"En el llamado período de entreguerras, 1918-1939, surge en Europa el fascismo como ideología y movimiento político a la vez. Su principal mentor fue, como bien se sabe, Benito Mussolini. El fascismo, en tanto proyecto político, se orienta hacia la instauración de una suerte de corporativismo de marcado acento totalitario, y un modelo económico denominado dirigismo. Entre sus características importantes, suelen destacarse: un particular nacionalismo de tinte identitario y revanchista que deviene en la violencia contra los que considera sus enemigos; un fuerte aparato de propaganda, y su ubicación en la extrema derecha. El fascismo agrupa a sus acérrimos enemigos en: los comunistas, los demoliberal-masónicos y el populismo católico. No pueden olvidarse, desde luego, los diferentes matices entre los estados fascistas históricos, a saber: el fascismo en la Alemania nazi, o nacional-socialismo; el fascismo italiano de Mussolini y el nacional-catolicismo en la España de Franco. De igual modo, las múltiples relaciones entre el fascismo y el capitalismo se muestran en las alianzas que se establecen entre el fascismo y las clases sociales poderosas, con algunas contradicciones relacionadas con el poco respeto a las llamadas libertades económicas y la autonomía de mercado. Pero dejemos la palabra al profesor Luis Navarrete para que, a través de la lectura de su obra El fascismo, vanguardia extremista del capitalismo, nos ayude a comprender mejor un tema de mucho interés histórico, político y social, como el fascismo, y sus múltiples relaciones e implicaciones con el capitalismo."
El Fascismo, vanguardia extremista del capitalismo. Luis Navarrete Orta
El Partido Socialista Unido de Venezuela (psuv), como Gobierno-Partido, ha implementado de manera sistemática mecanismos de Guerra Cognitiva contra el pueblo venezolano, en el contexto de una profunda transformación sociopolítica y un conflicto de poder que trasciende lo convencional para situarse en el terreno de la batalla simbólica, informacional y psicológica.
Desde el surgimiento de la "Revolución Bolivariana", se observa la consolidación y sofisticación de estrategias que buscan manipular la percepción pública, alterar el estado emocional colectivo e incidir sobre las valoraciones culturales e históricas, recurriendo a instrumentos de información masiva—medios tradicionales y digitales, eventos de formación ideológica, campañas de desinformación y apropiación de símbolos patrios—para perfilar el "enemigo interno" y edificar una narrativa de amenaza constante, que legitime la centralización del poder y la represión de la disidencia.
La Guerra Cognitiva, según especialistas y dirigentes vinculados al aparato estatal, tiene como campo de batalla la mente del sujeto social, modificando creencias, emociones y conductas mediante la saturación informacional, el rumor, el control de relatos y la frecuente apelación a la polarización entre "Patria" y "Antipatria". Desde talleres de formación política auspiciados por el Gobierno-Partido hasta foros parlamentarios declarados en "combate contra el fascismo y el neofascismo", la estructura gubernamental se blinda en torno a principios como la soberanía y la paz—pero los utiliza como pretexto para restringir el espacio democrático y la deliberación autónoma.
Frente a la Crisis Económica, las "Medidas Coercitivas Unilaterales" (MCU) económicas, comerciales u otras medidas adoptadas por un Estados Unidos de Norte América, fuera del auspicio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), para obligar a un cambio de política de otro Estado (Venezuela). Son actos de injerencia que vulneran la soberanía y la libre determinación de los pueblos, como mecanismo de presión para la toma de decisiones contrarias a sus intereses y "principios internacionales". El discurso oficial, desdibuja las responsabilidades propias y encauza la movilización popular hacia la defensa del régimen, promoviendo la idea de estar permanentemente sometidos a un asedio externo, donde la Guerra Cognitiva se presenta como la última fase de la "guerra de sexta generación" orientada a la manipulación y control del pensamiento.
En eventos públicos y ponencias de altas figuras del Estado, se presenta la Guerra Cognitiva como una respuesta a los intentos de "desestabilización fascista" ejecutados por "el imperialismo norteamericano y la derecha extremista", instando a la unidad nacional en torno a la resistencia y la defensa del modelo bolivariano. El Gobierno-Partido activa espacios de formación ideológica y jornadas permanentes de movilización política, donde se instruye a los militantes en la identificación y denuncia de "acciones fascistas" de la oposición, al tiempo que consolida un vocabulario beligerante que asocia la crítica y la protesta social con el sabotaje, la traición o la colaboración extranjera.
La manipulación informativa, uno de los pilares de la Guerra Cognitiva, se articula a través del control mediático y digital, donde la censura, el bloqueo de sitios web, el hostigamiento a periodistas y la criminalización de la opinión divergente son prácticas institucionalizadas para, según el discurso oficial, "proteger la paz y la estabilidad de la patria". En este sentido, la Guerra Cognitiva se ejemplifica en campañas reiterativas que visibilizan "ataques de medios convencionales y digitales" contra la psiquis nacional, instando a una permanente vigilancia y capacitación para enfrentar y "derrotar de forma contundente" a quienes desafían el relato estatal.
El Estado, apelando a la doctrina bolivariana y a la exaltación de símbolos patrios, consolida en el imaginario colectivo una identidad nacional vinculada a la resistencia frente al fascismo y la injerencia extranjera, lo cual facilita la construcción de un enemigo abstracto pero omnipresente, legítima la intervención y el control sobre la sociedad civil, y fomenta la delación, la autocensura y el miedo al disenso. La narrativa de "defensa de la paz" y "lucha contra la violencia y el odio", usada repetidamente por el presidente Nicolás Maduro y los voceros del Gobierno-Partido, contiene en sí misma la semilla del fascismo: la negación de la pluralidad, la persecución de la diferencia y el diseño de un orden social regido por la disciplina, la lealtad absoluta al líder y el sacrificio por la causa revolucionaria.
