Radicalizarnos

Estamos de acuerdo con el Presidente Chávez en eso de radicalizar el proceso revolucionario. Vamos a lo profundo. Vamos a la raíz de los obstáculos que frenan el éxito de la revolución socialista.

Particularmente en el ámbito ideológico, la cultura rentista es enemiga del socialismo, porque asesina la actitud productiva que se requiere para que la sociedad genere los excedentes necesarios para el gran salto.

Es falso que el socialismo tenga que estar asociado a escases, todo lo contrario; el socialismo tiene necesariamente que significar la satisfacción material y espiritual de la vida humana. En Marx y Engels decimos “vida gratificante” y en Bolívar “mayor suma de felicidad”. No hay pataleo.

Para alcanzar tal reto, el socialismo parte del desarrollo de las fuerzas productivas que han alcanzado altos niveles de productividad, asociados al avance tecnológico de la producción, a una mejor combinación de los factores productivos y a la elevación del nivel intelectual de la fuerza de trabajo; y, por otro lado, el socialismo establece una mejor distribución de la riqueza y de los bienes y servicios, vale decir, que lo que antes era acumulado por muy pocas manos, ahora será distribuido según las necesidades sociales de las mayorías trabajadoras.

Por estas razones el tema de la productividad le es muy sensible a la construcción del socialismo. Ya hemos visto como determinadas experiencias han fracasado, llevando a la población a límites extremos de dificultades materiales. En el caso venezolano, hemos heredado una cultura rentista que se traduce en graves carencias productivas. El despilfarro de recursos públicos está íntimamente ligado al hecho de contar con una chequera petrolera que permite el relajo administrativo. Estas prácticas se han trasladado a la población por décadas de populismo degradante. Se prefiere el “cargo” al trabajo. La dependencia enorme que experimenta la variable empleo respecto del aparato burocrático, extensiva a una mediocre actividad industrial, han perfilado una escasa cultura del trabajo que es atentatoria contra la soberanía económica del país y más aún, contra la posibilidad de construir el socialismo.

Sólo a partir de una cultura del trabajo que haga productivas las empresas del Estado, las mixtas, las cooperativas, y todas las nuevas formas de producción que vayan surgiendo, se podrán echar las bases del desarrollo socialista. Caso contrario, seguiremos rumiando la vieja flojera rentista, madre del burocratismo y la corrupción que acabó con la IV República y puede acabar con otras cuatro más, hasta hacer inviable todo intento de independencia.

Cuando en el argot revolucionario clásico se habla de destruir las viejas formas de dominación, se hace referencia directa a las relaciones sociales de producción, a la explotación del hombre por el hombre. Pero los adelantos que el capitalismo alcanza en materia productiva nos interesan para generar los excedentes –que no las ganancias- para poder dar el salto cuantitativo económico que abra las puertas al cambio cualitativo social.

Seguir reproduciendo el modelo rentista parasitario sin desarrollar una economía diversificada y soberana, es tan peligroso como no combatir la corrupción y no enseriar la formación ideológica de nuestra militancia.

El imperialismo está haciendo su trabajo, conspira a tiempo completo para minar nuestro proyecto, y no descarta actos macabros para detenernos. No le demos el gusto, nuestra victoria es la de los pueblos, seamos radicales, seamos consecuentes, seamos inteligentes.


(*) Presidente de la Comisión Nacional de Refugiados


"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador. Guayaquil 5 de agosto de 1829.



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(*) Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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