Se ha desatado un hiperdebate ¿dónde queda la sub-oposición?

“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias”. Winston Churchill

Es preciso afirmar lo saludable, enriquecedor y benéfico que ha sido para el proceso bolivariano el debate desatado en torno a lo dicho en el Evento realizado en el Centro Internacional Miranda a comienzos de mes. Se podrá estar o no de acuerdo con lo que allí se dijo; incluso puede que haya sonado pedante alguna apreciación en particular y tengo tiempo escuchando comentarios sobre el supuesto carácter elitesco de esa institución, pero lo cierto es que lo dicho por el grupo de investigadores y pensadores reunidos en el evento “Intelectuales, democracia y socialismo: callejones sin salida y caminos de apertura”, partió de unas premisas claras: la del indiscutible liderazgo de Chávez y la de los no menos incuestionables y trascendentales logros que en diez años ha alcanzado este proceso.

Es preciso traer a colación algunas reflexiones hechas en aportes anteriores, previó al planteamiento de mi opinión sobre este debate, que como mencioné, me parece sano para la revolución y lo mejor que ha ocurrido desde que se comenzó a hablar de batalla de ideas:

- Una necesaria distinción entre batalla mediática y batalla de ideas, entendiendo ésta última como batalla entre concepciones, perspectivas y doctrinas enunciadas desde lugares que creen y defienden la posibilidad de otro mundo posible, del socialismo. Es decir, esta batalla es entre nosotros. Esta apreciación parte del reconocimiento de la necesaria batalla mediática como constante desmontaje y visibilización frente a las políticas de las ya conocidas empresas mediáticas capitalistas.

- En este sentido, la necesidad de que a la estrategia de desmonte constante de las pretensiones oposicionistas de construcción de matrices de opinión adversas al proceso, se sume el esfuerzo por avanzar en agendas, discursos y propuestas elaboradas de manera autónoma y creativa, más allá del enfoque de contrapoder.

- Considerando el bombardeo permanente del sector oposicionista, se puede afirmar que frente a éste –que ya sabemos no dispone de concepciones y doctrinas coherentes salvo las del sistema que tiene ya décadas en decadencia- la batalla mediática es sólo en parte batalla de ideas.

- Lo bueno de hablar de “batalla mediática” es que presupone la ausencia de alguna forma de hegemonía, por lo que resulta una manera de expresar que lo que aquí se desarrolla es un proceso contra-hegemónico. En este sentido, la batalla mediática es un hecho que habría que reconocer como un privilegio y una oportunidad, actualmente patrimonio de pocos países en el mundo.

- Asimismo, se ha mencionado que a las incitaciones al magnicidio, no se les puede llamar “exceso de libertad de expresión” en la medida en que cuando se habla de abstracciones como “libertad”, la exageración o el exceso desvirtúan su sentido o la convierten en otra cosa, por ejemplo, en un crimen.

En el libro “Nicaragua, en el Ojo del Huracán Revolucionario” (los diez años que conmovieron al mundo) libro de la compañera argentina Irma Antognazzi y que próximamente se editará en nuestro país, se destaca el papel que jugaron los medios contra la Revolución Sandinista y de cómo se subestimaron. Es verdad, allá la contra aparte de haber sido mediática fue armada y sanguinaria, pero de acuerdo al análisis hecho en este trabajo, el triunfo de Violeta Chamorro respondió en parte al cansancio y al desgaste producido por la guerra mediática, por la prisión del desmontaje permanente. Pero no hay que olvidar que la contra en nuestra revolución no es sólo mediática, también es armada. Sindicalistas, estudiantes y sobre todo campesinos muertos lo ilustran con elocuencia.

Uno de los discursos surgidos luego de la derrota de la propuesta de reforma, fue el de la subestimación de la influencia de la guerra psicológica en la población, en particular de las estrategias orientadas a inocular miedo respecto al tema de la propiedad, estrategias que aún utiliza la contra. Sin embargo, la respuesta tardía (y puede que por eso) a estas manipulaciones creó una suerte de reflejo condicionado, de actitud constantemente reactiva frente a la desinformación constante de los partidos audiovisuales. Llegado este punto, sobre todo luego del triunfo del Sí el 15 de febrero, se hizo ya evidente la necesidad de salirle al paso a estrategia de desmonte -bastante desarrollada y que hay que seguir perfeccionando- para avanzar en agendas propias, palabras y propuestas creativas y dirigidas a dar la auténtica batalla de las ideas. En este sentido, me parece que tenemos que celebrar que se haya abierto un espacio para la crítica revolucionaria, entre progresistas y revolucionarios.

Sin crítica lo único que se puede esperar es decadencia, y la ausencia de una crítica seria proveniente de una oposición seria ha sido siempre un problema más o menos subvalorado. Mientras tanto, se van construyendo incondicionalidades que terminan configurando ortodoxias, y como ya dijera Orwell en 1984, ortodoxia muchas veces termina significando no pensar ni necesitar el pensamiento. Este debate es una oportunidad para que el pensamiento crítico recobre la importancia que merece en el más propicio de todos los contextos: el de una crisis sistémica-civilizatoria. Recordemos las palabras de Mao: “La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos”. ¿Tenemos nosotros esa mala costumbre? Responder merecería otro análisis y otro escrito. Pero si nuestros intelectuales tomaron la iniciativa y dijeron lo que dijeron, resulta conveniente que los escuchemos ahora y que en consecuencia actuemos ahora.

En términos generales, el panorama parece ahora sincerase y equilibrarse. Por una parte, de mantenerse éste espacio para la crítica –que no debería agotarse en un solo encuentro- junto a los programas y esfuerzos del sistema nacional de medios públicos, además de los agrupados en ANMCLA, por otra, se alcanzaría un equilibrio sensato expresado en el hecho de que, al tiempo que se perfeccionan las estrategias de desmonte de matrices de opinión disociadoras de las empresas mediáticas oposicionistas, se avanza en agendas y propuestas que planteen un debate crítico entre los sectores que apoyan el proceso, impulsando la dialéctica y elevando el nivel de discusión. En otras palabras, el bloque revolucionario ni debe subestimar la influencia los “medios”, ni debe darle una importancia que lo atrape y lo desgaste en la estrategia de contrapoder.

Reitero mi parecer. Lo discutido en el CIM en el pasado evento oxigenó el ámbito de las ideas, generando una sana controversia entre distintos sectores que apoyan el proceso, con todo y el hiperchavismo de algunos. La pregunta que hay que hacerse: ¿Dónde queda el oposicionismo aquí? Aniquilado, desesperado, reducido.

amauryalejandro@gmail.com


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