Resulta clave observar cómo el Gobierno-Partido articula talleres sobre Guerra Cognitiva para sus cuadros militantes, convocando a líderes de todas las regiones y promoviendo la interiorización de la "amenaza fascista" como un componente identitario del sujeto revolucionario, lo que indica no solo una estrategia de defensa, sino una ofensiva para radicalizar la base política y marginar cualquier expresión política, cultural o académica que contradiga el relato oficial. En la práctica, esto se traduce en un Estado que monitoriza el discurso público, organiza foros legislativos para perseguir "formas de fascismo" y establece protocolos de vigilancia social, paso previo a la naturalización de la exclusión, la represión programada y el sometimiento de la ciudadanía a la lógica del partido único.
La Guerra Cognitiva como doctrina gubernamental en Venezuela se define así por la convergencia entre la manipulación informativa, la educación ideológica y la acción directa sobre los sectores vulnerables, utilizando la crisis social y económica como catalizador para la instauración de una relación de dependencia y control político.
Las autoridades insisten en que la "lucha es tarea de todos" y que la "victoria es la paz", pero en el fondo esto implica la consolidación de un modelo autoritario, sustentado en la polarización, el culto ritual a la figura del líder y la exclusividad del proyecto "revolucionario". Este proceso de consolidación y ajuste, sostenido en la funesta combinación de miedo, identidad construida y vigilancia, va sentando las bases de lo que especialistas denominan el "régimen fascista", un orden social y político donde la obediencia, la represión y la instrumentalización del trauma nacional configuran el horizonte de un país bloqueado en su capacidad de deliberar, decidir y transformar.
Las manifestaciones concretas de la Guerra Cognitiva aplicada por el Gobierno-Partido se pueden rastrear en diversas dimensiones: la manipulación de la memoria histórica (repetición de episodios como el golpe de abril de 2002 para justificar la continuidad del "proceso revolucionario" y la persecución de opositores), la pedagogía política centrada en la demonización del adversario y la exaltación del "héroe revolucionario" (crear redes de formación ideológica y movilización permanente), y la utilización del aparato comunicacional estatal para saturar la esfera pública con narrativas de miedo, sospecha y hostilidad hacia todo lo que escape a la ortodoxia de la centralidad partidista.
La instrumentalización de espacios de poder (parlamento, fuerza armada, instituciones culturales y educativas) para legitimar medidas represivas bajo el manto de la defensa nacional constituye otro elemento clave en la consolidación del régimen fascista.
El proceso de naturalización y consolidación fascista avanza sobre la estructura social venezolana mediante la estratificación del enemigo (fascistas, oligarcas, traidores), el adoctrinamiento colectivo y la legalización de prácticas coercitivas (leyes antiodio, persecución judicial) y la destrucción, del propósito de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la Refundación de la República. La justificación del autoritarismo se enmascara en la necesidad de proteger la Soberanía y la Paz, mientras los mecanismos institucionales de control (parlamento, tribunales, gobernación, alcaldías y seguridad) se ajustan para criminalizar la protesta, frenar la deliberación plural y someter a la sociedad a la lógica homogénea y excluyente del Gobierno-Partido. Todo ello configura un régimen de corte fascista, donde el partido y el gobierno se confunden, la figura del líder es sacralizada y toda desviación equivale a traición—mientras el pueblo, sometido a la Guerra Cognitiva, pierde progresivamente su autonomía, su capacidad crítica y su derecho a la diferencia.
La cognición es la base del comportamiento humano. Es el centro de gravedad; y es un objetivo bajo ataques permanentes. (Innovation Hub, 2022)
Referencias:
Guerra cognitiva en Venezuela (Hablan los especialistas). https://www.telesurtv.net/opinion/guerra-cognitiva-en-venezuela-hablan-los-especialistas/
Más de 165 personas del estado Lara asistieron a la presentación y análisis de La Guerra Cognitiva en Venezuela https://www.sunagro.gob.ve/mas-de-165-personas-del-estado-lara-asistieron-a-la-presentacion-y-analisis-de-la-guerra-cognitiva-en-venezuela/
Guerra cognitiva en Venezuela II: ¿Cómo enfrentarla? https://www.telesurtv.net/opinion/guerra-cognitiva-en-venezuela-ii-como-enfrentarla/
Presidente Maduro afirma que "el fascismo ha fracasado en ..." http://www.psuv.org.ve/portada/nicolas-maduro-fascismo-ha-fracasado-venezuela/
Daniel Fraenkel. La Ideología Nazi Y Sus Raíces https://wwv.yadvashem.org/yv/es/holocaust/about/docs/nazi_racial_ideology_fraenkel.pdf
Fernando Buen Abad. Pensamiento Crítico: Guerra cognitiva en los votos, odio y miedo en el menú de la comunicación electoral. https://www.mateamargo.org.uy/2023/06/14/pensamiento-critico-guerra-cognitiva-en-los-votos-odio-y-miedo-en-el-menu-de-la-comunicacion-electoral/
Pineda Cachero Orígenes histórico-conceptuales de la teoría de la propaganda nazi Antonio. https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/download/HICS0707110151A/19066/20009
Luis Mariano Giorgi, Márcio Saldanha Walker, Guerra Cognitiva. https://www.esgcffaa.edu.ar/pdf/ESGCFFAA-2016_pdf-154.pdf