Uribe y el paramilitarismo criminal que creo y aupó

Es de tal magnitud el poder del paramilitarismo y sus vínculos tan estrechos con los carteles de la droga que en mayo pasado cuando fue acusado ante la justicia el “capo” Don Berna, quien funge ser su Inspector Nacional, de haber asesinado a un diputado de Córdoba y ordenada su captura inmediata, las fuerzas que dirige paralizaron “en cuestión de segundos a la segunda ciudad de Colombia, Medellín. Fue una advertencia del impresionante poder que ha logrado ocupar este grupo”, convertido en escuadrones de la muerte que se dedicó a asesinar a todo a aquel que “oliera” a izquierdista o fuese dirigente o militante de cualquier agrupación opositora popular en Colombia.”

Hoy vuelve a mostrar su poderío. Sus altos jefes en prisión deciden suspender la decisión que habían tomado de no seguir confesando sus crímenes, por supuesto sólo aquellos que no involucren a Uribe, para volver de nuevo a los banquillos fiscales, a condición de que el Estado colombiano califique sus actividades como “sediciosas” o “políticas”, lo cual, según informan los medios de comunicación, Uribe ya se comprometió a enviar la Ley respectiva al Parlamento para que se les conceda tal estatus. Como se sabe, una vez sea aprobada tal condición, gozarán del beneficio, entre otros, del indulto, con lo cual Uribe lograría evitar con mayores seguridades que fuese señalado de cómplice real de una banda de homicidas que él contribuyó a crear. Esto es una muestra muy clara de que, ciertamente, el paramilitarismo se ha hecho de un poder tan grande que cualquier otro, incluyendo el que habita la Casa de Nariño, le queda pequeño y eso es, sin duda alguna, una terrible tragedia para nuestros hermanos colombianos.

Las vinculaciones de Uribe Vélez con los paracos no son un secreto para nadie. Como se recordará, los paramilitares se crearon bajo sus auspicios mientras ejerció, a comienzos de la década del setenta, la Alcaldía de Medellín y luego, después de una corta gestión como Concejal de la misma Corporación, la gobernación de Antioquia. Se iniciaron bajo las figuras de ONG de campesinos, a las que se les bautizó como cooperativas “Convivir”, las cuales tenían por misión específica la protección y resguardo de los bienes y las vidas de sus pares de la oligarquía de Colombia, dueña y señora de tierras y de todos los bienes que en ese país producen riqueza. Como era de esperarse, no tardó mucho tiempo para que se transformaron en bandas armadas criminales, las que, asociadas a gran escala con el narcotráfico nacional e internacional, sembraron el terror a donde quiera que se trasladaban para cumplir la tarea que les asignaron y la de hacerse de fabulosas fortunas con ese negocio tan rentable, regando con sangre de inocentes los caminos y pueblos de Colombia. Evidencias y confesiones de testigos por miles, dan por seguro que para esas actividades delictivas, siempre han contado (y cuentan aún…?) con el apoyo en materia de inteligencia de los cuerpos militares y policiales regulares de la nación.

Es importante indicar, además, que en este proceso perverso del paramilitarismo han jugado preponderante actuación y lo siguen haciendo decenas de políticos de la derecha, no solamente vinculados al gobierno del presidente Uribe, sino que han sido fichas muy importantes de los comandos de sus campañas preelectorales que lo llevaron tanto a la primera presidencia como a la segunda. Hasta el momento al menos treinta parlamentarios y altos exfuncionarios de su gobierno, entre los cuales se encuentra el que fuera jefe del DAS, Jorge Noguera, han sido encarcelados por sus estrechos vínculos de asociación con el paramilitarismo y el narcotráfico en hechos delictivos de muy alta gravedad.

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Iván Oliver Rugeles


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