Crítica con riesgo

Si en cada estación de gasolina se colocase un funcionario honesto, que lo debe haber, para tomar nota de los vehículos de transporte público que se surtan del combustible , su placa, su número de control, línea a la que pertenece, su ruta, así como el nombre del conductor, con un seguimiento posterior para comprobar que están prestando el servicio y no utilizando la gasolina para hacer negocio, como ya no es un secreto, lo han venido haciendo hasta ahora , otro gallo cantaría, pero resulta, y es lo que la gente comenta, que lo que sucede en realidad, es que hay complicidad de las autoridades, porque de otra manera no tendríamos que sufrir las consecuencias del abandono de rutas, por parte de los propietarios de buses y busetas, ya que les resulta muchísimo más productivo y trabajando mucho menos , vender la gasolina que obtener ganancias que sabemos son muy buenas, honestamente, por prestar el servicio al que están obligados por ley.

Me comentaba un ciudadano que hacia como yo, una enorme cola para obtener el servicio, que conocía un vecino, propietario de tres busetas y le tenía chofer a una sola, solo para que los cinco días de la semana de lunes a viernes surtiera las tres unidades a tanque lleno, luego de lo cual trasegaban en la casa del propietario todo el líquido y el vecino veía cómo llegaban camiones 350 y se llevaban el producto en sus tanques rumbo al otro lado de la frontera.

Casos como este quedarían al descubierto, si se procediese con lo que aquí se propone, pero garantizando el debido seguimiento, comenzando con esos tres vehículos que con seguridad, como hace este propietario, no son los únicos sino que son la mayoría.

Durante la operación morrocoy, que hemos soportado los usuarios, en los últimos meses, en la cual no se veían vehículos prestando el servicio en la mayoría de las rutas, pero sí surtiendo gasolina y gasoil, se pudo haber comprobado con una simple labor de inteligencia, que todo los que surtían, era con destino al contrabando o bachaqueo, como se ha denominado últimamente.

Falta, pues, mucha voluntad por lo menos para minimizar el terrible daño que se le hace a nuestra economía, no solo con el contrabando de la gasolina, sino de todo lo que pueda comercializarse, llámese alimentos, medicinas, materia prima, repuestos y todo lo producido o importado por el país, de lo cual un altísimo porcentaje termina en Colombia donde hay que, muchas veces, acudir para poder obtener lo que necesitamos y aquí no conseguimos, porque se lo han llevado las mafias del contrabando y lo más doloroso, es poder comprobar que son productos venezolanos, contrabandeados impunemente y no porque se burlan los controles, sino porque quienes controlan, en muchos casos, se han puesto al servicio de dichas mafias. Es la triste realidad.

No es posible que como se oye, sobre todo en las kilométricas colas, que ya forman parte de nuestro acontecer diario, no haya respuesta de las autoridades, sino solo a veces, con los llamados operativos espasmódicos, sin continuidad ni seguimiento, para que todo siga igual o peor, porque comerciante que es sometido a sanciones, por ejemplo multas o cierre temporal, en menos de lo que canta un gallo, recupera con creces lo que pago o dejo de ganar, en perjuicio de los consumidores, que somos la mayoría todos obligados por estos criminales del salario familiar, de la manera más impune.

Así pues, que en conclusión, hay consenso, al menos en la calle, lo que falta es que las autoridades no sean permisivas, o lo que es peor, en muchos casos, se conviertan en parte muy importante de las mafias que se han conformado, a lo largo de esta guerra económica, que con sus siniestras estrategias, lamentablemente, han caído con mucha frecuencia en tierra fértil para el crecimiento de la corrupción y de la contaminación de conciencias, que le sirven de soporte a los desangradores de la patria.

Debo dejar claro que no se es menos revolucionario o chavista, por plantear una realidad, con una crítica sí, pero con propuestas que podrían solucionar, lo que ya cada día es más difícil soportar por parte de la inmensa mayoría de venezolanos, que somos víctimas de una minoría delincuencial.

Tanto el Comandante eterno, en muchas oportunidades y ahora el escogido por él, nuestro Presidente obrero, en forma repetida han recomendado ser críticos pero propositivos, es lo que he intentado hacer con esta humilde opinión, aunque sé que corro el riesgo de que se me tilde de disidente o salta talanquera, nada más alejado de la verdad.

 



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Saúl Molina


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