En el contexto histórico la Venezuela del siglo XIX estaba marcada por la inestabilidad política, las luchas entre liberales y conservadores y la desigualdad social. La tierra estaba en manos de unos pocos terratenientes, mientras que la mayoría de la población, compuesta por campesinos e indígenas, vivía en condiciones de extrema pobreza. Este contexto de injusticia y desigualdad fue el caldo de cultivo para el surgimiento de líderes como Ezequiel Zamora, que dieron hasta la vida en el afán de enrumbar al país hacia un sistema de justicia y equidad para el pueblo, que sufría múltiples calamidades, producto de las atrocidades ejecutadas por los gobernantes de turno.
Ezequiel Zamora es una de las más emblemáticas figuras heroicas, en el contexto histórico venezolano, destacándose por su liderazgo en la lucha por la justicia social y la defensa de los derechos de los campesinos venezolanos. Nació el 1° de febrero de 1817 en el pueblo de Cúa, en el actual Estado Miranda, descendiente de inmigrantes españoles de las islas Canarias. Fue hijo de José Alejandro Zamora Pereira, quien luchó y murió en la Guerra de Independencia de Venezuela, y de Josefina Paula Correa Rodríguez, ambos «blancos de orilla». El bisabuelo de Zamora fue Francisco León Zamora, un canario dedicado a la venta de ganado en los llanos. Su abuelo, Juan Zamora de León, también canario, se radicó en Villa de Cura en 1761 con Margarita Pereira, de cuya unión nace el padre de Zamora, Alejandro Zamora Pereira.
La maestra Josefina Paula Correa Rodríguez, madre de Ezequiel Zamora, Nació en Choroní, hoy Estado Aragua, bautizada en la iglesia de Villa de Cura en 1780, hija de Don Juan Víctor Correa y Doña Bárbara Rodríguez, también oriunda de este mismo pueblo, fue nieta de Don Domingo Correa, dueño de una hacienda donde cultivaba café y cacao; se casó con José Alejandro Zamora Pereira y de esta Unión nacieron Carlota, Genoveva, Raquel, Antonio José, Gabriel, Ezequiel y Alejandro quien muere siendo apenas un niño. En Villa de Cura la madre de Zamora ejerció la abnegada profesión de la enseñanza de las primeras luces, educando a los niños vecinos de la villa, en una pequeña escuela que ella regentó en el año de 1808 en la casa parroquial del pueblo.
Josefina Paula Correa Rodríguez junto a su esposo se unió de manera activa, a la lucha por la independencia, ayudando a grupos de mujeres: enfermeras, cocineras, y otras funciones en apoyo a la tropa, consiguiendo pertrechos, armas y municiones, situación que le causa a ella y su familia, la persecución por parte de los realistas, lo que la obliga, en 1817 a refugiarse en la población de Cúa, en casa de su cuñado Mateo Zamora Pereira, quien les consigue salvoconducto para su esposo. Ella y el resto de la familia, persisten en la participación en apoyo a la causa independentista, hasta el año de 1821, cuando en la batalla de Carabobo muere su esposo Alejandro. En 1825 se traslada a Caracas en busca de mejores oportunidades de vida y de estudios para sus hijos, permaneciendo en esta ciudad, hasta su fallecimiento en 1868.
Zamora se convierte en un destacado militar y político, que dejó una huella imborrable en la historia del país. Zamora aun cuando se dedicaba al comercio en Villa de Cura, donde ejerce su actividad comercial desde una pulpería de su propiedad, participó en la insurrección campesina de Venezuela del 1846 - 48 contra el gobierno conservador. Es capturado Zamora es capturado el 26 de marzo de 1847 y presentado del juez de primera instancia en Villa de Cura. El 27 de julio la corte lo sentencia a muerte, pero gracias a las diligencias y movilizaciones populares encabezadas por su madre, el Presidente de la República, para entonces, Gral. José Tadeo Monagas, le cambia la pena de muerte impuesta, por diez años de presidio en el Castillo de la isla de San Carlos, situado en el lago de Maracaibo, pero Zamora escapa de la cárcel.
