Decreto de justicia social o guerra y muerte

La justicia no solo debe ser creada, constitucionalizada o decretada, sino debe ser aplicada con igualdad y rigor de lo contrario seguirá reinando la anarquía y el caos, por aquellos que hace rato cambiaron la política por el terror, decía nuestro amado libertador siendo aún joven a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar, esto me permite parafrasear el decreto de guerra a muerte que hiciera el padre de la patria el 15 de julio de 1813, en Trujillo durante la Campaña Admirable, debido que algunos nacidos en nuestros suelos no participaban en favor de la independencia sino por el contrario conspiraron y apoyaron la dominación española, justificada por diversos crímenes atroces cometidos por Domingo Monteverde y sus esbirros.

Nuestra misión fue, ha sido y debe ser, romper con las cadenas de la servidumbre, y dominación de nuestro pueblo sin pretender vulnerar nuestras leyes, en el marco de la democracia, pero una democracia social no burguesa donde todos seamos iguales, no podemos ver con indiferencia y aflicciones que los barbaros terroristas y asesinos, que le hacen o le han hecho daño a nuestro pueblo, llamando a salidas, a descargar la arrechera; generando aniquilamiento como rapiñas destruyéndolo todo a su paso, violando todos los derechos consagrados en la constitución y viendo una fiscal cómplice que ha generado la mayor impunidad aberrantemente, desde la creación de esa institución hasta nuestros días.

La República Bolivariana de Venezuela ha sido sometida a nivel local, regional, nacional hasta internacionalmente, a la más espantosa destrucción, tanto institucionalmente como el daño a los bienes públicos y privados, personas y su economía, así la justicia exige la vindicta, además la necesidad nos obliga a tomarla para poder desaparecer de nuestro suelo, el más espantoso terror, muerte y destrucción que infesta y cubre de sangre nuestros hogares, y su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para que acabe la ignominia y poder demostrar a nuestro pueblo y el mundo que no se ofende impunemente a los hijos de Bolívar, de Ezequiel Zamora, de Chávez y la Patria.

A pesar del justo dolor que ha dejado heridas de guerra como lo ha señalado nuestro presidente obrero, hermano Nicolás Maduro contra los inicuos del pueblo, nuestro corazón los puede perdonar pero la justicia no, esta debe ser implacable pues para que haya paz debe haber justicia y aun así por última vez a través de la constituyente hemos abierto una vía de conciliación que es democrática, de voto directo y secreto, en el campo territorial y sectorial.

Todos debemos converger allí en paz y están obligados por sus familias y la historia a participar y cooperar en la pacificación que esta traerá, en favor de la unión del pueblo, para sacar la patria adelante y fortalecerla como lo hemos hecho históricamente, y si no serán señalados por traidores a la paz y a la patria, por consecuencia serán pasados por la justicia social, en el tiempo y en el espacio necesario, aquellos que estén con los intereses de la patria que son los intereses de este pueblo hermano, serán juzgados por la historia y aquellos traidores que apuestan a la guerra fratricida entre hermanos, contad que tarde que temprano la justicia social de la patria los alcanzara, aun de aquellos indiferentes con las penurias que enfrenta el pueblo, si no obráis activamente en obsequio de la libertad, la independencia y la soberanía en pro de la República Bolivariana de Venezuela, contad con la vida aun cuando seáis culpables. Venceremos pues para eso hemos nacido, tener el poder y no ejercerlo es la más grande miseria del ser humano.


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Levi Medina


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