¿Aumento de salarios contra la liberación de precios?

Tal en vez en el plano de la ilusión cualquier fantasía pueda servir de bastimento para construir ficciones, historietas y cuentos para niños, que ya no entretienen ni a infantes, ni adultos, y sólo provocan bostezos de cocodrilos, acosados por el hambre, la rabia, y la impotencia.

Cuántos, cuando éramos niños, acompañamos a Jasón y a Medea, en aquella famosa expedición de los Argonautas, en busca del Vellocino de Oro. Pero las perspectivas de alcanzar la anhelada piel del cordero como símbolo para impulsar el trabajo de los mortales en la ganadería, no era más que una fantasía más.

Como si fuera un pasmo extraído de aquellas antiquísimas y maravillosas fantasías, nosotros estamos impelidos a creer que podemos competir con unos aumentos de salarios, desesperados, pero siempre insuficientes, frente a una horrorosa liberación de precios. Mientras tanto, nunca en esta competencia inusual e ingenua de parte del pueblo trabajador, representado por el gobierno bolivariano, pudiéramos darle fiel cumplimiento al artículo 91 de la CRBV.

El modo de producción capitalista, su condición privativa, su economía política, y su historia convalida en las diversas cartas magnas de sus Estados nacionales, la explotación de la clase obrera por la burguesía nacional y trasnacional. Pero en el caso nuestro venezolano, la rapiña sobre el salario, cosa que no sucede en ninguna parte del mundo, dictatoreado por capitalismo, la liberación de precios, es ilegal, y por tanto violatoria de la CRBV, porque introduce una explotación adicional, y continua, sobre la paga por la venta de nuestra fuerza de trabajo, condenándole a una insuficiencia crónica.

Adicionalmente, anteponer aumentos de salarios a la liberación de precios, continua y permanente, hace de la mentada "guerra económica" un cuento malo, y de mal gusto. Los ladrones, disfrazados de empresarios, comerciantes, contrabandistas, o bachaqueros, ni siquiera esperan el incremento del salario para aumentar los precios, lo hacen todos los días, a cada instante, mientras se burlan y agreden psicológicamente al pueblo trabajador desmovilizado políticamente en las urgencias de encontrar comida, y en el intento de poder comprar algo con su sueldo, a cada momento más devaluado.

¿Tiene el gobierno la voluntad, la capacidad, el poder político para prohibir la liberación de precios? ¿Prefiere esperar que las masas empobrecidas lo hagan impulsadas por el hambre? ¿Está el gobierno, irremediablemente sometido como junta administradora, a la dictadura de la burguesía, dueña de su Estado burgués? ¿Es que acaso, la condición revolucionaria, y bolivariana, del proceso, ha sido también entregada por el gobierno, en el seno de las mesas de diálogo?

Mientras tanto, el hambre, y la desesperación por encontrar comida, es la principal fuerza desmovilizadora del Pueblo; aun así, la clase obrera, como sujeto histórico del capitalismo, está obligada por las circunstancias, y por la historia de una realidad ultracapitalista, que la oprime, la esclaviza, y la hunde en la miseria, a luchar para derrotar a su enemigo de clase, la burguesía; está forzada, a organizarse, y a combatir para liberarse de ese yugo, que es el mismo yugo contra el cual lucharon Bolívar, Marx y Engels, Lenin, Martí, Fidel, el Che, Pío Tamayo, Gustavo Machado, Livia Gouverneur, Olga Luzardo, Chávez; al frente de una constelación de héroes, y de mártires, por la victoria socialista, en América Latina y en el mundo.

El socialismo no es una consigna, es una necesidad histórica, que la clase obrera tiene que construir, desde la toma del poder.



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Eduardo Mármol


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