En 1848, se produce el rompimiento de las relaciones políticas entre Páez y el gobierno presidido por José Tadeo Monagas, quien decretó una amnistía para todos los reos, siendo beneficiado Zamora, es liberado, y presidente José Tadeo Monagas de inmediato lo incorpora a sus filas, con el rango de primer comandante de las milicias para enfrentar el levantamiento de José Antonio Páez y Carlos Soublette en los llanos centrales, en respuesta al Asalto al Congreso de Venezuela de 1848. En 1849, los caudillos regionales apoyan a Monagas y derrotan a Páez en la batalla de los Araguatos, poniendo fin a la guerra civil. En 1851 el presidente José Gregorio Monagas nombró a Zamora comandante de armas de la provincia de Coro.
Al estallar la Revolución de Marzo de 1858, liderada por el General Julián Castro en contra del Gobierno de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, Zamora es exiliado en Curazao, al llegar allí se reúne con exiliados federalistas y tras el inicio de la Guerra Federal en 1859, Zamora desembarca en Coro como jefe de operaciones de occidente y el 20 de febrero de 1859. Comienza la Guerra Federal, alzándose en armas las provincias de Coro, Barinas y Apure. Zamora organiza un gobierno provisional de Venezuela, el 26 de febrero de 1859 y dirige al ejército federal. El 23 de marzo de 1859 triunfa en la Batalla de El Palito, a partir de la cual planifica sus movimientos hacia los llanos occidentales, toma San Felipe el 28 de marzo, y se reorganiza la provincia como entidad federal con el nombre de Estado Yaracuy de allí sigue la campaña en la que derrota al gobierno conservador en la Batalla de Santa Inés de Barinas, el 10 de diciembre de 1859. Muere un mes más tarde el 10 de enero 1860, cuando recibe un disparo en la cabeza durante las acciones preliminares para la captura de la plaza de San Carlos.
La grandeza de este héroe popular radica en su compromiso con la causa agraria y la defensa de los derechos de los campesinos. Zamora se convirtió en un líder destacado del movimiento revolucionario, reconocido en los conflictos sociales de la época, motivado por la lucha entre las fuerzas liberales y conservadoras, así como por la oposición a las injusticias sociales, que sufrían los más desprotegidos. Durante este periodo, Zamora se levantó como el título de "General del Pueblo Soberano", un título que simboliza su compromiso con la búsqueda de un país más justo y equitativo.
El liderazgo de Zamora en la lucha popular lo llevó a convertirse en el principal referente de los sectores más humildes. Su ideología se centraba en la necesidad de una reforma agraria que permitiera la distribución de tierras entre los campesinos y la eliminación del sistema feudal que oprimía a los trabajadores del campo, mediante la consigna "Tierras y hombres libres". A través de su lucha, Zamora abogó por la educación, la libertad de expresión y el derecho de los pueblos a gobernarse a sí mismos.
El legado de Ezequiel Zamora y su figura se ha convertido en el símbolo de la lucha por la justicia social en Venezuela. A lo largo de los años, su nombre ha sido evocado por movimientos sociales que buscan reivindicar los derechos de los campesinos y de los sectores más desprotegidos de la sociedad. Zamora también ha sido objeto de estudios académicos y de reinterpretaciones históricas, que buscan comprender la complejidad de su figura. Su vida y obra son un recordatorio de la importancia de la lucha por la equidad y la justicia en un mundo donde las desigualdades aún persisten.
Ezequiel Zamora no solo fue un destacado líder militar, sino también un defensor incansable de los derechos de los más desfavorecidos. Su vida estuvo marcada por la lucha, la resistencia y un profundo compromiso con el pueblo, en un país que sigue enfrentando desafíos en términos de justicia social, la figura de Zamora sigue siendo una inspiración para las nuevas generaciones que buscan construir un futuro más justo y equitativo. Su legado perdura como un símbolo de esperanza y de lucha por la dignidad del pueblo.