Mi visita al Cuartel de la Montaña

UNA VISITA QUE NO HA SIDO:

Una visita que todavía no se ha producido, no!… todavía no he ido…Algún buen día iré…

Yo que tanto te acompañé en tus marchas capitalinas y por aquí frente al mar Caribe, que pude decir que en 14 años nunca había dejado de marchar por esas calles, para escuchar tus orientaciones y reflexiones.

Pero cuando tuviste que irte, tan apresuradamente, tan inesperadamente, esa continuidad se rompió y ni siquiera quise ir a tu inmensa despedida bañado de pueblo.

Creo que el dolor no me permitía seguir con eso de estar allí, aunque hoy sigo aún más pendiente de lo que dijiste.

A lo mejor estoy esperando por una visita a tu descanso eterno, algo extraordinaria.

EL QUE DESAFIABA LA TORMENTA:

Tal vez pensando en el pasaje de Lucas en La Biblia, sobre La Resurrección del Señor y esperar por una tarde tranquila, cuando ya nadie merodee por tus lares, que yo pueda entrar furtivo a buscarte de nuevo y me imagine encontrar “dos varones de vestiduras resplandecientes” y que también me digan como a las dos Marías y a Juana: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?.

Para luego encontrarte sentado sobre tu cofre de granito, asentado sobre la flor de los vientos y todo enmarcado sobre el agua, allí donde ahora vives tu sueño eterno, para que conversáramos las cosas que no pudimos, las que yo anhelaba hablar contigo, sobre tus delicadas orientaciones acerca de esta patria nuestra tan asediada, de los niños de la calle que ya no tienen hambre, sobre el curso de nuestra gran historia, de la resistencia feroz de nuestros “Hombres Libres”, del Libertador y su pasión, de Manuela y su delirio, de la digna partida de José María España, de Antonio José y su grito en Berruecos, de la igualmente partida apurada de Bolívar en Santa Marta y en fin, de tantas cosas, de tantos secretos que tú sabías y seguramente algunas no tan serias sobre tus cuentos y los míos, terminando con un cuatro en manos cantando algo sobre la brava tierra.

Hubiera sido una conversación en el véspero caraqueño, bajo una mata de mango cualquiera, tranquila, privada y sincera, pero que tampoco nunca se dió.

ESA VENEZUELA DE HOY:

Y esta Venezuela de hoy, tan claramente enfilada al futuro que nos dejaste y como los “Dos que caminaban el mismo día (De la resurrección) a una aldea llamada Emaus, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y se puso a caminar con ellos. Más “los ojos de ellos estaban velados” para que no lo conociesen. Y les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis y por qué estáis tristes?”...

Y Hugo, cuantos pasaron por tu lado y nunca te conocieron por tener los “ojos velados” y cuantos siguen discutiendo mientras caminan y otros están tristes.

Muchos no han podido entender que te fuiste para “volver hecho millones” ahora eres por “Dios misericordioso, libre, libre al fin”. Libre para seguir diciéndonos las verdades y seguir abriendo ojos velados.


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Francisco Natera


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