera cierto que el presidente Zelaya tenía en quiebra al país, lo que los golpistas hubieran encontrado sería deudas. A pesar del retiro de la ayuda de los organismos multilaterales al gobierno golpista, éste hasta ahora no ha necesitado  siquiera devaluar la moneda, posponer pagos internos, etc. Estamos, pues, ante una mentira que repite el cardenal y que la realidad se encarga de palidecer. El Estado, lejos de haber sido saqueado fue fortalecido, eso sí, fue fortalecido a favor de la población, no de los banqueros y empresarios y esto no se lo perdonaron nunca al presidente Zelaya.

Sin embargo, bien se puede decir que quien ha saqueado el Estado hondureño es el propio cardenal Rodríguez. Según el Acuerdo Ejecutivo Nº 046-2001, firmado por el también golpista y otrora presidente Carlos Flores Facussé, el cardenal Rodríguez percibe mensualmente, desde el año 2001, la cantidad de 100 mil Lempiras mensuales que salen de la partida presupuestaria de casa presidencial. Ambos golpistas, el ex presidente Flores y el cardenal Rodríguez, violaron la Constitución que ahora dicen defender porque la misma niega que el Estado se una en maridaje con Iglesia alguna, ya que el Estado es constitucionalmente seglar. Por esta razón, el cardenal Rodríguez ha sido denunciado ante el ministerio público por abogados del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia para que devuelva lo que saqueó al Estado y se le deduzcan las respectivas responsabilidades civiles y criminales.  

Mentira Nº 13

      Cardenal Rodríguez:

         [¿En  qué se equivocaron los que detuvieron a Zelaya?] “En mandarlo a Costa Rica. Pero hay una explicación de un jurídico militar. La gente de Zelaya asaltó una base aérea. ¿Dónde habrían podido mantener preso a Zelaya? Las islas que tenemos son muy turísticas. Y eso habría representado una violación de todos los derechos humanos”.

No se puede alegar que el traslado fuera del país del presidente Zelaya en un avión militar se hizo apelando al principio jurídico de Estado de Necesidad, ya que el Presidente no corría ningún peligro dentro de su casa, ni tampoco estaba escapándose porque ni siquiera sabía lo que habían tramado los golpistas. Y no es cierto que “la gente de Zelaya asaltó una base aérea”. El mismo presidente, en su condición de comandante general de las fuerzas armadas, fue a recoger las urnas a las bodegas de la fuerza aérea. Y se hizo acompañar de gente ante la desobediencia de las fuerzas armadas en colaborar con la distribución de las urnas en todo el país.  

A MODO DE CONCLUSIÓN:

LAS PRETENSIONES DEL CARDENAL OSCAR ANDRÉS RODRÍGUEZ 

Lo ocurrido en Honduras fue un golpe de Estado y es de necios negarlo.  La ciencia jurídica más una lectura elemental de la Constitución hondureña lo demuestran sin lugar a dudas y así lo entienden la mayoría de hondureños y hondureñas, y el resto de la comunidad internacional. El golpe de Estado sólo es negado por un sector de la oligarquía hondureña (la árabe/criolla), los golpistas del Opus Dei y la ultraderecha de América Latina y de los Estados Unidos de América.

El golpe de Estado acaecido el pasado 28 de junio ha hundido a la población hondureña en una crisis sin precedentes en la que, como siempre, los sectores más vulnerables se llevan la peor parte. Las ocho personas muertas en las diferentes manifestaciones habidas hasta ahora han sido personas contrarias al golpe de Estado y han sido asesinadas por francotiradores y sicarios que matan exactamente como lo hacían los escuadrones de la muerte en la década de los ochenta, uno de cuyos jefes buscados por la justicia internacional, el señor Billy Joya, ahora funge como asesor presidencial en el gobierno golpista que defiende el cardenal Rodríguez. Son cientos de miles de personas que de forma intermitente están participando en las manifestaciones en todo el país sin recibir nada a cambio más que la satisfacción que produce estar al lado de la justicia. Los heridos y apresados también suman cientos de personas, atacadas por defender la institucionalidad democrática y hacer uso al derecho de insurrección que la misma Constitución otorga.

El señor Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga ha irrespetado su posición eclesiástica al unirse con los golpistas y atacar al pueblo hondureño y sus instituciones democráticas;  parcializándose ante una situación tan crítica para la sociedad hondureña en un momento en que la Iglesia, en cualquier otra parte del mundo, suele jugar el rol de mediadora, consoladora y unificadora de la sociedad; ultrajando heréticamente la fe en el Dios de la vida que dice proclamar al aliarse con las fuerzas de la muerte. Y, a cincuenta días de resistencia nacional contra el golpe, ahí están nuestros hermanos asesinados a sangre fría por manos militares asesinas legitimadas con la palabra igualmente asesina del cardenal Rodríguez.

Honduras, uno de los pueblos más pobres y humildes de nuestro planeta, es ahora trinchera donde el amor, la verdad y la justicia se enfrentan a los malditos de este mundo bendecidos por el cardenal golpista Su Excelencia Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia

Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado en Honduras

16 de agosto del 2009

HONDURAS 

joseamesty13@yahoo.es




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