La derecha: ..."no es económica, es una guerra a la economía"

Qué pensamos los socialistas

Dentro de la tradición liberal, el Estado debe dejar hacer a los empresarios, industriales y mercachifles, todo lo que les venga en ganas en beneficio de sus propios intereses. Suelen decir, de los intereses de la sociedad, sin embargo, han sido ellos los que hicieron las reglas del juego social que hoy conocemos. Inventaron la propiedad privada de la tierra y los manantiales, el castigo a la vagancia, y las elecciones burguesas. Para ellos no existe una "guerra económica", para ellos se trata de una guerra a la economía, es decir, a las condiciones materiales de su propia existencia, o sea a la propiedad privada y a la hegemonía burguesa sobre los medios de producción y distribución de la riqueza, y su apropiación.

Los socialistas decimos que sí, la guerra es contra la economía burguesa capitalista. Contra la propiedad privada en favor de la propiedad social de los medios de producción. Los socialistas defendemos la organización social de la producción para producir riqueza material, pero en beneficio de toda la sociedad, para satisfacer las necesidades de toda la sociedad.

Los socialistas creemos en las técnicas y en las tecnologías para la producción social, lo que no aceptamos es que una sola familia, unos pocos se apropien de la riqueza que se debe a toda la sociedad, y que es el producto del trabajo colectivo de muchos seres humanos. Lo que no admitimos los socialistas es que el único estímulo al esfuerzo del trabajo sea el dinero y cualquier otra "mercancía". Y que lo que motorice las fuerzas productivas sea el interés egoísta y privado.

Los socialistas creemos en la conciencia del deber social y hacemos la guerra a la mala conciencia egoísta, al individualismo pequeñoburgués, mezquino; a la codicia de los grandes capitalistas, a los imperios. Los socialistas creemos que, sin esta conciencia de debernos a toda la sociedad, a la especie misma y a la vida que la sustenta, no es posible cambiar el estado de injusticias, de desigualdad, de devastación de la naturaleza; no es posible salvar a la humanidad del hambre y de su destrucción eminente si se mantiene dentro de un sistema de explotación, depredación y privilegios.

Los socialistas no aceptamos privilegios económicos o materiales para aquellos que decidan cooperar en la producción de bienes y servicios. El producto del trabajo social debe ser para toda la sociedad y la recompensa por el esfuerzo individual debe ser el haber trabajado para toda la sociedad, su estímulo y recompensa son y deben ser morales, espirituales. Por eso, un cambio de consciencia social es fundamental en una revolución socialista; sin él nada se ha avanzado.

Por eso los socialistas, que creemos que debemos hacer la guerra a la economía capitalista, sabemos que esta guerra es principalmente política y espiritual, y que bajo condiciones socialista de producción y distribución de la riqueza ningún capitalista va admitir acuerdos o sacrificios. Así como el capitalismo querrá siempre ser hegemónico sobre cualquier otra forma de propiedad que no sea exclusivamente privada, el socialista debe aspirar serlo también sobre las condiciones económicas y espirituales capitalistas, sobre la propiedad privada y exclusivista y los valores del egoísmo pequeñoburgués.

Tampoco los socialistas nos vamos a sentar a dialogar con el enemigo, hacerles concesiones, pactar algo con él. En lo único que acordaríamos algo con el enemigo sería en el intercambio de prisioneros.

Y el único interlocutor válido para nuestro diálogo debe ser el pueblo chavista, el trabajador, el campesino, el hombre humilde de a pie que creyó en esta revolución, nunca negociaríamos nada con oportunistas ni con multimillonarios, con capitalistas. Nosotros decimos con Chávez "Patria socialista o nada"

La guerra de la información y el conocimiento.

Los socialistas creemos imprescindible informar bien a la sociedad de su tránsito por la historia. Por eso le es caro el estudio liberado de efluvio de las redes sociales y los medios de difusión, la discusión, el contraste y el conocimiento. Para los socialistas vivir lo más cerca posible de la verdad, en el tiempo y dentro de las prácticas cotidianas de vida, es la base del Ser revolucionario.

Así mismo, para el mercachifle, para la ganancia, para el robo, le es necesario el mentir. La mentira está en la naturaleza de la ganancia. La mentira es necesaria para inducir al consumo, para estafar, para especular. Por eso no creemos que haya dentro del capitalismo un empresario honesto; si es capitalista no es honesto, y si es honesto, no es capitalista, no explota a nadie ni se roba el trabajo de los demás.

El capitalismo tiene existencia propia, es independiente de los individuos que lo personifican en un momento dado. Un empresario honesto no se apropia del trabajo de los otros, es un empresario socialista. Y es empresario porque sabe conducir una empresa, administrar un proceso de producción. El capitalista es un empresario que concentra y acumula capital; esa es su razón existencial, mucho más fuerte que el individuo que lo representa.

Entonces, lo que se conoce como cultura capitalista alimenta es alcanzar este objetivo de acumulación y concentración del capital, pero también es una forma más abstracta de la propiedad: se acumulan propiedades, lujos, prestigios, vanidades. La cultura capitalista estimula el consumo de estos valores, y lo reproduce.

Todos los medios de divulgación y reproducción capitalistas estimulan el hedonismo y promueven la competencia por motivos fútiles. Promueven la fragmentación del conocimiento, las especializaciones en el trabajo y el conocimiento, la fragmentación del espíritu, la ignorancia.

Su función principal es distraer las mentes de su propia realidad. Hace que el pobre viva y aspire la vida del rico a pesar de su existencia desgraciada, distrayéndolo de su miseria e ignorancia. Los medios de difusión hacen que el pobre deteste al pobre y envidie al amo, lo desee, hace que se enamoré de él, que el marginado se desprecie. Solo bajo estas condiciones de alienación es posible sostener bajo un control casi total las condiciones paupérrimas materiales y espirituales de las grandes mayorías, las cuales sostienen a este sistema de explotación y de muerte.

Para el socialismo el conocimiento y la verdad dan basamento espiritual al cambio de sociedad. Para el capitalismo, la ignorancia y la mentira son fundamentales a fin de sostenerse en el tiempo. Hay que saber identificar al enemigo, hay que distinguir los bandos en esta guerra de espíritus si queremos vencerlo.

hecto.baiz@gamil.com



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Héctor Baiz

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