Los Partidos Políticos (II)

Venezuela como nación, se originó en un Ayuntamiento el 19 de abril de 1810. No fue casualidad que fuera en esta instancia, pues allí estaban defendidos los intereses de los terratenientes. Como institución colonial, los ayuntamientos sirvieron de plataforma política para validar los despojos territoriales que habían logrado los conquistadores, sus descendientes y la minoría cómplice y partícipe de la dominación colonial. Tampoco nos puede extrañar, que en torno a la gesta histórica del 19 de abril, se formaran dos movimientos claramente definidos, que ya venían pulseando sus intereses, antes de este acontecimiento, mejor conocidos como movimientos pre independentistas. Uno de estos fue, La Junta Conservadora de los Derechos coloniales del Rey Fernando VII, el otro fue La Junta Patriótica. Inevitable lucha de clases, que en un primer momento mantuvo al margen a la mayoría de la población. Será precisamente esta mayoría, la que definirá la suerte del proceso independentista. En definitiva, son los pueblos los verdaderos transformadores revolucionarios de la sociedad.

Al igual que hoy, desde aquellos tiempos memoriales, hemos tenido defensores de los intereses endógenos y de los exógenos en nuestro territorio. Ha sido característica de los grandes imperios, trabajar en procura de la creación de una clase que viva en el interior del territorio dominado, pero que se preste en la defensa de los intereses foráneos. Hoy disponemos de una categoría política precisa para caracterizarlos: los apátridas.

La dominación puede ejecutarse bien de modo fuerte y abierta o con procedimientos enmascarados. Cuando la crísis inevitable y progresiva del sistema toma cuerpo, los dominadores apelan a diferentes subterfugios: compran “la conciencia” de presuntos “ líderes populares”, montan instituciones que oculten sus propósitos y tengan una fachada reivindicativa, crean o mantienen partidos políticos, y en el peor de los casos, admiten reformas de diverso tenor. Necesitan ganar tiempo, pero en verdad las contradicciones no podrán borrarlas, pues ellas son intrínsecas al mismo modelo o sistema. Gerencia la crisis pero no pueden resolverla.

Dominadores y dominados suelen asociarse en la defensa de sus conveniencias. En algunos momentos este proceder se nos presenta por demás claro. En otros, los intereses pueden ocultarse tras máscaras insospechadas. Por lo tanto no siempre los Partidos Políticos son en verdad lo que pregonan. Con frecuencia defienden intereses que dicen atacar. Sus “ dirigentes” deben moverse con habilidad, o con total transparencia, esto dependerá de los intereses que defiendan. El sistema dispone de válvulas que controlen, drenen, reduzcan o confronten los conflictos sociales. Una de estas válvulas, pueden ser los Partidos Políticos.

No es el hombre individual, o el Partido Político, el que hace la historia. La historia es hechura del colectivo social. Los hombres pueden y deben ser interpretes de las circunstancias, los Partidos, organizadores sociales. La cuestión está en: saber con la más absoluta claridad, cuales son las condiciones objetivas y reales del todo social, y cuales son los intereses y propósitos que tienen los dirigentes y sus Partidos Políticos. Hombre e institución responden a propósitos específicos. El programa de la organización política, debe plasmar esta intencionalidad. Las condiciones objetivas de determinada sociedad, debe articularse con las condiciones subjetivas que los hombres asumen de acuerdo a estas realidades. Falta la organización, el instrumento que los articule para la procura de los objetivos deseados.

Cuando los líderes desconocen la realidad, se apartan de ella o pretenden cercenarla, los pueblos terminan por darles la espalda. Los políticos hicieron otra cosa, menos la Política con P mayúscula. La Política como asunto público y de la incumbencia del colectivo, es la respuesta correcta a esta ciencia, y el camino apropiado para las necesarias transformaciones sociales. La Política como oficio de pragmatismo, arribismo, oportunismo, ascenso económico y social, es la descomposición misma de quien así la ejerce. Sócrates prefirió la cicuta antes que el ostracismo, o el abandono de la cosa pública. Podrán estos políticos postergar la justicia social, pero esta al final se impone, pues sólo el pueblo se libera así mismo. La política es un asunto serio, no un espacio para las más ruines pasiones humanas. La Política debe ser por esencia labor por y para el colectivo. ( continuará)


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Jesús M Vivas

Profesor Universitario con 45 años de servicio docente. PhD en Historia, egresado de la Universidad Complutense de Madrid. Más de 700 Artículos publicados a nivel nacional e internacional, mas de 60 años en la lucha revolucionaria, soy Jesus "Chucho" Vivas

 jesusm_vivas@hotmail.com

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