Raul Emiro era un hablador; de esos que son como una metralleta por el pico; capaz con su perorata convencer hasta al más reacio; o de hablar de cualquier tema como si fuese un erudito. Era de un verbo frontal a veces ácido. En cualquier reunión donde era el centro de las miradas y la atención. En los pueblos siempre existen este tipo de personajes, que se destacan por alguna o algunas de sus ejecutorias; en oportunidades se hacen indispensables en el trajinar diario y llegan a ser apreciados y respetados por el pueblo, como en el caso de Raúl Emiro.
Por allá en los albores del Grupo Escolar Monseñor Sanmiguel ya mostraba inclinaciones histriónicas, en este caso por las ciencias ocultas y las que no eran ocultas; de tal manera que a mi mama se le extravió una máquina de escribir; le dije que conocía a alguien que podría dar con su paradero. Así que le dije a Raúl Emiro. Sin entrar en muchos detalles me dijo: Esa máquina La tiene una persona que entro a su casa y en un descuido cargo con ella y vive en el Abejal. Seguidamente me dijo…dejemos la cosa hasta aquí…deme un tiempecito para seguir trabajando, afinar algunos detalles y para la próxima semana le tengo los rasgos físicos del que la sustrajo. La maquina apareció, se la devolvió quien se la había llevado prestada y mi mama no recordaba…..
Por ahí mi buen amigo Víctor Ramírez me hizo llegar una esquela breve de Raúl Emiro, donde reivindica sus inclinaciones por la lucha social, por los jubilados y pensionados. Sus salidas ocurrentes y el chiste a flor de labios, alegre dicharachero y además formaba parte de la academia de la lengua que cotidianamente se reúne en la plaza Bolívar, se ha quedado sin uno de sus más excelsos exponentes. A veces en cualquier ínterin se las daba por recitar cualquier improvisación. Me hicieron llegar una de las tantas, dedicada a una bella dama del pueblo llamada Yajaira; donde hace gala de sus dotes de poeta; perfectamente enmarcada dentro de la rima y la métrica poética. La última vez que hable con él; me trato con mucho afecto y referencia, le dije; te tengo en la mira, te voy a sacar en alguna de mis crónicas. Ok, pero no me vayas a tratar mal. No chico no te preocupes. Hoy cumplimos, nuestro compromiso con esta crónica; hace unos días partió. No le decimos adiós; sino un hasta luego apreciado amigo…