El odio y fascismo nos acosan. Hay que llegar acuerdos que paren violencia e injerencia

No voy a asegurar ahora que hay un plan. Los acontecimientos se vienen desarrollando de manera atropellada; son más veloces y abundantes. Por esas circunstancias se puede decir que no hay plan nuevo sino que el mismo aumenta de tamaño y velocidad, tiene más cosas y hasta más piernas. Lo que indica también que hay como un plan viejo y manido que marcha por inercia pero repotenciado. Tanto que la diplomacia de Estados Unidos mismo ha optado por importarle muy poco lo que los demás digan y no se ocupa en nada de disimular sus actos de injerencia. Estos se le salen de las manos y hasta tienen autonomía. Volvió a aquello del garrote, según el cual, en nuestro espacio no hay más ni mejor razón que la fuerza, atropello y la procacidad. Es una vaina de meter miedo en el barrio, tanto como para que la gente apenas se mueva para respirar. Quienes en Venezuela se negaban a admitir que ese era el viejo plan de la gran potencia del norte puesto en movimiento, lo tomaban a risa y hasta a uno lo descalificaban por denunciarlo, porque no era sino una manía o maña vieja de, vainas de los comunistas, que son todos los nacionalistas y optaron por decir "eso no importa con tal que salgamos de Maduro". No importa lo que venga, ni nos vamos a preocupar por eso, lo importante es sacar al ahora al usurpador de Miraflores, pues él es el comienzo y fin de las calamidades. Tanto es así que hasta un tipo como Guaidó sirve para eso. Se desarrollan así las cosas porque no hay un plan nuevo, de paquete, todo acontece tal como el que siempre ha operado. Y en efecto lo hay, el viejo que, como suele decir Trump, siempre ha estado y "está sobre la mesa".

Decir que hemos vuelto a la doctrina Monroe y los tiempos de cuando éramos el patio trasero, no es una manera figurada, una inventiva o recreación literaria porque es la pura realidad. Trump, si algo positivo tiene, desde nuestra perspectiva, es que no se guarda el odio racista que alberga contra los pueblos que califica de inferiores. Al contrario lo derrama sin ninguna simulación y abundan quienes eso no les importa con tal algo les quede. Como viene manejando el tema o asunto de los migrantes y su empeño de construir el muro que separe su país de México, es una inequívoca manifestación de racismo. Y eso tiene su lado positivo, pues es como un quitarse el velo y exhibirse tal cual es. Y al mismo tiempo pone al descubierto a quienes a lo interno, como figuras destacadas, le sirven; ya no pueden fingir, ocultar sus mórbidos deseos ni seguir pasando como inocentes víctimas del engaño. No hay manera de negar ser racista y hasta contrario a su propia nacionalidad, en el caso de un latinoamericano, para sólo hablar de nosotros, si se solidariza con lo que hace Trump. Por ejemplo, el señor Boulton, alto funcionario del gobierno de EEUU, no se limita anunciar que ellos decidieron congelar por un tiempo bienes venezolanos, lo que ya es un atropello e injerencia injustificada, sino que los entregarían al señor Guaidó y no conforme con eso, la determinación "para que éste los use eventualmente".

Esos anuncios y la condición que quien ellos "apoyan" como presidente de Venezuela, use esos recursos "eventualmente", indican la mentalidad o idea que prevalece, no sólo que de hecho ya hay un nuevo presidente y nuevo gobierno, escogido por EEUU y particularmente Donald Trump, sino que el escogido deberá proceder de conformidad como el gobierno de EEUU señale. ¿Qué otra cosa puede inferirse y sobre todo de eso de "eventualmente?" ¿Acaso esa decisión y condicionamiento es muestra de un respaldo desinteresado o una advertencia que deberá gobernar de acuerdo a los designios del gobierno del norte?

Uno de los argumentos usuales de factores de la oposición venezolana es el relativo a la injerencia del gobierno cubano en Venezuela. A partir de la relación íntima o estrecha que parece prevalecer entre ambos gobiernos y resultado de la admiración de vieja data, totalmente ajena a cualquier crítica, que viene de los mismos días de la llegada de Fidel Castro y los guerrilleros a su mando a la Habana, que se traduce en ciertas prácticas, que pudieran ser simples imitaciones, traslados mecánicos por aquello que allá no se pelan y tienen como interpretar cabal y hasta dialécticamente el mundo real y el movimiento todo, la oposición ha levantado le tesis de la injerencia cubana y el sometimiento de Maduro y quienes le acompañan a los dictados del gobierno antillano. Una especie de comparación sin medida entre lo que representa Cuba y EEUU. Desaparecida la URSS y aquel Kremlin asiento del gobierno del PCUS, se usa para sustituirle, sin equidad ni sensatez alguna, al gobierno cubano. Como si la Cuba de ahora tuviese la "la capacidad de persuasión" de la URSS o el poder de "convencimiento" y "ayuda humanitaria" de USA.

Pero EEUU no dice ahora tanto eso. Sabe que es un argumento no creíble, sobre todo cuando tienen a Cuba bajo el mismo asedio que a Venezuela y las dos naciones hasta en la carraplana. Desapareció la URSS y China y Rusia son dos potencias capitalistas sin interés ideológico alguno en Venezuela. Sus inversiones están sujetas a la seguridad con todo lo que eso significa en la lógica capitalista. Por eso ya los gobernantes de USA están diciendo la verdad, todo eso es por el petróleo y los demás minerales con que la naturaleza nos dotó. Sus altos funcionarios ya dicen como, en ese particular, negociarán con quien termine encabezando un gobierno que les permita imponer las reglas; a ellos no les importa si quien lo encabeza se llama Guaidó o de otra manera, pues si este, como dicen los muchachos, se les pone "pepito", también se lo llevan en los cacho.

Y la estrategia para sus fines está impregnada de violencia. Las medidas de distinto tipo para acorralar al gobierno que navega sin orden ni concierto, como si no tuviese brújula ni capitán competente para guiarse por las estrellas, están llenas de ella. Las redes se ocupan de difundir el odio e indisponer a unos venezolanos contra otros. Quien piense distinto y hasta simplemente se suponga que lo haga es un enemigo a quien hay que destruir. En las redes abundan ejemplos de cómo se difunde el odio y desconoce el derecho a pensar diferente.

El odio y el fascismo nos acosan. Por esa aberración hay que abrirle espacio a la tolerancia y buscar acuerdos que paren la intolerancia, la violencia y resten fuerza a los injerencistas. Gobierno y oposición son igualmente responsables, tienen la palabra. Toda propuesta que abra la discusión, el diálogo es buena.



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Armando Lafragua


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