Los barcos de guerra tienen su Nobel

No debería sorprender que en un mundo trabucado como el que vivimos le otorguen el Nobel de la Paz a MCM ahora, cuando su liderazgo del hartazgo se apoya en marines y barcos de guerra norteamericanos, que hacen recordar aquellos otros que, hace más de un siglo, acompañaron el golpe de un dictador a otro, comenzando los 27 años de mando de Juan Vicente Gómez.

En todo caso, esto no puede atraparnos en un dilema sin salida entre gobierno y oposición machadista, una vez más. Hay que expresar, primero que nada, que avalar una agresión militar norteamericana es un desprecio a nuestra historia, a nuestros libertadores, y que no hay rabia acumulada que lo justifique. Es un paso más en las trágicas acciones de violencia del Gigante de las Siete Leguas con lo que todavía pretenden sea su «patio trasero». Es la realización de lo que Bolívar anticipó al advertir que Estados Unidos pretendía «plagar la América de miserias, en nombre de la libertad», o en nombre de la democracia, como se dice ahora.

MCM solicita ayuda al mismo Trump que, en 2023, confesó que el colapso de Venezuela le permitiría apropiarse del petróleo (https://www.youtube.com/shorts/dlH2_b0HIvY?feature=share=). Y está dispuesto a llevarlo a cabo, durante su nuevo mandato. El futuro de la nación está en fuego, quizás el destino del continente todo. Pero rechazar a los norteamericanos invasores no es apoyar la inmoral corrupción gubernamental, obviar a los muchísimos presos políticos, callar que colectivos violentos golpean a mujeres que piden por sus hijos encarcelados y no se hizo nada. Que rechazar la inquina vengativa de MCM sea justificar la economía del fracaso, la desaparición del salario, el abismo que nos lleva a una nueva hiperinflación. Nadie puede obviar la destrucción del sistema educativo. Porque no es callar de lo que se habla cuando se denuncia una guerra, que tiene en MCM un apoyo apátrida.

Vergonzosamente Trump le disputaba el premio, apoyado por Putin y Netanyahu. Lo exigía para sí, mientras decretaba una guerra interna para militarizar sus ciudades y doblegar toda resistencia. El autonominado Trump hace méritos para el Nobel maltratando a inmigrantes pobres, negros y latinos (en particular, venezolanos), porque su sola presencia amenaza la primacía de unos pocos multimillonarios blancos. Humilla al sector LGTB+, para distraer su cobardía sexual de pederasta. Arrasa con los derechos de las mujeres, ataca las universidades y la ciencia. Pone en peligro el equilibrio internacional con políticas arancelarias. Es cómplice del genocidio nazi perpetrado por Israel con armas y con hambre, y profundiza la crisis ambiental con la filosofía de la mayor ganancia, desde un país que consume más energía que el resto del mundo en conjunto, apurando el suicidio de todos.

MCM apoya su proyecto en Trump y comparte con él su premio, admitiéndolo con un desparpajo digno de Milei o de Bolsonaro. El galardón llega de la mano de una realidad más peligrosa. El supuesto fin del genocidio de los palestinos, puede hacer que Trump vuelque su violencia hacia este otro frente. Le dice, con estremecida voz de premiada: «Vente Venezuela a ser tierra arrasada, con tal de derrocar a Maduro» o «todo se vale en la guerra». Envalentonada, con el Nobel a sus espaldas y la atención mundial sobre sus hombros, MCM esbozará una forzada sonrisa, y desde un portaviones atómico, verá caer las bombas sobre sus compatriotas, sin importar el bando. Al fin, Trump cobrará el inmenso costo de movilizar su maquinaria bélica apoderándose de las reservas de petróleo más grandes del mundo. Y claro, todo negociado, porque gobernar es un gran negocio, y su premio será el de la paz de los cementerios.

Era lo que le faltaba a este infierno venezolano, que una Premio Nobel de la Paz nos trajera una Nueva Guerra. ¿Será que se lo dieron para honrar a don Alfred Nobel, a quien llamaban el «mercader de la muerte» por ser el inventor de la dinamita? No nos queda sino invocar a San José Gregorio Hernández, a ver si nos saca con bien de esta y de ella, con premio y todo.



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Alejandro Bruzual

Alejandro Bruzual es PhD en Literaturas Latinoamericanas. Cuenta con más de veinte publicaciones, algunas traducidas a otros idiomas, entre ellas varios libros de poemas, biografías y crítica literaria y cultural. Se interesa, en particular, en las relaciones entre literatura y sociedad, vanguardias históricas, y aborda paralelamente problemas musicales, como el nacionalismo y la guitarra continental.


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