La terrible encrucijada

El debate político en Venezuela está a la orden del día. Muchos estamos sintonizados en la búsqueda de una razón convincente que justifique el terrible desastre económico que vive nuestro país, a riesgo de ser calificados de apátridas o traidores. Hasta ahora, el argumento sostenido y difundido por el alto gobierno se centra en la guerra económica, el imperialismo y la influencia en la dinámica del mercado, de una página digital llamada Dólar Today. Nada convincente por cierto.

Con esas explicaciones se pretende excusar la gestión gubernamental de las fracasadas políticas económicas. El discurso de la dirigencia que gobierna es como las burbujas, se deshace al menor roce con lo real. Es imposible desvincular la actual crisis económica a la indetenible hiperinflación, la estancada producción nacional y la caída PIB (Producto Interno Bruto), tampoco se puede obviar la parálisis de las empresas de producción de alimentos adquiridas por el Estado y la baja sustancial, en la producción de petróleo. Estamos ante un gobierno que no asume sus responsabilidades en la devastación del aparato productivo.

Precisamente, la administración y manejo de los rubros más importantes de la economía están bajo el dominio del sector castrense. Los militares están involucrados en diversas actividades gerenciales que impactan profundamente la economía del país. El control en la importación y distribución de alimentos y medicina, la explotación de la minería y petróleo, son competencia del poder militar. Sin embargo, los resultados de sus gestiones no han favorecido el desarrollo ni han disminuido la corrupción. Tal parece que estamos en presencia de una supremacía de los generales en las áreas estratégicas que mueven nuestro territorio. Hay realmente un gobierno militarizado con un Presidente civil.

Ciertamente hay sanciones económicas hacia el país, actualmente, pero ha sido ello la tapa del frasco en el caos que vivimos, pues Venezuela fue conducida a una tierra movediza, y se hunde sin remedio.

¿Quién puede ser responsable de los males que padecemos en Venezuela?

Se puede responder muy sencillamente exculpando a los que manejan los hilos del poder político y del gobierno y pudiésemos afirmar sin temor, que los agentes externos nos tienen jodidos. Pero ¿es así? ¿Realmente la corrupción extendida como reguero de pólvora es producto de la guerra económica? ¿Las élites y neo ricos del gobierno son producto del imperialismo? ¿El fracaso de miles de cooperativas creadas y desaparecidas en la corruptela es culpa de Dólar Today? La parálisis de todas las empresas del estado, la desaparición del cemento, cabillas y sus precios exorbitantes, ¿tienen una causa externa? ¿Las tierras fértiles expropiadas y abandonadas en una extensión de cuatro millones de hectáreas, tienen que ver con Dólar Today?

Todo análisis y opinión acerca del tema de la situación de Venezuela se debe arropar con la realidad interna. Indudablemente, el modelo concebido como la solución para lograr la soberanía alimentaria y el despegue hacia el desarrollo, fue, es y ha sido, todo un fracaso. Ningún país puede aislarse del motor de la economía mundial, sustentada en el sistema del mercado financiero internacional, por el liberalismo económico capitalista. El camino a una economía intermedia de carácter social y mercado, fue planteada en los primero momentos del gobierno de Chávez ¿recuerdan? La tercera vía de Tony Blair, un político inglés. Pero en el 2005 de manera sorpresiva el entonces Presidente de Venezuela, dio un giro de trescientos sesenta grados, al declarar el Estado Socialista.

Nuestra nación vive en una anarquía general. La supervivencia es el marcador de las acciones especulativas en todos los niveles. Los llamados bachaqueros son una consecuencia, y no una causa del caos económico en Venezuela. El estancamiento de la producción es el indicativo de un país en retroceso, sin indicios de vías hacia su desarrollo. Hoy, se han roto todos los paradigmas sociológicos para comprender y dar respuestas a la grave situación por la que atraviesa el país.

Existen condiciones favorables para una insurrección popular, pero no pasa nada. Es casi imposible que suceda por los controles sociales que ejerce el Estado. Las elecciones de abril de 2018 darán continuidad al dominio de la élite que gobierna a Venezuela, la misma, al igual de los regímenes pasados antes de 1998, genera desigualdad, pobreza, inacción productiva, corrupción. Lo más sorprendente es la desaparición de los movimientos y organizaciones revolucionarias, otrora canalizadoras del descontento popular en la calle. Los factores denominados de derecha han sido derrotados y no cuentan con dirigencia popular para generar la movilización contra el gobierno.

Venezuela tiene en la actualidad un gobierno de carácter impositivo, una evidente dictadura institucional representada en la Asamblea Nacional Constituyente. La presencia de la fuerza armada nacional en el escenario político y económico conduce a pensar que vienen momentos de profundización del poder y del control militar en las calles para prevenir brotes espontáneos de descontento ciudadano. Lamentablemente, los argumentos manejados desde los factores de apoyo al gobierno nacional son tan repetitivos, y no dejan dudas de que la manipulación, utilizando mitos ideológicos e históricos, ha hecho mella en la conducta política.

Esta realidad en Venezuela debe cambiar. Es necesario rectificar para aplacar la hambruna en el pueblo venezolano y suavizar las relaciones entre el gobierno y sus adversarios. Proponer acciones reconciliadoras y reconstructivas bien intencionadas por parte de quienes detentan el poder, favorecería la disminución de las tensiones y la conflictividad,

Basta ya de argumentos repetitivos, circunloquios desgastados y cansonas patrañas para acusar a otros, victimizar al gobierno y librarlo de toda responsabilidad en el deterioro de la sociedad venezolana. La angustia de la población es caldo de cultivo para el odio y la violencia. Eso no tiene fecha ni predicción, el tsunami social puede tomar por sorpresa a nuestra nación y será devastador, indetenible. El cuento del gallo pelón es cansón y colma la paciencia.



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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 orlandobalbas27@gmail.com      @orlandobalbas

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