Los salarios: ¿Marchamos hacia la privatización de la educación? ¿Bajo amenaza el Estado Docente? (I)

Nota: Según lo que percibo, cuando uno aborda un tema por partes, suele al final, despertar poco interés en los lectores. Por lo que se suele evitar abordarlos de esa manera

No obstante lo anterior, después de meditarlo largamente, he optado por decidirme a publicar este largo trabajo en partes. Me interesa hacerlo porque quiero llamar la atención sobre el asunto del salario, las pensiones, jubilaciones y el destino del sistema educativo venezolano, que pudiera ser de todo, como la salud. Pues todas esas cosas están íntimamente relacionadas. Y quiero llamar la atención porque la desbordada "paciencia" con que el sindicalismo todo, particularmente el del magisterio y la confianza desmedida del gobierno en dos cosas, como que el trabajador, particularmente el docente está "decidido" a llegar cualquier nivel de sacrificio por la obra que se construye y que es verdad aquello que dijo unos dos años atrás alguien muy conocido que "maestro puede ser cualquiera". Lo que significaba para él, no importaba que los profesionales de la docencia desertasen porque había de sobra quienes les supliesen y sin menos exigencias. Según ese concepto, al final los resultados serían los mismos y a menor costo. Y en esto, a uno le angustia se pierdan lo que son conquistas del venezolano después de tantos sacrificios, años de lucha, beneficios de las clases humildes y de los trabajadores. No hay otro interés sino advertir a todos los involucrados en esto, gobierno y trabajadores mismos, del peligro que nos acecha.

Pero también preocupa, como los trabajadores de todos los espacios y hasta los pensionados y los viejitos de "Mauro de Catia", prefieren morir en silencio y no incomodar "al proceso revolucionario". Estamos como en un estado de somnolencia, de fé desmedida y en un creer que el pueblo, los trabajadores, no tienen más nada que hacer sino observar y esperar, mientras los dioses hacen a su saber y entender.

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Al comenzar a hablar de este tema a uno le aterra el miserable concepto que parece privar entre importantes figuras del gobierno acerca del trabajador público o mejor al servicio del Estado. En los últimos años, parece haberse impuesto la idea que este universo, en el cual se hallan trabajadores de la salud y educación, constituye un peso y hasta estorbo, un gasto innecesario del cual hay que deslastrarse y, en consecuencia, hacer lo necesario para provocar la deserción, el abandono de sus labores y hasta la diáspora. Y es, justamente el criterio que imponen el FMI y las clases dominantes que cada día acumulan más. Días atrás, el presidente de Venezuela, para sorpresa nuestra, se lamentó que el Estado tenga que mantener a miles de jubilados y trabajadores llegados a la ancianidad, lo que dada la actitud frente a estos, expresado como dramáticamente en el monto de la pensión del IVSS, estamos ante el riesgo que esta desaparezca, más cuando los pensionados y los trabajadores todos, han caído en un peligroso estado de conformismo. Y no es valedero decir que no importa, dada su insignificancia, siete bolívares mensuales; y no lo es, porque se trata de la pérdida de un valioso derecho, el de los trabajadores, llegados a la ancianidad, como quiso el comandante Chávez, y hasta lo decía no hace mucho el presidente Maduro, tengan la oportunidad del "bien vivir". Los bonos, otorgados a quienes tienen o no derecho a la pensión del IVSS, derivado de los años de trabajo establecidos y la contribución de ellos al fondo de pensión, no justifican la eliminación de ese derecho que debería estar en concordancia con la canasta básica.

Se habla o justifica aquello en cosas como el bloqueo, el drástico descenso de los ingresos y la necesidad de contener la inflación dada la poca producción; dicho en lenguaje más comprensible, que el trabajador y su familia consuma lo mínimo para contener el alza de lo poco producido y nunca de lograr que los productores se activen, produzcan más dado el aumento de la demanda. Y se habla también de una lucha férrea, heroica de los trabajadores que rinden al máximo pese no lo compensen con sus ingresos y políticas que le aseguren el futuro.

