La decadencia de los “hijos” de Chávez. Es hora de defender la revolución socialista

El señor Jesús Farías y Jorge Arreaza insisten en que el gobierno debe trabajar junto a la empresa privada, con la excusa de activar el aparato productivo. Con los privados nacionales y con los extranjeros. Estos dos altos dirigentes de PSUV creen que no hay otra manera de activar la producción. Pero ellos también están pensando en las “empresas  básicas”: petróleo y minería (oro, hierro, aluminio, coltan y cosas así) además de la producción de bienes básicos de consumo: alimentos, medicinas y similares;  y las empresas de servicios: transporte y distribución de alimentos, medicinas. Les queda pendiente burocratizar las misiones de salud y educación.

En  el fondo piensan que no somos capaces hacer ninguna de estas tareas como sociedad organizada. Para ellos organizar a las comunas no sirve de nada y para nada.  Según parece no somos aptos a realizar tareas sociales nacionales y de importancia nacional, por ejemplo, de autoabastecernos de alimentos y medicinas. Por eso piensan en la empresa privada. El congreso de las comunas ahora solo representa otra táctica más, una improvisada salida a fin de poder continuar el plan original de entrega de la revolución a los privados, como si esto fuera posible o tuviera sentido.

Más grave que la mala fe en los poderes de la sociedad organizada,  es que los señor Jesús Farías y Jorge Arriaza mastican la idea de superar la “economía rentista” haciendo del País un gran parque industrial y una Zona Franca. ¡Estos señores revolucionarios creen que Venezuela puede ser una “Potencia Económica”! ¿Para competir con quién y dónde? Para competir con Brasil, con Argentina, Chile y Uruguay en el Merco Sur…  ¡Una locura¡  La idea de la economía  complementaria, de la cooperación, del Alba, poco a  poco la están contaminando de negocios productores de divisas y empleos(¿?).

¡Si tan solo consideraran la organización de la sociedad para producir los bienes básicos y necesarios!  ¡Si consideraran alguna vez reeducar a la población y reeducarnos en la conciencia del deber  que tenemos, en el socialismo, cada individuo por el bienestar de toda la sociedad! ¡Si tan solo bregaran  porque cambiemos nuestros hábitos pequeñoburgueses de consumo por otros más racionales!

Pero no. No piensan en eso. No quieren hacer la revolución. Jesús Farías y Jorge Arriaza solo piensan en hacer de Venezuela otro miembro de los BRICS –que es el otro lado del capitalismo-  al precio de perderlo todo (hablo del impulso de cambio revolucionario del chavismo).

¿Qué se pierde y qué se gana con este Plan, disimulado de socialismo?

Se pierde una oportunidad de aprender; que las tácticas solo tiene sentido cuando se tiene una estrategia clara, definida. Cuando no, es improvisación.

Lo que sigue es perder una gran oportunidad de avanzar como sociedad. La oportunidad de aprovechar un objetivo claro, por ejemplo: si estamos de acuerdo con que debemos  abastecer al país de alimentos, medicinas y servicios, para conseguirlo podríamos aprovechar y beneficiarnos de la organización de toda la sociedad, sobre estas metas de carácter social, nacionales o continentales, no tan solo para el beneficio de grupitos de manera artesanal o personas particulares.

Lo segundo que se pierde es el control de todo, de la producción económica y en consecuencia de la política y del espíritu revolucionario. Se pierde el poder como partido político que tiene una estrategia política clara, y el poder como gobierno. Se pierde una gran ventaja para continuar con la revolución socialista.

Y no se gana nada.

 La sociedad no gana nada con estos planes. Solo una parte de ella: la burguesía, los propietarios, los ricos y ladrones de siempre. ¡¿Y la clase media?, ahí!  Sirviendo de guardianes de los privilegios. Podríamos decir  que en el capitalismo, la clase media es el sostén ideológico y militar de las oligarquías, se encuentren éstas donde estén, en Oriente u Occidente. La clase media es la pequeña burguesía, la reserva ideológica aspirante, consumidora y productora de basura en todo el mundo.

Producir socialmente sobre la base de necesidades reales y vitales es equivalente a reeducar a la sociedad. Y reeducar a la sociedad es una estrategia principal de la revolución socialista.

¿Por qué insisten? No hay un  “capitalismo con rostro humano” contrapuesto al capitalismo malo, egoísta. El capitalismo siempre es malo y egoísta, y no social. Es  una condición psicológica, ideológica, espiritual, nada tiene que ver con una “ciencia” de la felicidad, no se conoce de él nada que no sea privilegios y explotación; no se sabe hacia dónde va la sociedad con su orientación mezquina, pero de seguro no es hacia la paz y la justicia social; nada tiene que ver con evolución hacia verdades trascendentales, más bien despóticas y fantásticas, como las ideas de Libertad y de Democracia burguesas junto a sus prejuicios, que son tan peligrosos y mortales como fantasmagóricas las ideas que los producen.

Es un instinto salvaje, eso sí es seguro. Una condición instintiva depredadora, devenida en humanista, pero no es naturalmente humana. La humanidad se construye racionalmente. Socialismo es humanidad. Capitalismo es decadencia.

En la humanidad no existe nada que se haya dado como natural, apartando la biología, la vida y la muerte. Todo lo humano es creación del hombre. Lo malo y lo bueno. Pero sobre todo lo bueno. Y el socialismo es un ideal humano vasto y elevado, un reto para mujeres y hombres, una tarea de la humanidad y para la humanidad.

Pero creo que a Maduro, a Jesús Farías, a Jorge Rodríguez, a Aristóbulo Isturiz, a Deosdado Cabello y al resto de ellos no les interesa esto. Necesitamos gente que continúe la obra de la revolución. Y si no podemos motivar o conmover a los que fungen de nuestros dirigentes para que sigan  el camino de Chávez, tendremos que resistir al cerco de contención que nos imponen. O ver como se pierde las oportunidades. No podemos seguir acompañando a un equipo de gente tan rara, tan poco clara, tan indefinida.

Chávez fue la voz del pueblo menesteroso, de los explotados. Los autocalificados hijos de Chávez han representado hasta ahora la voz de sus propios intereses y de sus propios límites, no los límites de la revolución; traslucen su propio agotamiento, no el de la revolución, que no tiene límites ni se agota en ellos. Hay que defender la revolución de estos falsificadores.



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Héctor Baíz

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