Reflexiones para el reimpulso socialista

La revolución debe pasar por la universidad

Esta vez mi reflexión partirá de la anécdota y será profundamente autocrítica. Era el año 2003, estaba recién graduado en leyes e integrando la Dirección Nacional de la Juventud Comunista; cuando desde una universidad con sede en mi natal Maracay, un colectivo de estudiantes y profesores de izquierda solicitó mis servicios políticos y abogadiles para atender la problemática de su elección decanal. Las listas de votantes no habían sido publicadas en su totalidad, aunque el conflicto radicaba esencialmente en la injerencia de los profesores jubilados dentro la votación. Asediados por la peligrosa derecha universitaria en un escenario de convulsión electoral, me reuní clandestinamente con estos camaradas para preparar la operación revolucionaria; y regresé a los pocos días al recinto con un tribunal, a fin de efectuar la inspección que hiciera constar los listados incompletos. Ello me permitió fortalecer mi alegato jurídico para que se postergara la elección por unas semanas, como al final lo logramos. Siendo nuestro propósito fundamental, ganar tiempo para conquistar una reforma de la normativa que depurara realmente el proceso electoral.

Sabíamos que ese contingente jubilado concentraba a la derecha adeco copeyana más reaccionaria y antipopular de nuestra ciudad jardín, por lo cual constituía un objetivo estratégico para el colectivo revolucionario “congelar” a estos discípulos de Caldera y Betancourt. Se trataba pues de una aspiración democrática de nuestra parte para vencer la contienda electoral y realizar nuestro anhelo de cambio hacia una Universidad libre, democrática y abierta al pueblo. Ante altas instancias burocráticas, dentro del corto tiempo disponible antes de la elección, elevamos nuestra petición por una efectiva corrección de esa vieja normativa opuesta a la transformación. Más sin embargo, no obtuvimos la respuesta oportuna ni la solidaridad esperada. Quizás los que encabezamos esa lucha, desafiando al todopoderoso e inmutable sistema universitario burgués, sentimos que nos dejaron solos.

Llegada la mañana de la elección, la aguja de mi reloj me señalaba un diez implacable. Me di vuelta y contemplé por la avenida Las Delicias, la llegada de una larga columna de taxis a la Universidad. Un macabro canto me advirtió que las elecciones ya nos las habían robado. Coreaban: “Se va, se va”. Eran los “profes escuálidos” que recibían a decenas de sus compadres para ejercer el sufragio. Al verlos todos vestidos de blanco, mi mente produjo una réplica pictórica de mi infancia en los ochenta, viendo en las urnas a esos viejos militantes adecos, envueltos en blanco uniforme con una mosquita plástica adherida al pecho. Aquel día apreciando en la Universidad como la ley es un instrumento de la Burguesía para la hegemonía y la trampa, sentí que nos habíamos quedado cortos en nuestra campaña, no por lo jurídico, sino por lo político. Y sonriendo serenamente junto a mis camaradas en una reflexión silente, pero más profunda y revolucionaria, me dije: “La próxima vez que nos contemos, el voto del estudiante y del profesor valdrán lo mismo”. La revolución debe pasar por la Universidad.

Jesussilva2001@cantv.net



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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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