Hay que rescatar al espíritu revolucionario de Chávez. Revivir el entusiasmo por la revolución socialista

"Una vez Fidel Castro contó un episodio como pescador. Buceando se encontró de frente con una barracuda. Su primera reacción fue huir pero supo que si lo hacía el animal lo atacaría, y no lo hizo, la enfrentó, y la barracuda huyó."

La situación en la cual se encuentra el gobierno no es fácil, a medio camino entre un plan "de emergencia económica" capitalista y una reacción positiva en una parte del pueblo chavista que sigue hablando de socialismo, de soluciones comunales, del poder comunal.

Primero, el gobierno, ante una probable decepción del chavismo, debe hablar con la verdad, cualquiera que esta sea. Lo primero es decir que este plan de emergencia económica no es de "emergencia", es una idea preconcebida, es viejo. Es el mismo plan con el cual adulteraron hace dos años al Plan de la Patria original. El mismo que, según las circunstancia ha ido cambiando de nombre, ha sido postergado o acelerado, dependiendo de las elecciones, o del precio del petróleo, dependiendo del ambiente sea favorable o no para dar continuidad al populismo de la repartidera, del clientelismo, para continuar en el purgatorio socialdemócrata.

Segundo, hay que "bajar", de nuevo, a la consulta y aprobación del pueblo chavista, la aplicación de ese plan, que ahora se conoce como los 14 motores para el desarrollo, donde está metido el capitalismo nacional hasta los tequeteques (¿No es curioso que Pérez Abad le haya dado las gracias al presidente –siendo él también gobierno- cuando firmó el acuerdo con las ensambladoras, es decir, con el sector automotor? Vean el video del evento). Esto se debería hacer en un congreso chavista abierto y sin carnet, que se autodefina políticamente mediante el entusiasmo revolucionario y no por carnets o inscripciones, o cualquier otra técnica de chantaje al viejo estilo fascista adecacopeyano.

Es tiempo de rectificar, de definir con sentido político las palabras que se usan, de pensar con calma las cosas. Lo que viene no es poca cosa. Volver a decepcionar al pueblo chavista nos puede costar la vida, así de simple. Apoyémonos en la Cuba revolucionaria que ahora está con nosotros.

La masacre de Tumeremo fue un campanazo, una alerta de lo que puede pasar en el estado Bolívar y en Venezuela. No se puede desplegar una explotación minera masiva, de minerales tan cotizados y valiosos sin que crezca en el entorno la anarquía, las mafias, la violencia, sin que brote la sangre. Se trata de millones y millones de dólares, con los cuales se puede comprar hasta el alma de la Madre Teresa de Calcuta (y que me perdonen los creyentes en ella. Es solo un "por ejemplo").

Los capitalistas no traen nada bueno nunca. Donde el gobierno ve desarrollo industrial y tecnológico los capitalistas leen ahí oportunidades de robar y hacerse más ricos. Es así, siempre ha sido así. En el caso más feliz, en el caso de que haya desarrollo industrial y tecnológico capitalista, por ejemplo, que los chinos instalen plantas, fábricas, y hagan industrias verdaderas, como mínimo dejaran una estela de conflictos sociales y heridas en la naturaleza, explotación, depresión, contaminación. Si lo hacen en China, si lo hacen en sus países y en otro países ¿Por qué no lo van hacer aquí? ¿Qué se los impide? ¿Se lo va impedir una ley mal hecha; una ley difusa y ambivalente, como es la ley de las Zonas Económicas Especiales con sus vergonzosos incentivos para las inversiones?

Hoy radicalizar la revolución es volver al espíritu revolucionario de Chávez. A pensar y crecer como él lo hizo. Por eso deberíamos estar repensando ahora, seriamente, en revertir todos los compromisos con los capitalistas, de todo aquello que no podemos controlar con las leyes o reglas redactadas por técnicos burgueses infiltrados en el gobierno, y pensarlo todo con los valores del socialismo, valores humanistas, ecologistas. Es decir, de seguro deberíamos revertir todos esos acuerdos.

Para hacer que los capitalistas trabajen bajo el principio de la cooperación, de la complementación, del intercambio, tenemos que tener el control político sobre ellos, como en tiempos de Chávez. Pero ahora tenemos un ministro empresario y capitalista dirigiendo las políticas económicas, y que le da gracias al presidente.

Es cierto que si un ministro se viste con una camisa roja, o que si proviene de la clase obrera sindical, no es garantía de nada, de que vaya a actuar como socialista. Pero es un mal síntoma político cuando el ministro de economía de la revolución es un empresario privado, un capitalista que sirve de puerta de entrada al capitalismo, a los grandes bachaqueros. Esta es una alerta para los chavistas. La economía de la revolución la debe dirigir un revolucionario, un político socialista convencido. Si no es el presidente, alguien capaz, un ser valiente y socialista convencido. Un verdadero guerrillero, considerando el tono bélico que está tomando la ofensiva del imperio y de la derecha contra los pueblos rebeldes suramericanos.

El presidente Maduro debe verse en el espejo de Brasil y Argentina, donde la derecha y el imperio no le han perdonado, ni un tantico así, las inclinaciones independentistas y socialdemócratas de los presidentes y ex presidentes renegados, a pesar de haber actuado de forma blanda y complaciente con los capitalistas connacionales. De la misma manera la derecha y el imperio le tienen reservado un golpe, un castigo y una humillación al presidente Maduro. Y solo por temerle a los dientes de la barracuda.

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Héctor Baíz

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