Crónicas cotidianas

Está más decepcionado que yo

Julia estaba contenta con el bono que recibiría de 720 bolívares, porque también recibiría su marido Agustín, docente de un liceo en el sur. Por alguna razón, tenía la ilusión de que sería mucho dinero. Por ello el mismo día que vieron sus teléfonos a eso de las 12 de la noche y conscientes de que tenían 1.440 bolívares, podían cumplir algunos de los planes que se había ido prorrogando en espera de mejores momentos. “es como ese minuto que te parece que tienes suficiente dinero para resolver todos los problemas. Aunque ya los chamos están grandes y solo a la última de los cuatro hay que darle una mano para que culmine la carrera de medicina integral en la Bolivariana, siempre hace falta dinero. A ella le falta poquito para terminar la carrera. Está haciendo la rural por allá por El Paito, pero imagínate, la pobre muchacha tiene que agarrar autobús y después pedir cola. Menos mal que todos la conocen y la quieren mucho porque es muy dedicada, entonces los mismos campesinos de por ahí le dan la cola, casi siempre en moto. A veces no ha podido bajar y se tiene que quedar en el consultorio, un CDI que está por allá por donde el viento se devuelve. Necesita unos tenis para caminar y trabajar con comodidad, y tenemos que ayudarlas. Sus tres hermanos también la ayudan y entre todos se ayudan; porque lo que ella gana de casualidad le alcanza para comprar champú, desodorante y las toallas sanitarias, a veces una empanada. De aquí se lleva el almuerzo. Pero esa gente es buena y siempre le lleva que si una sopita, que si cocinaron los quinchonchos, que si pudieron matar un cochino, que si dos huevos fritos sobre un plato de arroz con tajadas. Ellos están siempre pendientes de ella. Y como saben que se vuelve loca por un coco, hay un señor que siempre le lleva cocos”.

Extasiada narrando las vivencias de su hija menor, se olvidó por un instante de para cuánto alcanzaba el depósito del Ministerio de Educación de los bonos de ambos educadores. Tanto Julia como Agustín están por jubilarse. Hace tiempo habían pagado la casa en Lomas de Funval, cuando la mamá de Julia murió y dejó dos casas en Tocuyito que los seis hermanos vendieron y repartieron el dinero. “Con mi parte, hasta nos alcanzó para hacerle algunos arreglos para que los muchachos estuvieran más cómodos. Ya son viejos, pero ni se quieren casar ni se quieren ir, y su papá es incapaz de botarlos. Pero ya tienen su vida propia. Agustín el hijo se graduó de técnico y trabaja en eso. Pamela es abogado y Francisco Contador Público. Todos colaboran con la casa, entre todos hacemos mercado. O sea que en realidad no nos damos lujos, pero no nos falta nada. También entre todos ayudamos a Juliana a graduarse, ella quiere trabajar en una clínica para reunir para hacer un posgrado en España. Tiene eso entre ceja y ceja. Pero a lo que me refiero es que el dinero que entra, alcanza para eso, para el día a día, para nada más. Pocas veces veo a los muchachos salir. A menos que en el cumpleaños de alguno de ellos, vayamos a comernos una pizza y tomarnos una cerveza. Y menos mal que somos sanos, porque yo tomo pastillas para la tensión, pero Agustín no toma nada. Así que cuando vimos que teníamos esos bonos, pensamos en comprarle los zapatos a la niña, pero unos Nike originales cuestan 50 dólares, que era apenas un poquito menos de los que recibimos. Le compramos dos pares de imitación, bien bonitos, aunque sabemos que no le van a durar mucho con la pela que les da. Así que los puede alternar. Y también fui con su hermana y le compré ropa interior que la necesitaba. Y allí se fueron los dos bonos. 60 dólares por trabajar 50 años educando muchachos. Creo que esa es la prueba más palpable de que los educadores no valemos nada en este país. Agustín ya no quiere volver a la docencia. Dice que le cogió arrechera, está loco esperando su jubilación que se la deben dar en septiembre. Le dijo a los hijos que quiere montar un abastico en la casa para mantenerse activo. Los hijos no quieren, pero prometieron ayudarlo. Está más decepcionado que yo”.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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