Auditórium

¡Cuidado con un fascismo bolivariano!

“Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran poder”

Pitaco de Mitilene….

El estado burgués garantiza el dominio social de los capitalistas mediante el control del aparato del estado. El aparato ideológico del estado garantiza la difusión de los valores e ideas de la clase dominante con objeto de impedir la concientización política, y por consiguiente, la lucha, de la clase dominada. El aparato ideológico tiene, por tanto, una función preventiva. Su misión es evitar el levantamiento de la clase dominada.

A pesar de que el capitalismo ha perfeccionado notablemente este aparato, en algunas ocasiones (los momentos en que se producen crisis revolucionarias) el control social no puede ser garantizado sólo por el dominio ideológico. Es entonces cuando actúa el aparato coercitivo (ejército, policía, milicias) aplicando la represión violenta a cualquier movimiento que desestabilice el dominio de los capitalistas de estado o privados.

En condiciones normales, la burguesía domina mediante la democracia burguesa. Existen libertades formales, se puede votar, hay partidos y sindicatos, etc. Aquí el aparato dominante es el ideológico. Los capitalistas pueden prevenir cualquier levantamiento social mediante su dominio ideológico que se traduce en un bajo nivel de conciencia de las masas de los trabajadores, bajo la domesticación de las cúpulas sindicales, y las luchas obreras, aislando a la vanguardia revolucionaria, etc.

Otro modelo del fascismo es la dictadura burguesa o el bonapartismo. Aquí el aparato dominante es el policial/militar. La nueva burguesía deposita su confianza no en los líderes revolucionarios, si no en los militares. Restringiendo las libertades, persiguiendo a los opositores, reprimiendo al movimiento obrero, etc. Llegándose al aniquilamiento físico de la vanguardia de trabajadores, destruyendo el movimiento obrero organizado.

Hay que saber distinguir entre fascismo y bonapartismo en varios aspectos, y por eso hay que estudiarlo separada y específicamente. El bonapartismo se basa en el aparato del estado. En cambio, el fascismo, descansa en una primera etapa, en un movimiento de masas, es decir, busca el apoyo social. El fascismo sólo se puede dar en períodos revolucionarios, en períodos de grandes crisis sociales, cuando no es posible ningún arreglo pacífico entre las clases, cuando la salida no puede ser otra que o ‘fascismo o socialismo. O su equivalente ¿o la victoria de la reacción o victoria de la revolución?

La burguesía/política/económica, en estos casos, juega a dos aguas. Por un lado, manteniendo la apariencia democrática (parlamento, partidos), y por otro lado, se afinca más por el fascismo. En un período revolucionario la clase trabajadora tiene muchas oportunidades para tomar una, y otra vez el poder, destruir el estado burgués y transformar la sociedad. Si no lo hace es debido fundamentalmente a que la mayoría de los trabajadores siguen orientaciones partidistas, sin construir un partido revolucionario de masas (las masas de la pequeña burguesía, y el lumpen proletario) después de poner toda su confianza en el campo obrero, y ser varias veces decepcionadas terminan pasándose al campo contrario, al de la reacción burguesa.

La burguesía atrae a estas masas con una demagogia cuasi revolucionaria, organizándolas paramilitarmente.

Estos sectores son organizados paramilitarmente para realizar acciones violentas contra militantes obreros, sedes de sindicatos, atacar mítines etc. Esta es otra de las particularidades de los movimientos fascistas. En Alemania las SA, y en Italia los Fascio di Combatimento dirigieron sus ataques contra los partidos, y los sindicatos obreros, por muy reformistas que fueran sus líderes. Muchos obreros que son enrolados en las filas de combate fascistas creen honradamente que están llevando a cabo una revolución, creen que van a acabar con el sistema capitalista burgués... La realidad es que están defendiendo los intereses de la clase dominante y del sistema.

Cuando un partido fascista adquiere una fuerza de masas, liquidan a los demás partidos burgueses, y concentran todo su apoyo en el partido fascista, con objeto de consolidarse en el gobierno. Pero esta es la última fase en su estrategia de la toma hegemónica del poder. Antes de esto, los fascistas intentan dominar la calle fomentando el terror con sus acciones (golpizas, atentados, etc.). En principio, estas acciones tienen un carácter individual, y van direccionadas contra los revolucionarios etc. Conforme avance el proceso sus ataques van dirigidos hacia las organizaciones obreras, sus sedes y actividades.

Una vez el fascismo se consolide en el poder, el pueblo es duramente reprimido. Sus organizaciones sociales desaparecen, y son perseguidas no sólo sus líderes, si no cualquier militante es objeto de detención, tortura y asesinato. Todos los capitalistas de estado y privados se deciden por la opción fascista cuando la supervivencia de su capitalismo entra en contradicciones con la existencia de un movimiento obrero organizado.

El fascismo siempre es de corta duración. Cuando aplastan al movimiento obrero, y no necesita mantener un movimiento de masas fascista, evolucionando hacia una dictadura policial/militar. En esta fase, la nomenklatura dominante se puede encontrar con el problema de una posible rebelión de los elementos que cautivó con su demagogia cuasi revolucionaria. Por ejemplo, la burguesía alemana tuvo que liquidar físicamente a los cuadros de mando de las SA, muchos de los cuáles procedían del movimiento obrero, y que pretendían apartar a Hitler del poder y expropiar a los capitalistas, en lo que llamaron la segunda revolución; estos elementos desclasados fueron barridos por el régimen nazi en la famosa noche de los cuchillos largos.

Como se nota, el fascismo es un modelo de dominio muy peculiar, que se distingue perfectamente de una dictadura bonapartista, aunque conserve sus rasgos comunes.

El fascismo es un régimen de dominación del gran capital que surge siempre en períodos revolucionarios y como consecuencia de la incapacidad de la clase obrera de tomar el poder y transformar la sociedad.

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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

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