Por’fa, lea con detenimiento esta histórica proeza que parece fuera un acto de magia (VI)

Y ya que citamos al General José Antonio Páez, aprovechemos la oportunidad para narrar, de una manera sucinta, una de sus extraordinarias batallas, en este caso escojamos la Batalla de Las Queseras del Medio. Este enfrentamiento bélico tiene lugar en Guasimal, actual estado Apure, en el sector denominado Las Queseras del Medio el 2 de abril de 1819. En el lugar se encontraron tropas realistas españoles y patriotas venezolanos separados únicamente por el río Arauca, hoy este río hace frontera entre la República bolivariana de Venezuela y la República de Colombia, ambos bandos se aprestaban para un encuentra bélico. Sin embargo, la lucha lucía descabellada, impensable, desigual eran 153 jinetes venezolanos contra 1.200 efectivos hispánicos. Para iniciar la refriega se hacía necesario cruzar el río, pero la prudencia aconsejaba no dar ese primer paso apresuradamente, había que esperar la mejor oportunidad. La espera impacientaba a José Antonio Páez y sus lanceros y también al realista General Pablo Morillo y su nutrida tropa. A la cabeza de sus jinetes, Páez se aprestó a realizar un reconocimiento de las huestes enemigas y cabalgaron bordeando el río, siendo muy bien observado por los alertas invasores. Y de repente la audacia dio paso al comedimiento, los ciento cincuenta y tres jinetes patriotas cruzan el río Arauca y se lanzan contra el mismo centro de la línea española, logrando abrir una brecha entre la tropa. Pero para sorpresa de los europeos, los lanceros, en lugar de seguir el combate, emprendieron una veloz huida, en siete grupos que cabalgaban en líneas paralelas.

Confiado en su mayor poder de ataque y mayor número de tropas, el General Morillo ordena a sus fuerzas hostigar y aniquilar a los jinetes patriotas. Perseguidos y perseguidores recorren un buen trecho, hasta que el catire Páez levanta su brazo sosteniendo en la mano su inseparable lanza y grita a su gente: "¡Vuelvan, carajos! Como un torbellino la caballería criolla regresa y arrasa con todo lo que le salía al paso. Con lanzas, cuchillos y machetes en mano, herían mortalmente a bestias y hombres, incapacitaban a cuánto enemigo se les colocara al frente y así, rodó por tierra la primera línea de jinetes realistas. Y la segunda. Y la tercera línea. Aterrorizada el resto de la tropa del General Morillo da media vuelta y huye en desordenada estampida, atropellando y llevándose por delante a sus propios compañeros de armas que marchaban a pie. En tan desesperado y confuso escenario las tropas españolas comienzan a atacarse y batir a sus propios jinetes, en un intento por escapar de una muerte segura. La situación en las filas hispánicas torna en una completa catástrofe. Al finalizar el choque conflictivo, la tropa realista había sufrido más de 400 bajas, por apenas 2 de los lanceros criollos.

El Gigante de América, el Libertador Simón Bolívar, sorprendido y sin tener otra cosa que hacer sino quedarse en la otra orilla del río, atónito observa la audacia, valentía, fogosidad y destreza con que se baten en combate los lanceros de Páez y en su oportunidad los felicita a todos y les dice: "Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que pueda celebrar la historia militar de las naciones. Lo que habéis hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer" Y fue así como José Antonio Páez se convierte en la Primera Lanza de América.



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José M. Ameliach N.


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