A Neruda

Pablo Neruda

Si, Ricardo Eliecer, está de pláceme, porque un día como hoy 12 de Julio nació en Parral, en la región chilena del Maule, en 1904.

Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basualto, el mismísimo Pablo Neruda, el que conversó con Bolívar en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento de España. El muchacho de Parral, el que poetizó con su Poema 12, Soneto 22, Poema 15, Poema 20 y Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Y ha de ser esta vez, que, de mí de puño y letra, tome parte de su poesía para regalarle estas notas en este su 118 cumpleaños.

Neruda
¡Pablo! A ver Camarada, dime cual fue tu contacto.
Como hiciste para ver a Bolívar en el quinto regimiento.
Acaso tu Isla Negra no te bastó para acorralar al opresor.
Yo también intenté tomar el cielo por asalto, pero nunca pude.
¡Neruda! Yo como tú, hoy no vengo a llorar aquí donde cayeron.
Vengo a vosotros, acudo a los que viven.
Acudo a ti y a mí y en tu pecho golpeo.
Cayeron otros antes.
¿Recuerdas? Sí.
Yo vengo de andar con ellos en este caminar,
por este patio del continente,
aferrado a tu Canto General.
Ellos aquí trajeron los fusiles repletos de pólvora,
ellos mandaron el acerbo exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos con furia y con dolor.
¡Pablo Neruda! camarada, a tu solitaria estrella me aferro.

Pablo Neruda ha sido uno de los poetas más fecundos de la literatura latinoamericana y mundial. Ganador del Premio Nobel en 1971. Neruda es el Poeta del amor y la vida; y por eso, en este recordatorio celebremos todos escuchándole decir de su puño y letra.

Yo aquí me despido
Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un Poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi Patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces,
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar.



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Douglas Zabala


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