La OPEP recuperó su capacidad de incidir en los precios petroleros

La economía mundial ha venido mostrando signos positivos de crecimiento general, estimado en 3,6% para este año. Las estadísticas muestran que se ha fortalecido gracias a Asia Oriental y Asia Meridional, que siguen siendo las regiones más dinámicas del mundo. No obstante, los beneficios económicos aún siguen siendo desiguales en términos generales, y muchas economías aún no consiguen cómo salir de la recesión que se encuentran y cómo crecer a tasas constantes.

Ese crecimiento mundial impacta en el mundo de las materias primas. La tendencia muestra como la demanda de "comodities" ha tenido una recuperación significativa en los últimos meses, sobre todo en el consumo energético. Según el "Reporte Mensual del Mercado Petrolero" que publica la OPEP de septiembre de este año, los precios promedio de la energía aumentaron en casi un 30% en el primer semestre del año, liderando el carbón y el petróleo.

En el caso del petróleo, que nos compete por ser un país productor y exportador de este energético, hemos visto como su precio se ha venido incrementando poco a poco, con una tendencia sostenible en el corto plazo. Ya los precios superaron los 70 dólares del barril, incluso el crudo Brent alcanzó los 81,05 dólares por barril. Esto gracias al incremento de la demanda petrolera mundial que ya está llegando a su máximo nivel histórico de 100 millones de barriles diarios. Mientras que la oferta apenas llega a satisfacer 98,8 millones de barriles diarios. Un millón doscientos mil menos.

Unos precios que le ha generado mucha preocupación al Gobierno de Estados Unidos, que ha venido perdiendo su capacidad de maniobra y hegemonía en el mercado petrolero mundial. Una maniobra que había alcanzado gracias al impulso de la producción de petróleo de esquistos (tight crude), que desde el año 2008 la incrementaron en 5,8 millones de barriles diarios gracias al fracking.

Según la misma OPEP, actualmente Estados Unidos produce cerca de 16 millones de barriles diarios. Posicionándose como el principal productor de petróleo del mundo gracias al fracking, que hace dos años atrás contribuyó al superávit en la oferta global estimada de unos 2 millones de barriles diarios, que incidió en los tiempos de la caída del precio del petróleo. (VER CUADRO DE LA OPEP)

 

 

Pero esa capacidad de maniobra de Estados Unidos la ha venido perdiendo, ya que vemos que a finales del 2018, no tiene capacidad de influir en el comportamiento de los precios del petróleo. Valga decir, el ritmo de crecimiento de la demanda petrolera ahora es mayor que el ritmo de producción de esquistos de Estados Unidos. Por lo tanto, ahora el mercado está insatisfecho y sólo puede satisfacerlo los países miembros de la OPEP, que tienen capacidad de aumentar la producción en el corto plazo.

Como vemos, el Plan Energético de la administración Trump, que buscaba disminuir costos en beneficio de las familias estadounidenses, maximizando el uso de recursos propios como el fracking, aumentando la producción petrolera, dejando de lado las consideraciones ambientales y liberándose de la dependencia del petróleo extranjero, no le está dando resultados. Y la subida de los precios del petróleo comienza afectar a su economía que no logra salir de la crisis que padece desde hace años.

Recordemos que las estadísticas muestran a Estados Unidos como una economía enferma, con una tasa de desempleo en aumento, con una economía estancada (un PIB real que promedia un 2,3% en los últimos años, considerado el más bajo desde la 2da Guerra Mundial); el poder adquisitivo de la población es el más bajo desde 1973; la deuda nacional se ha duplicado; el déficit comercial aumentó ubicándose casi los 900 mil millones de dólares en el 2017, 6,4% de PIB, entre otros males que padece esa economía en la actualidad.

Esos resultados económicos conllevaron a que desde el 2014, China la desplazara como la primera potencia económica mundial. En el plano Geopolítico, todos los aliados de Estado Unidos en Europa están en plena crisis y la Unión Europea en proceso de disolución. En América Latina, la diplomacia estadounidense lejos de traer paz y progreso a sus aliados más bien ha generado una estela de gobiernos con inestabilidades políticas, económicas y sociales, entre ellos Argentina, Perú, Brasil, México y Colombia. Por su parte, la Venezuela independiente, revolucionaria y libre de la dominación del Imperio, ha salido de la inestabilidad política aupada por la derecha nacional e internacional y ahora ha impulsado una nueva moneda para el comercio petrolero internacional: El PETRO.

Ante esa situación geopolítica, el presidente Donald Trump ha amenazado a los países miembros de la OPEP, exigiéndoles, con el tono desafiante que lo caracteriza, casi rogante pero amenazante: "que la OPEP reduzca los precios", un hecho transcendental en los últimos tiempos. Donde el Imperio del Norte reconoce de nuevo que la OPEP es un actor estratégico importante, con capacidad política y económica de influir nuevamente en los niveles de precios en el sistema petrolero internacional.

Es por lo anterior que cabe la pregunta: Realmente, ¿la OPEP ha recuperado su capacidad para implementar políticas conservacionistas que garanticen un valor justo del petróleo en el Mercado Internacional, a fin de que sus países miembros obtenga los beneficios necesarios para ser distribuidos a su población?



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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