Memorias de un idiota

La unidad opositora vista desde la óptica del queso rayado de Aristóbulo Istúriz

Pocos minutos atrás hablaba por teléfono móvil con un amigo sobre el asunto del diálogo en Santo Domingo y la óptica que pudiera prevalecer en el gobierno acerca de la unidad opositora. En esa conversación incorporamos el más reciente comentario de José Vicente Rangel, que pudiera imponer entre alguna gente, uno no sabe hasta dónde llegaría eso, la falsa idea que la oposición es sólida e indivisible. Aunque la realidad, esa terca señora que se muestra casi siempre como es, pero es esquiva, algo así como un boxeador peso mosca. Se para un momento, deja ver, pero apenas el adversario hace un gesto, él se mueve con gran velocidad, sobre todo si este es de un peso superior; porque la pelea puede ser entre desiguales, así es la vida. Cuando este dispara sus pesados puños hacia el objetivo aquél ya no está allí. Porque la realidad también se mueve y suele confundir al observador, sobre todo si se empeña en creer que ella es estática, inamovible, está allí de pendeja para que la atrapen o golpeen fácilmente.

En esta pelea USA es el peso pesado y nosotros el mosca. ¡Pero hay que estar mosca!

Por eso, la mejor manera de estudiar o por lo menos aproximarse a la realidad, en este caso a la composición de la oposición y percibirla tal como ella se comporta, es partiendo de la percepción dialéctica formulada por Aristóbulo Isrtúriz, aquella del queso rayado, solo que como todo cambia y lo hace incesantemente, uno al asumirla, tambien a ella cambia, como le cambia a uno.

Aristóbulo decía, algo así que si uno raya el queso, forma un promontorio y luego a frente a este coloca un ventilador, las migas de queso se dispersan y caen en el espacio hacia donde el viento que aquél difunde. La gente que allí, dentro de esa área se halle, quedaría salpicada de queso, como esos panes azucarados y embadurnados de migas de queso que tanto gustan. Decía aquello para sostener, creo esa era su brillante idea, una forma pertinente para difundir entre la gente sus ideas y bellos proyectos. Esa ni más ni menos fue el dialéctico razonar de Aristóbulo, con lo que enriqueció el pensamiento "marxista" de muchos de sus seguidores.

Como quien escribe, pese ser un rolo de pendejo, sabiendo que no va a convencer a nadie porque sin bono "no hay paraíso", pero también es algo pensador como Aristóbulo, tiene que aportar a la dialéctica. Sólo basta respirar. No me pregunten cuál, porque uno se enreda y cuando cree que le mete al marxismo, habla en hegeliano y hasta mecanicista como Heráclito. Lo que puedo asegurar, eso sí, no hay pele, intento ser tan dialéctico como la vida misma. O dicho de otra manera, como si la vida intentase interpretarse así misma. Si no lo logro, lo juro, eso no es culpa de la vida, la dialéctica, sino mía por querer sobreponerme a lo que no debo. Que es como pretender que cuándo digo yo, digo somos.

Decía que mi dialéctica es más bien una versión cambiada de la del queso rayado de Aristóbulo. Aristóbulo habló de rayar el queso, como quien va a hacer empanadas o regarlo sobre unas caraotas, en este caso sin ventilador. Pues eso será después.

En la mía, veo a la oposición como un pedazo de queso. Un kilo, medio o un cuarto. Mejor un cuarto porque esa vaina está muy cara. La pongo sobre la mesa y no olvido que ese cuadradito, además de caro, está formado por cientos y hasta miles pequeños fragmentos, cuya cantidad depende de la cara del rayo que se use para rayarlo. El de mi casa, como el de la mayoría de ellas, es de cuatro caras. Despegar una hilachita de otra es como un mandado hecho.

La oposición entonces ya no sería un pedazo de queso sino miles de potenciales hilachitas o decenas de trozos que uno cualquiera puede arrancarle, depende de la mordida o la rayada. ¡Y hay que ver como se parece esta percepción a la vida verdadera!

Siento los invitados a la mesa, una muy grande para dialogar y propongo mi método. De un lado el gobierno, presuntamente representando al pueblo venezolano, al cual esa oposición dice y hasta quiere representar y del otro el imperialismo o mejor el Tío Sam, como garante de los intereses opositores. El Tío se cree con derecho a comerse el queso, porque comiéndoselo engulle de una vez petróleo, gas, coltano, oro y cuanta vaina tiene nuestro queso, no el de la mesa sino en "Las Queseras del Medio". Porque este le daría la energía, una vez en su estómago, cumplido el proceso digestivo y lo que sigue, para seguir por lo demás. Pero el gobierno debe entrar en ese debate, el que se dará en la mesa, con ganas de quedarse con bastante, lo más que pueda de ese queso, el que enquesa a la oposición. O por lo menos, que casi todo ruede por el suelo y se disperse en hilachas, como tales, se vayan sueltas. Por eso, debe proponer la técnica de Aristóbulo, hay que aprovechárlo al máximo ahora que llegó a su cénit, rayar el queso con la parte más fina del rayo, en hilachitas y hasta minúsculas cagarrutas de queso. Hecho esto se pondrá frente al promontorio de queso rayado un enorme ventilador. Se invita a los contendientes separarse de la mesa y ponerse en posición como si uno fuese jardinero izquierdo y el otro derecho, hablo del beisbol. El ventilador lanzará hilachas de queso en el espacio amplio desde la linea derecha a la izquierda y cada jardinero con la boca abierta se moverá fildeándolas.

La oposición es como ese promontorio de queso rayado que ante el soplido del ventilador sale dispersa, es su naturaleza, su dialéctica. Atrapará más queso no quien tenga más fuertes las mandíbulas, tampoco más grande la bocota, ni más saliva, sino aquel que tenga la boca lo necesariamente grande, humeda y la velocidad competente para ocupar mayor espacio. Claro, se supone que a cada contendiente le guste el queso. Al Tio por demás le gusta, al gobierno falta le hace aunque no lo haya percibido y por eso no lo quiere*. Pero de lo que si no hay duda es que, gran parte o casi toda, por falta de velocidad del grandote y quizás la incomprensión de la coyuntura o conocimiento del terreno, el veloz se caiga varias veces, la carga de queso rayado, impulsada por el ventilador, pudiera quedar esparcida en el terreno y eso al gobierno beneficia.

He corrido el riesgo que quienes esto lean les parezca algo tonto, no obstante os digo, son las "memorias de un idiota", que no por serlo, al hablar de "queso", lo haría de otra cosa y estando Aristóbulo de por medio. No. Intento demostrar que no quien "tiene más saliva traga más harina", sino que lo importante "es saber llegar". Que la oposición es un campo minado y se le puede hacer estallar.

Si uno cree que el queso no se puede rayar, lo que si se puede, pues lo demostró Aristóbulo y un kilo de queso un ventilador cualquiera lo puede elevar por los aires para que lo alcance el primero que llegue, ¡si es verdad que nos jodimos!

*Digo así de buena fe, pese que Tareck W. Saab viene señalando que desde atrás en el gobierno ha habido gula por el queso y eso no para.

 

pelicanocibernetico@hotmail.com



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Armando Lafragua


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