Latinoamérica debe rechazar el saqueo

En ese resurgir de las naciones, que es lo que auspician y logran las grandes y especiales revoluciones que se adelantan en el mundo actual, una de las primeras cosas que hacen dentro de sus grandes procesos de transformación, es detener, frenar, el saqueo del que son víctimas por parte de los conocidos como comparsas transnacionales.

Si las personas pensaran un poco más allá de sus narices- aunque suene irrespetuoso-, se darían cuenta, por ejemplo, de que la mayoría de los medicamentos que son expendidos en el mundo entero, tienen origen en algo tan libre como la naturaleza y su representación en la biodiversidad y el mundo de los minerales. Así de simple.
Los indígenas o nativos de muchas partes del mundo, han estado viviendo por décadas, siglos y miles de años, sin que tuviesen que acudir a ninguna farmacia a comprar alguna medicina para curar sus enfermedades o dolencias.
En primer término, porque ellos han conocido por generaciones la generosidad de las plantas, animales, tierras y aguas que le han rodeado toda la vida y luego de una minuciosa y perseverante observación, han podido nutrirse de esa naturaleza a su alcance, manteniendo su salud y, en segundo lugar, nunca compraron nada porque ni existía la compra-venta de medicamentos y mucho menos la deteriorante publicidad.

¿Qué hace una revolución?
Pues, simplemente que se ve obligada a sustituir lo que les venden los grandes laboratorios nacionales y del mundo –que de paso no curan sino que mantienen las enfermedades o dolencias- y, además, deja la ventana abierta para que sus habitantes tiendan una mano a la medicina natural y si se quiere preventiva que les rodea.

¿Y qué más?
Una revolución, no queda la menor duda, reconoce las realidades existentes, las calibra para ver si pueden continuar e inventa lo que sea necesario para llevar a la mayoría un bienestar que nunca tuvo.
El caso de la dotación de viviendas a las familias de Venezuela –parece ser único en el mundo- es realmente ejemplar, tipo record Güines, porque mientras en otras naciones que viven bajo el modelo de la compra-venta-hipotecaria de viviendas con altos intereses y vienen dejando a las familias en las calles, arrebatándoles las casas que les han venido dando cobijo, en tierra venezolana su la Revolución Bolivariana viene entregando casas a granel a los que carecen de ella.

Hay muchas cosas de las cuales hablar de una revolución, y es que un proceso de tal naturaleza, va en busca de la recuperación de los ciudadanos de una nación, piensa en los miembros de las familias, en su número, en sus condiciones de salud, en sus posibilidades de crecer, en el ambiente que les rodea y en su incorporación plena a la sociedad, donde deberá participar, otra vital preocupación de una revolución.

Participar en una revolución es hacerse parte activa de ella, es identificarse con el andar revolucionario. Las revoluciones, como la Cubana, Nicaragüense, Bolivariana, Salvadoreña, Ciudadana y Boliviana, se convierten en un compañero de andanzas de los ciudadanos y junto a ellos, terminan por constituir la fortaleza de las revoluciones.

Ni hablar de la acción a favor de las personas de la tercera edad. El caso venezolano es merecedor de otro record Güines pues, esta semana, el porcentaje de pensionados llega a un 90% de las personas en edad de jubilación (con salario mínimo) mientras en países con modelo capitalista, tienden a rebajarle sus pensiones y a sacarlos de sus viviendas.

La diferencia de un país con una revolución es completamente alta con una nación eminentemente capitalista, cuyo fin es venderle a su ciudadano lo que sea, a cualquier costo y sin importar si le sirve o no y si tiene otras consecuencias. Por todo eso, las revoluciones de carácter socialista son atacadas por los modelos capitalistas, porque no quieren malos ejemplos (buenos para las personas) para ellos porque sus ganancias disminuyen.

Como mensaje navideño, es bueno reiterar que, esa conducta del saqueo capitalista, es la que debe ser rechazada por todos los latinoamericanos y demás pueblos del mundo.


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Pedro Estacio


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