Chávez muerto y Maduro vivo ¿Quién va a defendernos?

Si Chávez estuviera vivo y gobernando lo estuvieran atacando con la misma furia como lo hacen ahora con Maduro. La diferencia está en la respuesta. Maduro cede a la presión, recula y culpa a los otros. Chávez, hubiera avanzado y presionado él. Lo que en Maduro es bravuconería, en Chávez sería real, fuera tensión. No se trata de poner a Chávez ante la historia como un duro, un caudillo mandón, sino como un duro estadista y socialista convencido, frente a Maduro que no lo es y no lo ha sido. (La actitud de Maduro frente a la violencia y su discurso de la paz. La paz como pretexto para negociar con el enemigo y hacer concesiones, la paz para postrarse al departamento de estado)

La diferencia está en que Chávez tenía idea de lo que estaba haciendo enfrentando al capitalismo, contó con esa estrategia y creyó en ella, y Maduro no, en su confusión con el enemigo todo lo improvisa, él y su equipo político.

La diferencia es política y humana: uno, Chávez en sus días fundamenta sus prácticas o su acción en la política, en una lucha revolucionaria clara, cuando el comandante pulsaba por avanzar y avanzaba, reconocía y atacaba al enemigo, buscaba caminos, siempre conduciendo hacia un objetivo definido, en contra de la lógica del capital. El otro, Maduro con seguridad no sabe qué hacer, desconoce al verdadero enemigo, se confunde con él, su acción es siempre reacción.

Son dos extremos que nunca se dan en estados puros, los seres humanos somos bastante volubles, pero sí hay un factor determinante: la voluntad hecha carácter. Detrás de ella está el deseo pujante por cambiar, por “llegar a ser” y cambiar el entorno: algo (o mucho) de eso tienen los líderes verdaderos.

Los cambios históricos son una concurrencia de individualidades y circunstancias, sin embargo la presencia del líder es fundamental para los cambios sociales. La historia está marcada por la presencia de voluntades extraordinarias. No fueron seres maravillosos sino voluntades extraordinarias, seres humanos que yerran y que se mueren, pero ejemplos de voluntad férrea. Lo que hace de sus actos algo increíble es que son actos humanos; si no lo fueran, es decir, si fueran actos de seres maravillosos serían perfectamente verosímiles, pero en nuestra sociedad no es asi.

¡Cómo es posible que un hombre sea capaz de admitir sus errores! Eso es increíble. En nuestra sociedad, lo común es que se mienta y se sea irresponsable, eso no asombra a nadie. Sólo la voluntad de cambiar nos hace extraordinarios. Esta es una verdad nada intelectual, nada rebuscada, sólo es contundente y conmueve (y que una gran mayoría preferiría que no fuera así). Chávez perteneció a la especie que cree en el cambio, que admite sus errores y asume responsabilidades y Maduro forma parte de la gran mayoría, eso es todo. En lo biológico son más o menos iguales.

¿Qué se deriva de uno y del otro? Como voluntad férrea, de Chávez se deriva siempre la misma intensidad, sus hábitos se obligaron a sus ideales, sus maneras se concentraron, su fuerza, , fue un constante “querer llegar ser”, perfeccionarse, mejorar como persona, la verdad fue un reto para él, siempre presente, que lo cimentó a la realidad.

El otro se gasta pensando en cómo aparentar lo que no es. Su naturaleza es la premeditación. Es lo que llaman el carácter apestado, no puede dejar de mentir, su vida es un disimulo ad infinitum. Detrás hay una capacidad de trabajo limitada, se agota muy rápido al no tener objetivos claros y firmes, “si no sé para qué voy a pulir la madera… ¿para qué voy a pulir la madera?”. Todo lo que se comienza queda a medio camino, lo importante se exime por lo urgente, a saber, la apariencia y el disimulo.

Los buenos ejemplos se “beben”, no se piensan mucho, como el conocimiento que nos nutre, no entran por la cabeza, se beben como San Agustín a Dios. Todos sabemos dónde están nuestros modelos morales, están en las personas valientes y esforzadas para alcanzar sus ideales y haciendo vida dentro de nosotros.

Cuando Chávez asumió la responsabilidad de la rebelión del 4 de febrero de 1992 dejó al país atónito por su coraje, acostumbrados todos a escuchar y luego ver a los más irresponsables demagogos adecos,  copeyanos y similares. Quedamos embebidos de su valor y gallardía; a la primera mirada nadie pudo identificar quién ponía preso a quién. A la semana siguiente todos querían ser Chávez, o como Chávez, sin pensarlo dos veces. Y luego el “por ahora”, y nadie lo podía creer ¡Tanta temeridad en un preso!

David Morales Bello, el pícaro de todos los pícaros, en un experiencia de clarividencia, pidió la pena de muerte en el Congreso de la República; había que establecer una sanción ejemplar para un acción ejemplar. Porque eso fue el 4 de febrero, un ejemplo moral, una acción coherente donde no se puede desligar pensamiento y voluntad, todo entra en nosotros diluido en la fe por él. Y Morales Bello sintió las consecuencias de en qué dirección influiría esa fe; previó el futuro, ¡Muerte a los conspiradores!, gritó al senado, en un acto desesperado.

Los malos ejemplos también enseñan. Si los primeros beben en la fe de los modelos morales, los segundos solo entran por la cabeza, se estudian. Con los malos ejemplos se aprende… pero a mentir, se aprende el doblez, a decir una cosa y hacer lo contrario. Los malos ejemplos son de astucia, premeditación y alevosía.

Cuando uno descubre que el encantamiento de Chávez terminó a fuerza de realidad, que Maduro y su gobierno reproducen exactamente la misma demagogia que los viejos adecos y copeyanos, piensa en la fuerza de Chávez y le otorga a su corta vida política mucho más méritos ¡Miren todos ustedes contra lo que tuvo que luchar el comandante!, que muerto él, su voluntad y su carácter, los gusanos del pasado tomaron los espacios, y todo quedo lleno de mierda. El madurismo cómodo remplazó al chavismo y a todos los que quisimos ser como él ¿Y ahora quién va defender este país desencantado? ¿El madurismo? El madurismo es tan falso como Maduro, cuando Maduro se vaya desaparecerá, como la memoria ram de una computadora cuando la apagas.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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