Se trata de un extraño modelo definido por quienes le conducen desde el Estado, como inherente a los intereses de los trabajadores, intelectuales, académicos, docentes, médicos, enfermeros, obreros fabriles y de toda forma de producción, aunque a estos les somete a enormes sacrificios, como salarios casi de miseria, carencia de servicios de salud, escamoteo de las prestaciones sociales, pensiones y otras tantas privaciones, mientras otro sector que cobra, paga y negocia con dólares, vive de manera holgada y hasta feliz.

Es derechista y por demás reaccionario el criterio que comienzan a manejar sectores que se definen como progresistas y hasta revolucionarios, que todo aquel llegado a la ancianidad y habiendo trabajado toda su vida, debe quedar sujeto a la manutención de los hijos. Es el viejo criterio y práctica de los siglos pasados que retorna para justificar lo injustificable. Y es una extraña coincidencia entre sectores que se definen como opuestos y hasta contrarios. Pues es ni más ni menos la prédica de moda del FMI para np afectar a quienes acumulan los beneficios del trabajo.

Hay demasiadas demostraciones que a uno, pese el esfuerzo que pongamos en comprender lo incomprensible, le llevan a percibir la tendencia a provocar el desplazamiento de la matrícula escolar, hasta donde sea posible, al sector privado y por lo que acontece con todo los trabajadores en materia salarial, volver a los tiempos de cuando eran muy pocos los niños y jóvenes que podían acceder a la escuela. Lo que a su vez también conlleva al descenso de la calidad de la escuela pública y pérdida, en buena medida, del Estado docente. Y todo eso porque, en el Estado, pareciera imponerse la vieja idea, aquella que siempre ha prevalecido en las clases dominantes, que prestar salud y educación gratuita es una pesada e inútil carga o gasto y que el ingreso debe invertirse en su beneficio y no en un sistema educativo de calidad, libre y popular que, más que beneficio, a ellas, suele generarle muchas dificultades.

Una cosa es que el Estado, hasta en sus empresas del área productiva de mercancías, se haya abarrotado de trabajadores, más allá de lo sensato y estrictamente necesario, como aquello de la "chamba juvenil", por razones que no vamos a analizar aquí, y lo que es una vieja tendencia, viene desde los tiempos de la IV República, lo que ahora lleva a la idea de una revisión y búsqueda de salida y otra que se meta dentro de ese mismo asunto a trabajadores indispensables y altamente productivos como quienes se desempeñan en salud y educación por sólo nombrar los dos más significativos.

Por lo mismo, tampoco parece sensato el tratamiento que parece imponerse acerca de los jubilados en esas áreas, no sólo por lo injusto que eso significa para quienes entregaron su vida en ello, sino porque se convierte en un referencia detestable para los futuros trabajadores de esas vitales e indispensables áreas, salud y conocimiento.

Hay quienes hablan del riesgo que la educación del sector universitario se privatice, lo que realmente significa que el mayor volumen de la matrícula se incline de ese lado. Porque, de hecho, hay educación privada en ese sector desde hace muchos años; ya para los inicios de la década del cincuenta del siglo pasado, existían las universidades privadas UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) y la Santa María.

Y quienes de esto hablan, pese ser universitarios, muestran poca amplitud de miras, pues si bien es esa una tendencia que llama la atención y mortifica, no lo es todo, ni lo más importante y hasta alarmante. Como si lo es que, la tendencia pudiera ser, hay sobrados fundamentos para ello, al deterioro del sistema escolar público todo, y el ausentismo escolar, como que los pobres quedarían, en buena parte, al margen de la escuela en todos los niveles y, hasta se corre el riesgo, que el Estado pierda su carácter Docente.

Si partimos de un estereotipo, una fórmula o definición ancestral, pareciera lógico entender que, por el carácter del gobierno, las definiciones del mismo, la historia de la educación venezolana, es fácil concluir que el Estado, en ningún momento dejará de poner prioridad en dedicar buena parte de "su gasto", como llama el neoliberalismo, por conveniencia estudiada a la inversión en el área educativa. Pero si ponemos atención a los cambios que la economía venezolana hasta hace poco, de manera determinante, movida y alentada por el ingreso petrolero que, para más, lo originaba y sigue originando la propiedad estatal, no es difícil prever que aquellos se traduzcan en transformaciones en muchas áreas, empezando por la educativa.

Para mis lectores y amigos ¡Feliz navidad!

Como está dicho seguiremos con el tema.

 

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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