¿Con quién se vive mejor?

La inflación es el ladrón más sutil y eficiente!

Jorge González Moore

En una venta de empanadas, muy temprano en la mañana, se prendió una discusión; cada momento bajaba y subía de tono, como la candela, cuando es atizada por los fuertes vientos de marzo; nadie callaba, casi todos comentaban, quejándose por los precios desorbitantes, de los últimos meses. Un señor, quien no ocultaba su disgusto con el gobierno, por momentos dejó de comer, para preguntarse lleno de rabia ¿Hasta cuándo el gobierno sigue aceptando el aumento de los precios de los artículos? A su lado un señor, se quedó mirándolo, para luego responderle sin alterarse: “Mi amigo, el gobierno no tiene la culpa de eso” Esas cortas palabras enfurecieron al señor, quien no dejó pasar un segundo, para nuevamente expresarse casi gritando ¿Entonces quién es el culpable? Casi todos los presentes, callaron para prestarle atención al inesperado contrapunteo. Rápido se escuchó una voz un poco tímida, con una respuesta muy trillada, pero con mucha base y razonamiento: “¡El capitalismo! No creo, que el gobierno va ser tan pendejo, para aumentar y aceptar los aumentos, cuando todo el mundo no para de hablar, más cuando estamos a un paso de las elecciones”

El altercado verbal se detuvo un momento, cuando un joven, como quien no quiere la cosa, se despidió, no sin antes dejar su opinión sobre la grave situación económica: “Tenga la culpa el gobierno o no, lo cierto, es, que me encuentro pelando, y no son los dientes”. Un señor, con varios años encima, dejó ver su inconformidad con una sencilla pregunta ¿Qué irán a ofrecer el próximo 6 de diciembre? La señora, encargada de atender, aprovecho el momento, cuando ya se había calmado un poco la discusión para participar sin descuidar su ocupación,: “No se preocupe; para ofrecer, siempre están preparados” la mujer, dio algunos pasos, mientras limpiaba una mesa, para seguir hablando “ya salió uno con la tabla de salvación, un tal Moisés, prometiendo acabar con la escases y las colas; no ha podido el gobierno, con todo el poder en las manos, y viene este señor, a tratar de engañar a la gente, como los magos en los circos”

Por momentos la disputa se fue aplacando; solamente quedaron en el pequeño salón: la señora, dueña del negocio; el señor, que había encendido la conversación, y el amigo, que de manera muy comedida, respondía todas las inquietudes sobre la carestía de los últimos meses. Los tres, parecían haberse puesto de acuerdo para dialogar; se apagaron los gritos. Los dos clientes, le pidieron café a la señora, quien siguió atendiéndolos con mucha cordialidad, sin dejar de prestarle atención a la tertulia.

A los minutos llegó una parejita de adolescentes, renegando del sofocante calor, se sentaron, pidieron cuatro empanadas y dos jugos; empezaron a desayunar, como si estaban celebrando una reconciliación; casi se topaban la frente, parecían dos palomitas dándose piquitos; nada los sacaba de su momento lleno de dicha y amor, no daban muestra de cargar ninguna preocupación, solamente vivir el momento, propio de la juventud; terminaron de comer sin prestarle ninguna atención a los presentes, para marcharse agarraditos de la mano.

Apenas se marcharon los muchachos, se reinició la conversación, pero ahora con nuevos comensales, una pareja muy mayor; la mujer, llevaba de la mano a un señor de pasos lentos, pero muy consciente del momento que estamos viviendo; al sentarse se le escuchó una añoranza: “¿Qué tiempos aquellos? ¡Todo era fácil; ahora, para pedir una vaso de agua, hay que pensarlo!”. Todos se quedaron mirándose; ese momento lo aprovecho el polémico señor, quien minutos atrás, había encendido la discusión, para reforzar la nostalgia del recién llegado ¡Con los adecos se vive mejor! No había terminado de hablar, cuando él de la tercera edad le respondió sin titubear: “Ese embuste, es tan falso, que ni siquiera en este momento, cuando la situación económica es tan grave, por la escasez y lo caro de los productos, los adecos, lo han podido utilizar, y eso que son buenos en la oposición; sino llega Chávez, hace rato estuviéramos comiendo tierra; lamentablemente muy pocos entendieron su mensaje ¿Se acuerda, cuándo nos alertaba sobre los huertos familiares? El comandante se adelantó al momento; nunca olvido, cuando en el programa ¡Aló Presidente! le advertía a las mujeres, sobre el uso del tinte para el cabello, porque eso también se compra con dólares (Divisas)” El señor, terminó de hablar; se levantó como pudo, para marcharse sin despedirse, dejando a los presentes murmurando.



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Narciso Torrealba


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